Entre las ya legendarias frases populares argentinas, hay una que nos retrata en el eterno descreimiento. Es esa frase que dice: “No va a andar”. Su origen es incierto, pero su autor seguramente no fue Sócrates. Se la oía en un jingle publicitario, y en los años noventa la repetía un personaje de la televisión. Cualquier expectativa a favor, cualquier emprendimiento, merece desde entonces ese desdén de ninguneo: “ no va andar”. Por eso del acuerdo entre Brasil y Argentina; de la mutua empatía entre la Presidenta y Lula; de la diferente resistencia latinoamericana ante la crisis global; o del criterio de mantener el empleo y el consumo : no van a andar. Es como un mal deseo explícito o como una de esas satíricas y nihilistas leyes de Murphy de esas que dicen: “Cuando las cosas están saliendo bien, algo saldrá mal”. O “ Nada nunca es tan malo que no pueda ponerse peor”. Analistas , consultores, periodistas, - mejor rentados cuanto más oscuras sean sus profecías- las propagan alentados por la demanda corporativa. Instigados por los que reciben los beneficios de las ruinas. Como esos que anuncian que no habrá más remedio que volver a arrodillarse ante el FMI ignorando que el FMI está desnutrido y ya no es lo que era. Hay un énfasis nacional de políticos atacados de patología apocalíptica que anticipan que lo que vendrá ¡Dios nos libre!.
Ya sea el apagón absoluto nacional o los narcos en oleadas imbatibles que convertirían a la Argentina en Sodoma y Gomorra, o que las cajas de jubilados serán saqueadas hasta la última moneda, y el “dengue” reproducirá un mosquito del tamaño de un cóndor que causará más desolación que las bombas de nalpam en la guerra de Vietnam. Patriotas que necesitan expandir basura retórica, desechos estadísticos y declamación “republicanista”, pero que no pasarían el ojo de la aguja del embuste y ni siquiera el de la exageración.
Pero ahí están. Ahí se fatigan cavando cada día un presagio negativo, la inminencia de un desastre económico, social y moral. Tienen recursos para imponer el drama porque también tienen recursos para festejar después, si les da resultado. En lugar de investigar y comprobar desaciertos o trampas como seguramente hay en cualquier rubro humano, sacan versiones aterradoras. Hurgan con mala intención en el tacho del pálpito y del infundio, y si no descubren a cada instante un funcionario corrupto se sienten idiotas. O alcahuetes oficialistas. Pero no los acompleja ser oficialistas del poder económico y oficialistas de la oposición. Se burlan del poder que gobierna, porque eso da lustre de independiente. Pero esconden que les sería muy riesgoso burlarse de poderes más nutritivos para no quedarse sin nutrientes.
Al que habría que decirle “no va a andar” es al agorerismo mediático.
Carta abierta leída eñ 24 de Abril en Radio del Plata.
Bravo Orlando!
ResponderEliminarqué bueno es poder leer, escuchar o ver en estos días algo que se asemeje a lo que pienso,
Gracias
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