martes, 22 de diciembre de 2009

Deseos anuales y anales

(Para el blog)
Se abre un espacio de pausa. Milena a cargo de este espacio lo mantendrá fresco, creo. Libre e incensurado. La habitual carta abierta reaparecerá en dos semanas. No obstante cada tanto podría incluir algún texto alternativo.
Me siguen sorprendiendo el diálogo, las tensiones, el rumoreo del blog; pero más me sorprenden los militantes positivos que los “no positivos”. Estos todavía la “siguen chupando”. Y dos años más los torturan. Dicho esto metafórica y divertidamente. Quizás más adelante los chupadores seamos los que hoy nos divertimos. En Página 12 se publica la última carta abierta del año de los intelectuales. La leí muy temprano. La recomiendo a aquellos entrenados a lecturas políticas complejas. No es fácil pero es honda. Pone la mira en los riesgos de quienes empujan por un retroceso. En otro estilo coloquial, en Página 12 del domingo 20, José Pablo Feimann escribe en el fascículo semanal sobre el peronismo. Esta vez su relato incumbe a José Rucci. En retrato comparado con aquel líder troskista, Agustín Tosco. Para Feimann el que gana es Tosco. Y de paso, sin piedad, enaniza a los petisos (Rucci lo era), además de discutir consigo mismo y con los otros judíos acerca de lo judío. Es un Feimann auténtico. Se toma o se deja. Aclaro que no lo dejé de leer a pesar de que soy petiso y su “antipetisez” es imperdonable. Aunque la argumentación tiene algún fundamento. Todo lo tiene. Hasta Abel Posse tiene sus buenos argumentos fascistas. Y tan previsibles como que no se han renovado desde la época del Tercer Reich y de Mussolini. Lo que prueba que esta ciudad que presume tantas veces de sus luces tiene sus zanjas sombrías. La izquierda de Pino Solanas y Lozano también tiene sus argumentos antigobierno. Son más rabiosos y opositores que todos los argumentos opositores. Cada uno es responsable de sus amores, pero más de sus odios. El odio es dañino desde su origen y al contrario del amor, que alguna vez cesa, el odio continúa y no sana nunca. En tanto los medios hegemónicos narran la realidad ficcional en gran escala. Es tan intensa y brutal la consigna opositora mediática que cuesta creer que cientos o miles de periodistas que responden a esos medios tengan igual posición de oposición que la de sus empleadores y más todavía. Quienes apoyan, defienden o acompañan en general la gestión del gobierno son impelidos a discutir sobre todo lo que dicen esos medios. Y ponerse a discutir sobre aquello que se selecciona con malicia, que se manipula, que omite los contextos o esconde otras noticias y cuestiones para privilegiar las que encuentra más propicias a sus rechazos e intereses, es inútil. No hay que discutir sobre lo que cuentan los medios-es vano- sino sobre lo que los medios no cuentan. Porque así los opositores van a tener que apelar a argumentos propios; agitar sus inteligencias en lugar de repetir como muñecos de ventrílocuos lo que el ventrílocuo mediático les dicta. Y acuérdense el verano encontrará a los muñecos con nuevos ingredientes de desánimo Contentos y cínicos anunciarán a los destinatarios cómo aumentan los pasajes, cómo aumentan los alquileres en las playas, cómo aumentan las sombrillas, cómo aumentan los peajes, cómo harán paro los ómnibus de larga distancia, cómo harán piquetes en la ruta los de Zamora o algún otro lado, cómo harán huelga los bañeros, cómo lloverá como nunca, cómo habrá sequías en el campo, cómo caerá mierda para todos mientras veranean. Bronceados y contentos contarán pálidas y anunciarán alborozados cómo el regreso será lento por el tránsito atascado y habrá riesgo de que no haya nafta ni gas y si hay un accidente sembrarán el terror y el pánico. Lo mejor del año que termina es lo que no se termina: la conciencia de que la Argentina de esta década empezó pigmea y hecha pedazos en 2001, y ya casi en el 2010 crece a estatura normal y no está rota. No hay nadie que no pueda darse cuenta, pero no darse cuenta es un recurso para no darse cuenta. A quienes me aprecian en mi papel de narrador y cuentero, mis mejores deseos anales. Es decir: anuales. A quienes no les importo no cometeré la falsedad de saludarlos. Un saludo demasiado global, diplomático e indiscriminado y que no mide cercanías y afectos, es vacuo.


