
La desvaída situación de los presuntos, probables e inestables candidatos de la oposición a tener chances presidenciales, ha desatado un desesperado recurso dialéctico y conspirativo. Si no pueden con los suyos- operan suspicaces- se procurará ganar con uno de ellos. De los otros. Y ese sería Daniel Scioli. Otro Cobos, pero este sí con un caudal de votos in crescendo. El barrilete así lanzado con ventilador es un caso impúdico de triunfalismo infundado que fantasea con adueñarse de la exitosa fuerza del adversario que traicionaría a su partido. Ese de la traición es el señuelo que los tienta, como si el fracaso del traidor mendocino original no les fuera suficiente.
Entonces, operadores de la oposición fogonean el deseo de que el Gobernador de la Provincia, en lugar de ser el aliado optimizador del kirchnerismo se vuelva su inesperado enemigo y vencedor. El diseño a “piacere” le confiere la sospechosa condición de sospechado de lealtad provisoria. Y los intencionados analistas se ponen en sicólogos y le diagnostican su inconsciente dudante a distancia. Es curioso Scioli intranquiliza a la oposición porque presume que es uno de ellos que equivocadamente juega para los otros.
Lo que la propia vacuidad política y la escondedora posición ideológica opositora no consiguen con sus propios candidatos, lo quieren obtener torciendo la voluntad del adversario. Así, el perfil político del Gobernador, algo ajeno a la intensidad popular tradicional peronista, les sirve de argumento. Y aprovechan para involucrarlo en una intrincada red de conspiraciones que los medios atizan para tratar de arrastrarlo fuera del palco presidencial y atraerlo a las filas opositoras. Que son las que los grandes medios protegen y condicionan.
Aunque ninguna expresión explícita ni pública de Scioli permitan alimentar tales sinuosidades y murmuraciones; siempre encontrarán alimento anecdótico que avivará el complot palaciego y el conventillo público.
Esa tramoya es un oscuro deseo de impotencia. Es cierto que nadie podría ser garante de la actitud futura de nadie, ni de si mismo. Y menos en un contexto donde el transfuguismo, la versatilidad y la contradicción atraviesan los estados de ánimo del sujeto ciudadano y político. Si eventualmente Macri puede ser peronista y Pino Solanas Felipe Solá antiperonistas; Bergoglio podría jugar a ser musulmán y el socialismo de Binner ya consiguió ser evanescente,es lógico que a la oposición Scioli le sirva de consuelo preeleccionario. Así como Cobos le sirve de entretenimiento para deprimirse por anticipado.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.