¿Cómo supieron los más humildes vecinos de Roma que ese día de aquel año 476 a la muerte del emperador Rómulo Augústulo, también se moría el imperio romano de occidente?
Las servidoras, los esclavos, labriegos y artesanos de aquella Roma de Césares, tribunos y gladiadores, ¡vaya a saberse! de qué modo hoy inimaginable se daban por informados del acontecimiento. No había televisión, Internet ni Black Berry.
Difícilmente fueran conscientes de que estaban siendo testigos y partícipes involuntarios de un derrumbe histórico. Tampoco podían imaginarse que, muchas generaciones después, la época de la que eran protagonistas sería descripta por estudiosos y difundida en libros.
Y es probable que aquellos humildes romanos tardaran años o se fueran muriendo sin darse cuenta que habían dejado de ser envidiables ciudadanos imperiales (por más míseras vidas que tuvieran) para ir convirtiéndose en habitantes sin rango, de un nuevo mundo para ellos desconocido.
Más fácil les fue a los ciudadanos de la unión Soviética- y a los de todo el mundo- enterarse al instante de la caída del Muro de Berlín. Un muro de 45 kilómetros, que va cayéndose a maza y a pico, hace ruido. La noche de aquel 9 de noviembre de 1989 los habitantes del imperio comunista dejaron de tener ese sello. Y los alemanes empezaron a ser otra vez totalmente alemanes.
Es menos clara, hoy, la caída del imperio capitalista. No tiene una fecha precisa. Al menos hasta ahora. Aunque tiene indicios anticipatorios o como mínimo, amenazantes.
Cada noticia del paulatino desplome económico y financiero de los más grandes países, repercute entre los damnificados de modo directo o indirecto, pero confusamente. Pocos seríamos capaces de tratar de escribir en números y acertando los ceros, la cifra de 16 billones de dólares de la deuda norteamericana. Paladas de divisas y de oro- que nos asombra estén en alguna bóveda de acero, siendo que se proclama la ruina- intentan el socorro del viejo paraíso, a la par que se posterga en la zozobra a la mayoría indefensa. ¿Cae el imperio? Poco importan los buenos o los malos deseos.
Somos testigos plenamente informados del acontecimiento. Sobran sabios que opinan que la caída es inminente y sabios que opinan lo contrario. Y tantos ignorantes que escuchamos, miramos y leemos lo que pasa en el mundo sin llegar a entender o mal entendiéndolo.
Desde las pantallas comunicadores, opinadores, analistas bien trajeados y serenos- algunos arrogantes y sonrientes, todos impecables como si nada sucediera- nos van contando las minucias de la hecatombe. Humoristas y chistosos entretienen a los públicos con alusiones festivas al colapso.
Por detrás de los que relatan el marasmo, la televisión enfoca escenas de incendios, de indignados y de rebeldes de distintas ciudades, como si esas escenas correspondieran a otra realidad y a ésta que sostiene a los prósperos comentaristas del derrumbe.
En medio de esta situación los informados del colapso del mundo de clase AAA, siguen yendo al cine, comiendo en restaurantes o viajando como turistas. O más modestamente compartiendo la vida en familia. E incluso sacando un crédito a largo plazo como si la confianza en poder saldarlo no tuviera nada que ver con aquello. Tampoco por eso los enamorados dejan de hacerse promesas para toda la vida. En tanto no cesan de anunciarse por doquier los millones de dólares o de euros de cuantiosos contratos de ídolos del show o del deporte. Ahora mismo, con índices de desempleo y desahucio en ascenso, debe haber en las antesalas de cirujanos plásticos miles de pacientes dispuestas.
Si en aquella Roma del fin del imperio había ciudadanos ignorantes que seguían sus vidas como si nada, también en los Estados Unidos y en Europa, hoy más de quince siglos después, la sociedad contemporánea sigue haciendo planes para el próximo fin de semana.
Hace más de setenta años Orson Welles, desde un programa de radio anunció una falsa invasión extraterrestre a los Estados Unidos. Miles de norteamericanos aterrados salieron a las calles en bombachas y calzoncillos.
Compárese aquella broma con lo que ocurre hoy realmente. Y se verá que los humanos entramos más en pánico ante el menor indicio de supuestos invasores extraterrestres, que ante la real invasión de los saqueadores terrestres.
Orlando Barone. Para Agencia de Noticias Télam. 11 de Agosto de 2011.