Orlando Barone. Martes 22 de Diciembre de 2009.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Gracias año; nos dejaste con la boca abierta

Quedan pocos días para el festejo de año nuevo. Un festejo que 2009 se merece. Demos gracias a los malos augures que desde aquel año nuevo de hace doce meses anunciaron catástrofes que no se cumplieron. Gracias por el vasto desacierto. Por dejar que fracasaran los heraldos del fracaso. Fuera con las malas pitonisas y los malos deseos. Gracias a esos feroces y divulgados economistas, políticos, periodistas, medios, fundaciones, consultoras, oenegés y charlatanes sueltos, por equivocarse en augurar colapsos; gracias por no acertar, gracias por dejar expuestos al ridículo a las profecías y a sus profetas. Gracias buen año por dejarnos entender qué significa y qué no significan los significantes que vienen envueltos con las noticias. Un aire de cambio de época atraviesa el calendario. Un aire que se lleva a antiguos y yertos anacronismos. Gracias a este despabilamiento que nos permite ver desnudos y sin máscaras a tantos intereses largamente disfrazados de desinterés y ética pomposa. Gracias por revelarnos qué diferencias hay entre el credo y el poder cardenalicio; entre el judaísmo y un rabino rabioso; entre la justicia y el linchamiento; entre la promesa política y romperse el trasero; entre rechazar leyes y crearlas; entre la negación y las ilusiones. Entre la burbuja especulativa y el Estado sólido. Entre el rezongo de la inseguridad jurídica y la convicción soberana. Gracias 2009 porque lograste que las realidades felices desplazaran a las fabulaciones amargas; y porque empujaste a la derecha a salirse de la hipocresía. Gracias por sincerar a los opositores. Por enseñarnos la diferencia entre un gaucho de departamento y un gaucho, entre un campesino y un rentista, entre un aspirante al ALCA y uno al Alba ; entre un colonizado que soba al emisario y un descolonizado que lo pulsea; entre un alcahuete y un militante. Y gracias por dejar que la Argentina pudiera transparentarse a pesar de las veladuras que se propusieron enturbiarla. Y que pudiera dejar a la vista a los alborotados alborotando y a los hacedores, haciendo. No es para tirar manteca al techo pero por suerte hay manteca; no es para tirar la casa por la ventana pero hay casa; no es para hacer aspavientos de consumo, pero hay consumo. No es para exagerar que los jubilados son prósperos pero ya no son excluidos. No es para decir que la Argentina es una fiesta, pero se alejó del plano inclinado. No es para decir que esta es la llegada, pero este puede ser el camino. Sí, año 2009, gracias. Nos dejaste con la boca abierta y a los agoreros con la boca cerrada.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El “Argentinosaurus” y el bestiario político

Están los dinosaurios de los museos de Ciencias Naturales, los de Steven Spielberg de computadora, los de Susana Giménez todavía estúpidamente vivos, y están los dinosaurios argentinos casi extinguidos pero aún rabiosos. La presidenta dijo que las amenazas que recibió en la radio del helicóptero provienen de “dinosaurios”. Debe de haber reparado en que el lenguaje amenazante que habló de matar a la “yegua” y al “pescado” contiene un estilo zoológico también familiar a los gorilas políticos. Ambas- dinosaurios y gorilas- son especies autóctonas naturales en la derecha. Ese es su hábitat preferencial y fanático. Y no es que un progresista no pueda ser un animal cualquiera de la fauna, al contrario: hasta puede ser un animal mutante según la Ley de Darwin. Pero nunca sería un dinosaurio ni un gorila: que son entusiastamente de derecha. Aunque últimamente en la era K, o la del Matrimonio o - según quiera llamársele- hay animales democráticos que por diferenciarse del peronismo, de tanto irse a la izquierda terminan en la selva por la derecha cohabitando por inercia con dinosaurios y gorilas. Ojalá no se pierdan por llegar lejos. El paleontólogo pionero Florentino Ameghino encontró, en las profundas napas criollas, un gran yacimiento de osamentas bestiales. En el río Limay, en Neuquén, fue hallada una de las más grandes de la prehistoria: de cuarenta metros de largo y 100 toneladas. El “terrible lagarto” es tan argentino que la ciencia planetaria lo designa como Argentinosaurus. No hay que extrañarse entonces del reciente caso de los gruñidos radiales y furtivos. Estos rancios ejemplares de “argentinosaurus” mediante actos reflejos y nostálgicos, juegan el simulacro de usurpar el Estado; ya que lo necesitan otra vez como propiedad y hábitat. Para reducirlo, enajenarlo y desaparecerlo. Por eso no hay que ilusionarse con que el último dinosaurio y el último gorila se vuelvan al museo: puesto que se reactivan cíclicamente porque los grandes medios les proveen su sustento. Y sean herbívoros, carnívoros u omnívoros renuevan sus escamas, sus pelos y sus odios bestiales. Son argentinos, aunque presumen serlo más que toda la fauna. Y mientras acechan y conspiran, tras las parvas de soja y las bobinas de Papel Prensa, se mueren por cantar a cada rato el himno y de paso escandalizarse de la pobreza. Dinosaurios y gorilas nunca faltan en nuestro bestiario político.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 16 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

