miércoles, 30 de septiembre de 2009

Del Big Bang al “caos” de juguete

A todo cuanto hoy los medios llaman “caos” antiguamente se lo llamaba desorden, confusión, trastorno, revoltijo, embrollo, desconcierto. Incluso más popularmente se decía batifondo, quilombo, despelote. Sobraban y sobran las palabras que definen una situación de alboroto. Ahora es caos. Hay caos de todos los tamaños. Caos vehicular, caos para entrar a un estadio, caos para conseguir una entrada a un festival, caos por una protesta de vecinos, caos porque llueve o cae granizo, caos por recibir a un personaje famoso, caos político, caos financiero, caos social, caos estudiantil, etc. Extrañamente esa palabra –caos- antes de caer en poder de los medios argentinos tuvo un origen distinto: significó, abismo, espacio tenebroso antes de que naciera el orden del mundo. El génesis dice: “La tierra estaba desierta y vacía; había tinieblas sobre la faz del abismo”. Ya no: ahora hay amontonamiento de autos, amontonamiento de rehenes, amontonamiento de protestas y de piquetes. Sin la gratuidad de esa palabra ningún movilero o cronista de exteriores sería capaz hoy de describir hechos donde hubiera movimiento, acción, enfrentamiento, gritos y grupos alterados o revoltosos. Digamos que aquel mítico Big Bang, al que se refiere Stephen Hawking, debió de ser un caos de “esos” bien grandotes. Imagínese el espacio entrecruzado de estrellas, planetas y satélites, y quartz explotando unos contra otros y echando fuegos siderales y cósmicos, y sin bomberos. Y aunque menos que el Big Bang los terremotos son un caos. Y más contemporáneos fueron caos el Tsunami o el bombardeo de Bagdad si uno estaba allá abajo. No se sabe exactamente cuándo empezó aquí ni quién fue el precursor de su uso indiscriminado. De su banalidad urbana y rezongona. Tampoco se sabe cómo han llegado a ser “caos” el amontonamiento de autos en la casilla de un peaje o un apretujamiento de pasajeros en un aeropuerto de vuelos suspendidos por la niebla. Hay caos tan chiquitos como el de la cola ante la ventanilla de una oficina pública cuyo empleado se fue a tomar la merienda. Durante estos días el caos se ha naturalizado argentino. Los medios se lo han apropiado. A lo mejor llegará el día en que en los manuales se instituya geográficamente el caos. Y se lo sitúe en la Panamericana a la altura de la planta de Kraft- Terrabussi en Pacheco. Hay que tener cuidado con el abuso. Porque de pronto la palabra, en venganza por haber sido manoseada, decide demostrar que no es un juego. Y cansada de ser pronunciada en vano estalla en un caos verdadero. Y no quedan ni la palabra tipeada en letras grandes en la pantalla ni el énfasis vocal de quienes anuncian en las noticias el caos. Mientras al pronunciarla se desvanece el hilo de voz del último movilero.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 30 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

martes, 29 de septiembre de 2009

No le gustan y no le gustan

No le gustan los piquetes. Los piqueteros. Los que agitan los piquetes. No le gustan los cartoneros ni los villeros. Ni los manifestantes, los desocupados y los militantes en las calles. Según el relato de los medios y lo que dicen los sondeos de opinión, y según el comentario promedio, a una parte de la sociedad no le gustan. Tampoco le gustan los gremialistas ni los agremiados; ni los travestis ni las putas; no le gustan los paseadores de perros, ni los perros porque cagan; ni los vendedores ambulantes al paso ni los jóvenes que toman cerveza en las esquinas. Y no le gustan los rockeros tatuados ni las chicas que frecuentan las madrugadas ni los vagos que deambulan por las estaciones. No le gustan los hinchas fanáticos de fútbol y los que pintan grafitti y los que viajan colgados de los trenes y los que viven y duermen en los umbrales. No le gustan. Y si. No le gustan los okupas, los mendigos, los bailanteros, los raperos, y los inmigrantes pobres. Las embarazadas adolescentes, las que se cargan de hijos y las que aprueban el aborto; y los que aprueban la marihuana. No le gustan los perdedores que protestan, los que invaden las calles, los que tocan el bombo. Los gronchos y los grasas, los morochos y remorochos; los sospechosos y los indocumentados. Y los que usan pasamontaña y los que tienen aspecto desarrapado. Y los estudiantes que hacen sentadas y los estudiantes que en vez de estudiar hacen asambleas. Y los docentes cuando hacen paro. A la sociedad no le gustan los empleados públicos y los que viven a costa del Estado. A los medios tampoco. No le gustan y no le gustan. Por suerte hay muchos a quienes no les gustan los que tienen el gusto tan delicado. Porque el gusto es la excusa del no pensamiento.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 29 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