Lo que pasa,Orlando,es que la gente común está inmersa en sus problemas inmediatos que hacen a la vida cotidiana.La gran mayoría que lee los diarios y mira tv,sabe lo que está pasando,pero no analiza en términos mediatos el problema.La protesta de los estudiantes chilenos no le llega porque ocurre en otro país.Acá la educación pública está asegurada en forma gratuita en todos sus niveles,así que miran con indiferencia lo que ocurre en el país vecino.De la misma manera,el tremendo problema racial que se vive en Londres y que está íntimamente ligado a la marginalidad de sus protagonistas,debido a la exclusión injustamente prolongada y acrecentada en los últimos años,tampoco hace mella en el burgués argentino.La situación de los “indignados” quizás le llegue un poco más debido a los fuertes lazos que unen a muchos de los integrantes de nuestra sociedad con España,pero…ahí.Es posible,en cambio,que a la clase alta le preocupe la caída de las Bolsas.Eso toca su bolsillo y cuando a la gente le tocan el bolsillo…ya sabemos lo que pasa.Habría que preguntarse,de acuerdo a su última reflexión,si los extraterrestres invadieran el planeta,cuál sería la reacción de estos últimos:saldrían en paños menores a la calle como describe usted o pondrían a buen recaudo primero sus preciosos bienes?
ResponderEliminarSiguiendo la línea de pensamiento,digo que todo cumple un ciclo.Así como terminó el Imperio Romano y el comunismo así también inexorablemente llega el fin del capitalismo.Es posible que esta generación no llegue a verlo pero es un hecho que vendrá.La inteligencia de los gobernantes estaría en preservar en toda su magnitud los bienes naturales porque de ellos depende la salvación de la especie.Pero no lo entienden,prefieren gastar enormes cantidades en máquinas bélicas como si hacer la guerra fuera lo más trascendente.Nosotros,los seres comunes,que no tomamos grandes decisiones,podemos,en pequeño,propender a tal fin en la medida que nos toca,ya sea educando,o actuando en esa dirección,porque todo ser vivo ocupa un lugar importante en el mundo y,aunque ahora no lo veamos,no podemos ser tan necios de creernos superiores al límite de exterminar sin sentido la vida que nos rodea y que,como seres pensantes,debemos cuidar y respetar,para nosotros y las generaciones venideras.
ResponderEliminarMaría Berta, si te gusta tanto extenderte, abrite un blog. Pelele.
ResponderEliminarCapitán, voy a ser breve.¿Quien lo nombró cuidador de espacios virtuales?
ResponderEliminarLa soberbia ambición de agredir desde el anonimato... que triste personaje puede estar detrás de semejante comentario vacío.
ResponderEliminarMaría Berta tiene derecho a explayarse porque ese derecho se lo da el dueño del blog.
La fantasía del 40+1 (porcentaje más un voto para ganar sin balotaje) comienza a desinflarse porque ni sus creadores ya tienen la convicción para defenderla, comienza la Operación Choripán Duradero. Sobre datos nacionales, entrevistados los que han votado en 2009 y manifiestan que seguro o muy probablemente irán a votar en las presidenciales (70 por ciento del padrón general), el 25 por ciento dice que lo hará por el kirchnerismo. Las demás encuestas, lamento comunicarles, son MENTIRA.
ResponderEliminarEl 25 por ciento de los que votan constituye el 32 por ciento de los votos positivos. Casi 10 puntos abajo del sueño del 40+1. Es decir, hoy están como estaban en la noche de Junio de 2009 cuando perdieron por dos puntitos de mierda en Buenos Aires.
Y mi última recomendación: Controlen la que toma Cristina. Cuando el chico Ferreyra aun estaba tibio en la morgue judicial ella hacía chistes sobre el tamaño de las frutillas. Ahora, piden guita vía mail en el Anses...
Atilio, gracias por la brevedad.
el pibe este, el anonidiota parece que tuvo una sobredosis de discursos de ricardito & lilita.
ResponderEliminarPobre perjil, dejenlo correr.
El idiota nunca se sabe idiota.
"¿Cómo supieron los más humildes vecinos de Roma que ese día de aquel año 476 a la muerte del emperador Rómulo Augústulo, también se moría el imperio romano de occidente? "
ResponderEliminarRómulo Augústulo no murió en 476, sólo fue depuesto:
http://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%B3mulo_Aug%C3%BAstulo#Despu.C3.A9s_de_la_abdicaci.C3.B3n
Ernesto,
ResponderEliminarUd. sí que está en los datos importantes.