martes, 15 de diciembre de 2009

A cualquier precio, no

No sé hasta qué nivel cualquiera de nosotros se tiene que esforzar por vivir su vidita cuando ésta es sentenciada al umbral del apagamiento. O cuando ya se está más allá que acá, y cuando sobrevivir con angurria a lo sumo promete un devenir exhausto. Es antiguo el debate acerca de si se justifica que se salve una vida aplicando los recursos humanos y científicos más costosos, mientras tantas vidas se apagan carentes de la más básica asistencia. Hay empeños de socorro que aparecen más privilegiados que otros. No me refiero al afecto extraordinario que puedan mantener con la sociedad ciertos seres excepcionales y que los amerita para recibir mayores empeños. Sino a la duda acerca de si un salvataje se puede permitir avasallar el último rescoldo de la vida, soplándola artificialmente un ratito más, compitiendo con el poder de la naturaleza. Sé que también hay una sensación de injusticia cuando muere un joven en lugar de un viejo. O un valiente en lugar de un cobarde. O un grande en lugar de un insignificante. Y sé que lo que voy a decir excede mi modesta ignorancia, pero cada vez que veo a un paciente en estado grave o moribundo, ubicado por la sociedad en lugar de exclusivismo médico - sea por su poder, su riqueza o sus méritos- , siento que se produce un voluntarismo imprudente en el designio de la vida. Y otra vez la inequidad de la economía pero en la asistencia. Acaso tenga la fantasía de que sería hermoso esperar la muerte con la dignidad de la vida vivida. Todos iguales. No entregarse: esperarla. Como esos elefantes que sintiendo el final se apartan de la manada para morir a solas. Mi deseo – que no sé si seré capaz de cumplir- es desechar toda intromisión exagerada en mi cuerpo que tienda a su forzada supervivencia. Y no estar expuesto a la indefensión para que otros determinen sin mi conciencia. Ninguna costosísima sobredosis de vida justifica la continuidad de un producto físico ya en el tramo de liquidación o de saldo. Entiendo los afanes científicos; también los afanes de un enfermo condenado, y empeñado en que su condena gotee por desesperado aprovechamiento tecnológico. El dilema es dónde está el límite para que esa obstinación no ofenda a la vida. Y donde lo heroico no termine siendo la tortura del héroe. Otra duda son los partes médicos públicos: presumen responder al humanismo pero proveen al mercado. Son la usurpación sin pudor de la decadencia orgánica privada. A ningún organismo, creo, le sienta ser expuesto en la vidriera del extremo deterioro. Lo que quiero decir es que no vale tener tanta gula por la vida cuando ella ya quiere renunciar a dárnosla, y cuando el resultado de la insistencia sería una vida irremediablemente menguada. Si el guerrero debe morir con las botas puestas, parangonando habría que morir con la vida puesta, y no manteniéndola agarrada a camillas, quirófanos, rezos y tribunas. No sé por qué digo esto a esta altura del año. Es que creo que la vida nos merece vivos, pero no a cualquier precio.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 15 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

