miércoles, 8 de julio de 2009
El beso incesante, el supendido y el clausurado
No hay noticias antropológicas del primer beso de la historia humana. Se intuye que puede haber sido el de una madre al hijo que nace. Tampoco se sabe si el primer beso pasión fue de boca a boca o de la boca del macho en la nunca de la hembra. O viceversa. Y no importa. Los esquimales se besan nariz contra nariz, y el Kamasutra describe tres formas de besar: aquella en que los labios apenas si se tocan; la del beso palpitante en que se mueve solo el labio inferior y la del beso que incluye los labios y la lengua. Curiosamente fue recién en 1920 que se define el beso francés o de lengua promovido por Volta. Probablemente haya hoy un descenso sanitario de besos. Haya besos suspendidos y besos clausurados. El riesgo, la sospecha y la prevención lo limitan. Es difícil hacer comparaciones de época. O de culturas. Acaso haya habido pocos besos en épocas de guerra o durante la rigidez victoriana. O en situaciones de pestes y epidemias legendarias. O contemporáneas como la peste rosa. La felicidad besa e inspira más que el infortunio. Está esa fotografía del beso, captado por la cámara de Victor Jorgensen en Times Square al fin de la segunda guerra. Un marinero alborozado, de regreso del frente de batalla, besa apasionadamente a una enfermera que pasaba por ahí casualmente. Hoy una escultura de metal replica aquella imagen ya histórica de esos dos seres desconocidos unidos por los labios.
Las sociedades actuales fueron consagrando al beso con naturalidad y abundancia. No hay nada que no se bese- si se quiere- en un cuerpo humano. Desde una pestaña a una cutícula. También se besan animales y cosas. Se besan la tierra, el agua y el aire.
Y hasta hay estupideces contables como los 8.001 besos que prodigó a otras tantas personas un tal Alfred Wolfran de Estados Unidos en 1990 para figurar en el libro Guiness de récords. En la historia del cine se atribuye el beso más largo al que se dan la actriz Jane Wyman y el actor Regis Tooney en la película “Ahora estás en el ejército” de 1914. Dura 3 minutos y cinco segundos. Pero ahora entre nosotros el beso está acechado y sospechado. Ha reducido su fraternidad o pasión indiscriminadas. Se besa de soslayo, higiénicamente; metafóricamente. Hasta aprensivamente. Hay actrices y actores que se recelan en el beso en escena; amantes que se privan; despedidas de andén sin besos.
Es uno de los dilemas de este tiempo argentino: o resignarse al descenso expresivo, si se opta por la abstinencia; o al riesgo del contagio si se besa con el alma. Se plantearía algo así como el amor, o la vida. Apostemos a que los dos ganen.
Carta abierta leída el 8 de Julio de 2009 en Radio del Plata.
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Muy bueno Orlando, como siempre...
ResponderEliminarCreo que el beso suspendido o clausurado tienen en comun con la contraparte del dilema que vos planteas, es decir con la resignación a la depreciación expresiva, un dejo de mezquindad, de asepsia casi puritana, hasta de cobardía diría yo.
Es casi como si algo o alguien estaria aprovenchado este tiempo de incertidumbres para que optemos por la sensacion de seguridad ofrecida por la abstinencia estéril.
Si, seguramente hay mucho de mezquindad y de cobardia.
Un abrazo.
Horacio de Roldan
Absolutamente sí. Los dos ganarán.
ResponderEliminarEl beso es indetenible, la vida... la vida ya es otro tema,ella va, nos lleva, nos tiene aunque los rumbos los siga marcando el enemigo.
Un abrazo,
d.
Desunidos, incomunicados, deprimidos, paranoicos, temerosos, desconfiados. Así nos planean, nos quieren y nos lograrán, en tanto no veamos las verdaderas intenciones de la bestia que se esconde tras la cortina, sosteniéndole la cadena a los perros. Esa que se regocija cobrando los dividendos del miedo.
ResponderEliminarSeñor Orlando Barone: Un placer infinito descubrir su blog. Es la primera vez que entro y estuve haciendo una recorrida por sus post. Lo he escuchado en programas de radio y siempre me resultó interesante su pensamiento.
ResponderEliminarSeguiré leyéndolo.
Un abrazo.
Sergio
Qué mundo este: dar un beso es un acto criminal, un estornudo es signo de sospecha...
ResponderEliminarLe mando un beso.
ResponderEliminarMundo Aquilante!
Que gusto leerlo Orlando. Siempre lo veo por canal 7.
ResponderEliminarAlejandro Dolina llama al beso "salir a cosechar el rojo que florese en la penumbra"
Saludos y buena fortuna.
Lo peor de todo ésto es no tener una decisión tomada en general, todos, toda la sociedad, junta. Pasa con la mano que se extiende con calidez, y uno se siente en la situación infame de tener que negar la propia. Cada vez que uno da la mano y no la niega, puede estar sellando su suerte, y se juega la vida por no ser descortés. ¿Por què tenemos que sufrir tanto? ¿Por qué la sociedad íntegra no tiene una sola voz que asuma la tarea de convocar a todos a tener la misma actitud?
ResponderEliminar¿Por qué un Ministro de Salud no sale a decir que los besos en la boca pueden ser el pasaporte del virus, que hagamos abstinencia por 30 días, todos? ¿Por què no? ¿Qué pasaría si tuvièramos conducta común? Si sabiendo que al finalizar esta desgracia nos vamos a dar todos los besos que no nos dimos, que vamos a apretarnos con los amigos por lo que no nos abrazamos, todo sería más fácil. Un tiempo de abstinencia inteligente, mancomunada, por amor a la vida de todos y cada uno, por amor a las madres y padres de los hijos que pueden quedar huérfanos. Por amor, por amor, por amor intenso al gènero humano, por favor, abstengámonos. Cuando esta pesadilla termine, que terminará, el tiempo va a parecer un instante. Y nadie recordará este sacrificio pequeño e insignificante en aras de tanto dolor posible. Seamos inteligentes, acordemos entre nosotros. Y los que puedan hablar para miles como usted Orlando, asuman la representación de la comunidad y tiren al ruedo la idea de un compromiso de todos con todos. El que lo haga puede erigirse en un líder natural, sin oropeles y sin poder, de esos que hacen el bien porque sí.
me gusta besar
ResponderEliminarA mi también.
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