viernes, 11 de diciembre de 2009

El personaje del año es el enano fascista




Evolucionó. Se merece ser el personaje del año por las alturas que alcanzó siendo enano. Sobre todo porque durante la democracia se reprodujo sin parar aunque de un modo más imperceptible y enánico. El antepasado del enano fascista era frontal, impúdico: se pavoneaba de serlo y de ejercerlo. Tenía tanto orgullo que salía a flor de piel hasta vestido de militar. En las dictaduras se sentía en plenitud. No necesitaba disfrazarse de demócrata como ahora. Pero en esa evolución hipócrita, y aún sin dejar de ser enano ni fascista, aprendió a reconvertirse a través de actitudes de apariencia y disimulo. La “Inseguridad” es el flamante y fértil territorio donde reaparece con ínfulas. Como no se pueden inventar guerrilleros ni terroristas hay que crear una nueva amenaza a nuestro estilo de vida. La Inseguridad es ese nuevo señuelo con que la derecha demoniza. Lo que se lee, ve y escucha en los medios acerca de ella, es la nueva consagración del fascismo. Esta vez disfrazado de sujeto pacifista que solo quiere seguridad y orden. Así las víctimas y deudos tocados por el dolor se dejan ocupar por enanos fascistas y salen a refregarlos por micrófonos y cámaras. Cuentan con la alianza voluntaria u obediente de periodistas dispuestos a complacer al público como en el circo romano: allá con leones carniceros, aquí con clamores de castigo indiscriminado y represión preventiva. Orden o caos grita el enano fascista acusando al voleo a portadores de paco, de tatuajes y pobreza, para sacarse las ganas de venganza. Como una epidemia de enanismo, el fascismo de acabar con la inseguridad recorre toda la sociedad argentina. Tanto desde los líderes de opinión y gobernantes, hasta los ciudadanos anónimos que se sienten acompañados en el miedo.
El enano fascista viene armado y decidido a desplegar sus tareas disciplinarias. De continuar esta reproducción en cadena está en camino de llegar a gigante. El jueves en la nota publicada por el diario la Nación, con orgullo republicano en la tapa, el intelectual Abel Posse no se reveló un enano fascista. No, porque su tamaño se había superado y en él el enano es un gigante demasiado ostensible. En el final de su texto Posse se agranda y se expande en si mismo, y dice: “¿Qué hacer ¿ Qué cantidad de poder tendría que tener el futuro gobierno democrático después de la demolición institucional de los K y de la anarquización y desjerarquización e indisciplina que van de la misma familia al colegio, a la universidad y que cubre tantos aspectos de la vida comunitaria?”. Imaginen ustedes qué poder sugiere Posse debería tener ese futuro gobierno disciplinario. Cuánta fuerza para sanear el ecosistema extraviado y desmilitarizado. Subsiste un error de llamar enano fascista al enano fascista: ya que es honrar la insignificancia de su tamaño como si fuera un enano estable. Y sin percatarse de que sigue creciendo. Detrás de tantos enanitos que crecen en la farándula, en las voces asustadas de vecinos instigados por los medios, en rabinos y moralistas desinfectadores del Mal, en gobernantes arrastrados demagógicamente a la saga de los enanos, el fascismo se agiganta. La Inseguridad es el nuevo mal de la patria que hay que salir a aniquilar. Hace poco en Rusia se produjo el hallazgo de restos del cráneo de Hitler. Para qué irse tan lejos, si por aquí hay esparcidos más restos que en ninguna otra parte. ¿O cómo hay que llamarles a los enanos fascistas y a los fascistas gigantes que claman sedientos de seguridad con una bala en cada palabra? La democracia es paciente.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 11 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

El misterio fascina por el misterio y el charlatanismo.

Los Pomar ya dejaron de ser un misterio: ya son una certeza. Una tragedia. Cuatro camillas de metal cubiertas con bolsas de plástico en la Morgue. Durante 24 días se tejieron, urdieron, deliraron variadas hipótesis : las más estrambóticas fueron la de un probable rapto extrarrestre o un suceso paranormal ajeno a la razón humana. Se consultaron videntes y brujos en los medios para tantear el mundo desconocido. ¡Se dijeron tantas cosas! Y quienes las dijeron no deben rendir cuentas porque es libre el devenir del pensamiento y libre propagarlo libre de pudor y de complejo de inconsistencia. El auditorio, la platea no reclama por mala praxis periodística mientras el misterio sea entretenido. Se dijo que el señor Pomar era violento, que podía tener deudas peligrosas, que padecía depresión de riesgo, que podría haber atentado contra toda su familia, que podría haber sido secuestrado por una mafia, que podría haber planeado su huída fuera de las fronteras, que podría haber tenido un ataque de celos en el auto y provocado una masacre , enterrado los cadáveres de su familia y él estar oculto en un lugar recóndito. La sospecha de que el auto y sus ocupantes podrían estar sumergidos en el fondo de un río o de un estanque fue de mucha aceptación por el público. ¡Cómo iba a desvanecerse en un viaje toda una familia! Dónde comen, dónde duermen, cómo mantener la clandestinidad y la tranquilidad de las pequeñas. Una urdimbre de suspicacias y rumores y diagnósticos sicológicos y hasta desviaciones presuntas y perversas horadó durante días la intimidad de esa familia ya mortalmente indefensa para desmentir las calumnias a canilla libre. Y de pronto el misterio se devela en una curva del camino. Ahí nomás. Todos muertos, al parecer por accidente. ¿Por qué no los encontraron antes, por qué no rastrillaron esa zona con perros, por qué no pensaron en lo obvio, por qué nadie vio nada en tanto tiempo? Ahora el misterio resuelto da lugar al comienzo de otro misterio: el del desenlace. ¿Es esta la resolución, es ésta la revelación del enigma, hay que creer algo tan probable y tan simple? ¿Cuatro muertos y ya está? ¿No es poco? ¿ Y si hay algo detrás? El público espera más todavía. Por eso acudió en caravana al lugar de la tragedia como quien acude a un destino de peregrinaje o al de un fenómeno. Los medios preferirían que la saga se alargara y agitara en la polémica. El final no les rinde ni les sienta. En tanto, muchos calladamente se ocuparon de buscarlos todo este tiempo; otros, gratuitamente cargaron a la familia con inmerecidas versiones. Éranse “los Pomar”. Si no fuera una herejía yo diría que luce como un sonido literario. Un apellido “borgeano”, lacónico y criollo. Cuánto se dijo y se seguirá diciendo a través de esta historia. No hay nada más fértil que el misterio para hacer crecer el charlatanismo.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 9 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

Guarda con el Big Mac

No crean que comer un sandwich de la hamburguesa más famosa del mundo es solo un acto biológico y cultural más o menos placentero. Es más que eso. Ya que una de las claves económicas argentinas está en el Big Mac. La hamburguesa imperial por antonomasia. Los habituales augures ortodoxos acaban de revelar la escandalosa situación por la cual un Big Mac cuesta en la Argentina más caro que en Nueva York. Lo que desnudaría nuestra angustiante situación nutricional e inflacionaria. Su precio aquí es de 3,64 dólares y en EE.UU. 3,57. La exigua diferencia- 2% en contra- igual sirve para teorizar acerca del escándalo de que cómo nosotros vamos a pagar más que un neoyorquino próspero. Como se sabe- o no se sabe-el Big Mac es un índice creado por el semanario inglés The Economist como convención para comparar precios entre los diversos países. Se mide cuanto cuesta en dólares un Big Mac aquí y cuánto allá y se establecen así las diferencias o paridades en relación al nivel de vida. Las personas que no comen Big Mac se joden ya que deben recurrir a comparaciones más complejas. El choripán no sirve para eso porque es un producto de consumo autóctono. Aunque se podría comparar el precio de un choripán en un tenderete rutero, con uno servido con una hebra de eneldo en una parrilla vip de Puerto Madero. La diferencia entre el barato y el caro es de cuatro o cinco veces. Pero volvamos al Big Mac. La elección de la difundida hamburguesa como símbolo de relación económica popular es la prueba de la globalización de la carne picada aglomerada y producida serialmente. También es una forma de comer. O de engullir. O de instigar el terror al ayuno. En toda ciudad que se precie se consumen Big Macs.
Los verdugos de los números y estadísticas ya han registrado que un nicarueguense para comprarse un Big Mac debe trabajar seis horas y media mientras que un japonés solamente diez minutos. En la Argentina basta una hora de empleo doméstico. Yo no entiendo por qué un nicarueguense va ser tan sonso de matarse seis horas y media para comerse un Big Mac en dos minutos. En Islandia, país que hasta hace un año era considerado el modelo de la opulencia liberal, y ya desbarrancado al peor estilo default del radicalismo argentino de 2001, se acaban de cerrar los últimos Mac Donalds. Porque el Big Mac islandés ha subido al precio más alto del mundo: siete dólares, y se ha vuelto inconsumible. Hasta ahora los más caros se venden en Noruega y Suiza donde cuestan casi seis dólares, pero allá los pagan sin darse cuenta. Ya hay aquí torturadores lácteos maliciosos, que se entretienen en alertar que un Big Mac en la Argentina equivale al precio de 11 litros de leche; mientras que en el Brasil equivalen a apenas cinco litros. No sé qué tiene que ver la leche con la carne picada pero todo sirve para todo con tal de taladrar la susceptibilidad del sensible ciudadano consumido por la crueldad kirchnerista.
Ahora llega el verano. No se sabe si en Punta del Este el Big Mac va a costar el doble que en Buenos Aires y Mar del Plata. Pero cueste lo que costare, en Punta del Este el que quiera Big Mac que le cueste. En el mundo, ya hay quienes aburridos del índice de la hamburguesa están creando el índice Ipod. Argumentan que es más fidedigno porque mientras el Big Mac tiene costos de producción distintos según los países, el Ipod solo viene de China. No hay cuentos como los económicos. Y más si son chinos.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 8 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Vade retro Satanás

Del nuevo Parlamento, con nuevas minorías y nuevos pensamientos, se esperan avances y mejoras. Imaginar o especular con lo contrario es infundado nihilismo o mero rencor oficialista. Nada hace sospechar que esta composición legislativa, con flamantes aportes republicanos, vaya a alentar un retroceso. El retrato de Videla descolgado en el colegio Militar no volverá a ser colgado; el edificio de la ESMA no será devuelto a su oscura historia militar; los nietos de desaparecidos recuperados no volverán a su situación de apropiados con identidad apócrifa; los genocidas y torturadores sentenciados no recobrarán la libertad perdida; y las asignaciones universales por hijo y la cuota especial para jubilados no serán anuladas. Creo. Tampoco el nuevo Parlamento devolverá los aportes a las AFJP ni desaprobará la Ley de Medios aprobada, ni se le va a ocurrir que los productores de soja dejen de pagar retenciones y renuncien a la fumigación tóxica con glifosato. Sería fantasioso pensar que las nuevas cámaras legislativas no aspiren a investigar a Papel Prensa, o que quieran que el fútbol vuelva a su antiguo monopolio. Los nuevos representantes del pueblo van a querer que se mantenga el superávit fiscal, que los trabajadores sigan discutiendo sus salarios en paritarias y que el país no abandone su integración a la unidad sudamericana. ¿A quién se le puede ocurrir que propongan represión indiscriminada en las calles y en los barrios bajos? Tampoco habría que imaginar que presione para cambiar la Corte Suprema o que oriente la economía según los intereses de la banca, la UIA y la mesa de Enlace. No. El flamante parlamento se afanará seguramente en el progresismo político. La inclusión antes que la exclusión. Propiciará el derrame y no la succión. La prevención y no la extremaunción. Antes Milagro Sala que la UCEP. Antes Zaffaroni y Sain, que Bergman y Blumberg. Antes Federico Luppi que las divas del patíbulo. No buscará que la Iglesia recobre su ideario educativo y sexual; ni que al Tedeum del 25 de Mayo se le devuelva el estatus que tenía en los años sagrados. El nuevo Congreso es toda una expectativa a favor. Ayudará a la gobernabilidad; permanecerá unido por amor a la patria; y corregirá aquellos temas en los cuales el gobierno falla. Sería imposible que los representantes que llegan de refresco pretendan retrasar lo avanzado. Probablemente con la nueva composición de las cámaras el actual gobierno quedará como conservador y retrógrado. Los nuevos representantes ejercerán evolucionados y progresistas. Las señales ya se están viendo. Estos días son una fiesta de los grandes grupos mediáticos. Las izquierdas antioficialistas confían felices en la derecha, hasta que la derecha vuelva a entristecerlas. Y el veto presidencial será el demonio que relegará al Indec al papel de gnomo. Vade retro Satanás. Para exorcizar al diablo nada mejor que un crucifijo de cardenal o el nuevo progresismo diestro parlamentario.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 7 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Los "malos"del oficialismo malo

El oficialismo es malo enteramente. Todo. Partícula por partícula. Esta es una verdad de Dogma; una Ley no promulgada pero instalada básica y opositoramente. Consiste en dar por cierto que del oficialismo no sale nada bueno, ni en sus filas milita nadie que no sea malo. Lo malo es intrínseco a este Gobierno. Los nombres de esos malos resuenan en los medios como en el Far West resonaban los de los forajidos que sembraban el terror en pueblos y ciudades. Pero sin duda el malo más malo entre los malos es Guillermo Moreno. Su siniestra consagración no es proporcional a su relativo rango como funcionario de categoría menor respecto de otros más influyentes. Moreno es el malo. Y no deja de ser una curiosidad ¿Por qué el oficialismo otorga ese poder maléfico a un funcionario de escala tan modesta? Este primer puesto de Moreno es sostenido por los medios preeminentes, por el mundo empresario, por los lobbistas, y por el Campo que es tan bueno. Como él no hay ninguno: ni siquiera Hugo Moyano, quien últimamente parece aspirar a superarlo. El ministro Julio De Vido es un malo clásico. Es tan obviamente malo que nada de cuanto diga o haga es ni siquiera neutro. Ya que es siempre malo. Menos rústico que aquellos ya nombrados, de Vido es un malo de maldades furtivas: todas inherentes a la Caja y al Retorno de las licitaciones macro. Para la opinión pública los malos lo son, con o sin prueba, o fallo judicial. La mala fama es suficiente. Si el río suena… Malo oficialista es D´Elía. De tan obvio no hace falta adjetivarlo, ya que D´Elía es para los medios un adjetivo descalificativo en si mismo. Malo, malo, es el Indec aunque no sea un ser humano. En ese rubro de maldad conceptual figura también el Consejo de la Magistratura, sospechado por la magistratura ética opositora.. Y al índice o al vademécum acaba de ingresar Juan José Zanola. La cárcel hoy lo distingue sin eufemismos. Es un ya viejo malo, que era poco renombrado en comparación a otros más famosos de su género. Cualquiera de los sindicalistas llamados “Gordos” son malos por antonomasia. Otros malos oficialistas son Hebe de Bonafini, y casi todos los intendentes del Conurbano; y si Boudou insiste en investigar a Papel Prensa va a ser más brutalmente incorporado. Néstor Kirchner es el malo decano. La presidenta es la mala en ejercicio que no alcanza la alta graduación de su predecesor y marido. Y hay que estar atentos al juez que se le ocurra apurar el ADN de los hijos adoptivos de la señora de Noble. Será un malo flamante de rápido ascenso al podio de los más malos del oficialismo. Pocos son los malos que ejercen como periodistas oficialistas. Hay que tener lo que hay que tener para serlo. Se trate de dama o caballero. Porque en las listas más poderosas y hegemónicas sobran en número los periodistas oficialistas de la oposición. Al contrario de los oficialistas malos, éstos de la oposición son oficialistas buenos.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 4 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Por boca de ganso y repetir como un loro

A nadie debe gustarle que le digan que habla por boca de ganso. Sin embargo hay personas que hablan por boca de un diario, de una radio, de un periodista, de un locutor o de un taxista. Se les nota enseguida esa situación ya que cuando hablan y uno los escucha siente que no hablan ellas sino que esas personas son un eco reproductor de algo que leyeron u oyeron y que transmiten o divulgan sin haber puesto en duda o sin consultar eso que repiten como gansos. La tragedia de repetir lo que otro dice es ignorar que lo que el otro quiere es precisamente que repitamos. Ya que su interés está en hacer creer eso que dice y que le reporta ventajas o beneficios. Estos pueden provenir de un negocio determinado o de un no menos determinado interés político o religioso.
Todas las frases o dichos populares tienen su sentido y su origen. “Hablar por boca de ganso” nace en el siglo dieciséis. Por entonces, cuando se sacaba a pasear a los chicos fuera de la escuela, el preceptor iba delante y estos en fila detrás. Igual que sucede entre los gansos: la madre guía a los gansitos que la siguen mansamente. Cuando la gansa madre o el ganso padre graznan; graznan los gansitos. También los chicos de la escuela de aquella época repetían lo que decía el preceptor, porque no tenían libertad para decir algo por si mismos y ni siquiera se les ocurría. El preceptor era dueño de la palabra base y los alumnos los encargados de ir repitiéndola.
Y aunque no supieran el significado de aquello que decían, marchaban muy orondos obedientes a la voz del preceptor. Y aún así hubo reyes, presidentes y dictadores que de chicos fueron gansitos y de grande gansos. De ahí dicen que viene el refrán.
Nadie imaginó que siglos después en la Argentina muchas personas adultas se han ido resignando a hablar y pensar de acuerdo a lo que les transmiten los medios. La comodidad de confiar en este o en aquel diario, en este o aquel comunicador les enfría y relaja cualquier intento de duda o desconfianza. En esta era de la comunicación ultra cada uno debe auto medirse y constatar cuanto tiene de ganso. Hay otro refrán, más fácil de entender: “Repetir algo como un loro”. A partir de América los europeos empezaron a conocer a las aves tropicales: papagayos y loros. Y se asombraron de que estos pájaros al oír hablar a los humanos que los criaban repetían exactamente eso que aquellos hablaban. Naturalmente que el loro no entiende cuanto repite. Tampoco el ganso es consciente de que se usa su nombre en ese dicho desdeñoso. Pero lo triste es que haya tantos humanos que sin saberlo, repiten algo como loros. Si ponemos atención a nuestro comportamiento, se verá que hay momentos en que cualquiera se convierte en papagayo. Otros lo son en todos los momentos. Cada tanto me contagio. Los más proclives a padecer esta enfermedad somos los periodistas y comunicadores. Aunque últimamente hay casos de periodistas que repiten lo que les dictan; pero se olvidan de este detalle y se convencen de que hablan o escriben por si mismos. El ganso no sabe por qué grazna, pero grazna.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 2 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.

martes, 1 de diciembre de 2009

El síndrome de las fiestas y la condición humana

Es un síndrome complejo. Y si se piensa, innecesario. Del síndrome participan voluntaria o involuntariamente las familias. Sean la de uno u otro lado; la de ella o la de él; o la propia, a solas y privada. Hay protagonistas y efectos recurrentes ya clásicos: suegras y suegros, cuñadas y cuñados, y nueras y yernos antiguos o nuevos que suelen ser los que más influyen en disparar este fenómeno. Los abuelos, aparte de la histórica carga de nostalgia, aportan sus estados de ánimo que en la vejez no son preferentemente idílicos. Y están los bebés y los niños. Juegan un papel trascendente, ya que su propensión al lloriqueo, al caprichismo, y a la eventualidad de que se encastren en el ojo la chispa de una bengala que pasaba por inocua, mantienen a los comensales en un estado irritativo que, contenido por diplomacia hacia los padres, causa estragos orgánicos posteriores. El síndrome de las fiestas se revela por estos días de diciembre, y al contrario del síndrome de abstinencia este es de abundancia. Abundancia de objetos olvidables en su mayor parte y abundancia de saludos y besos a la marchanta. No cuento las tarjetas, los e mails y los mensajes de texto porque para esos hay un gran pozo de la nada donde se introducen al instante de ser remitidos. El síndrome también abunda en ansiedad, en melancolía, en falta de tiempo, en amontonamiento familiar y en un conjunto de fenómenos físicos y psíquicos que responden a los estímulos de época. A los del arbolito de Navidad de plástico no bio degradable que Greenpace considera antiplaneta y a los de los brindis en cadena con prevalencia de bebidas no recomendadas por el manual de enología. El contexto que rodea las vísperas de las fiestas es de alta intensidad de preparativos. Y de consumo. El nivel adquisitivo diferente entre unos y otros, aparte de la categoría según las góndolas sean de primera o de outlet, no cambia las sensaciones de la masa de involucrados. Compitan en el menú el vittel thoné , más obvio que la ensalada rusa y que el peceto mechado con ciruelas ; compitan el chancho asado a la parrilla, donde un voluntario suda por todos; o compitan con la centolla y el sushi, igual el debate interno entre los que van a reunirse adquiere una tensión de beligerancia. Si ir a lo de aquél o a lo de los otros; si evitar a la cuñada inaguantable o al tío chistoso que nunca renueva el repertorio. Si viajar a la loma del kinoto para tener que volver a la madrugada por meandros sombríos; si hacer la fiesta en casa y resignarse a que los invitados lleguen con hambre y ni siquiera traigan un postrecito de morondanga; o si ir a un restaurante y los que pidan vinos caros que lo paguen aparte. Uno de los efectos más riesgosos del síndrome es el stress al cohete que produce. Además de la conspiración doméstica que condena a la maledicencia a la nuera que solo come lechuguita con alita de pollo pigmeo y que no mueve el culo de la silla ni para levantar un plato. El tira y afloje entre la familia de ella y la de él lo gana la de ella. A lo que se agrega el invitado colado que nunca falta y se lanza en la mesa a pontificar sobre la ética y se sabe que a su mujer no le paga la cuota de los hijos desde hace un año. Si algo hay como resumen descriptivo de la condición humana son las fiestas. Ni aunque la tía del inexorable pío nono, por una vez prepare un plato nuevo sugerido por Maru Botana, ni aunque el primo más zarpado tenga lista una batería de fuegos artificiales que aterroricen al caniche toy y amenacen con incendiar la casa, el ritual levanta vuelo. El síndrome contagia en directo. Por osmosis o a la segunda potencia. Para evitarlo habría que esconderse. O no querer a nadie.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 1 de Diciembre de 2009 en Radio del Plata.