lunes, 28 de septiembre de 2009

“Esa” ley del bautismo múltiple

Algo nuevo ha estado ocurriendo estas últimas semanas entre los argentinos: algo que nos convierte en ciudadanos protagonistas. Es la discusión acerca de la nueva Ley de Medios audiovisuales o de radiodifusión. Bautícela como quiera. Ley del miedo, ley K, ley mordaza, ley chavista, ley intencionada, ley contra un grupo empresario, ley por la libertad de expresión o por la libertad de pequeñas empresas. Ley innecesaria en una sociedad con pobreza. Ley por qué tanto apuro. Ley que distrae a propósito de temas más importantes. Cualquiera sea el lugar desde donde cada uno discuta; desde donde cada uno la apoye o se oponga, el tratamiento público que coloca a esta Ley en escena también nos coloca en escena a nosotros: los ciudadanos. Ese comprometernos en lo heterogéneo y en lo diverso es un significante básico de la democracia. Cualquiera sea nuestro conocimiento o nuestra ignorancia hay en cada uno una reacción instintiva que nos empuja a no desconocer eso que pasa en el parlamento. Y aquí estamos involucrados en el debate, desde cerca o desde lejos; a veces confundidos o absortos; o convencidos de que sabemos por qué tomamos esta posición y no otra. Cuando un tema adquiere esta relevancia; cuando los intereses en juego apelan a todos sus recursos, algo grueso debe de estar desarrollándose e incubando. Algo que aunque aparenta importar a los directamente comprometidos nos concierne a nosotros. Como nos concierne la Corte Suprema, de la cual a veces no memorizamos los nombres de quienes la integran; como nos concierne Honduras, aunque no sepamos donde queda en el mapa. Y como nos concierne a todos – y desde ya a los pobres- la pobreza, pero también nos concierne desde qué lugar de la política y de la economía se la enfrenta con más sinceridad y eficacia. Así que hay que aguantarse este tiempo cargado de “esa” Ley que de buena gana para muchos interesados económicos podría haber seguido en el cajón o en la penumbra sin que nadie la reclamara. Pero de pronto sale; se filtra entre los intersticios de la agenda y se delata y descubre. Ya no se la puede volver a encajonar. Ha salido desnuda y ha desnudado a los intereses. Y también nos desnuda a nosotros. No hay unanimidad ni uniformidad en nada humano. La democracia es precisamente la diversidad. ¿En qué lugar de esa diversidad me individualizo y comprometo? Aún desde la indiferencia estoy involucrado. Una sociedad se hace de disensos y pasiones encontradas. No hay que hacer caso de esas encuestas que dicen que a las sociedades les gustan los gobiernos tranquilos. Los gobiernos tranquilos no cambian nada. Tampoco las ideologías falsamente neutras. Porque actúan para los que ya están satisfechos. O desganados. La llamada “intranquilidad” es el estado de ánimo de una sociedad viva. Así que “esa” ley nos ejercita y nos prueba.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 28 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Este Gobierno se la busca

Ah, si este Gobierno no se metiera con la ley de Medios. Si en lugar de querer dejar sin trabajo a Silvestre y Bonelli, y si en lugar de querer empobrecer a Magneto y a la señora de Noble, y a Vila y a Manzano; y si en lugar de hacer enojar al rabino Bergman y obligarlo a fabricar slogans pegadizos y tener que cambiarse continuamente los kipás caros para salir en el programa de Mariano Grondona, este Gobierno tendría una hinchada vip y no una hinchada camionera que ahora tiene. Y si en lugar de haber permitido esta Corte Suprema con jueces y juezas libertinos que en cualquier momento aprueban el casamiento de hermafroditas y dejan que la novia con bigotes se vista de blanco; y si no se metiera en revoluciones ajenas, de tipos con sombreros caribeños que para lo único que sirven es para retobar a los pueblos originarios que se mantuvieron mansitos tantos siglos. Y si no insistiera en cobrarle impuestos al Campo y en decirle a los tamberos cómo tienen que ordeñar las vacas. Si devolviera Aerolíneas Argentinas, y se retractara de haber estatizado las jubilaciones privadas. Para qué insiste este Gobierno en querer regular la economía que si se la dejara en libertad haría una Argentina grande y llena de inversores y de sojeros patrióticos. Este gobierno se la busca. ¿No le bastaba con los jubilados existentes, que triplicó la incorporación de nuevos jubilados?
¿Qué necesidad tenía de dejar que siguiera creciendo la cantidad de asaltantes y de violadores? Como dice Macri, este Gobierno se la pasa pensando algo perverso las venticuatro horas del día. Después que no digan que no se la busca. Ah, si este gobierno se dejara de molestar a la Iglesia con el libre consumo casero de marihuana, con el aborto delivery y con la persecución a sacerdotes que cumplieron con su deber durante la dictadura.
Y si no hubiera buscado nietos de desaparecidos que estaban lo más panchos, hoy cientos de nietos seguirían felices con sus padres adoptivos en lugar de ser pacientes de psicoanalistas. Qué bien que le iría a este Gobierno si no hiciera las cosas que hace. Y mejor aún le iría si se dejara de joder con esa idea del garantismo, para asesinos que deberían ser fusilados antes de costearles un juicio. Si no se hubiera encaprichado con las retenciones, hoy Cobos sería un vicepresidente tranquilo. Republicano.Y resolvería sus fantasías sanamente corriendo maratones.Y no habría tanta gula destituyente; y la oposición opositora recobraría la partícula “sí” en su lenguaje. Si este gobierno no hubiera querido controlar el dólar, hoy los argentinos volverían a estar felices y también felices estarían los devaluadores y los del Cema. Y los operadores que soplan el riesgo país porque a ellos el riesgo, los refresca. A lo mejor este gobierno se merece los enemigos que tiene. Porque paradójicamente son sus enemigos los que más lo mejoran.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 25 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

El país invisible

Se cuenta que cuando Colón en su cuarto viaje a América llega por primera vez a esa tierra que hoy se llama Honduras enfrentó un furioso temporal. Milagrosamente salvada su nave del naufragio Colón exclama: ¡Gracias a Dios que salí de estas honduras! Aludiendo a las profundidades de esa parte del mar que casi se lo traga. También se cuenta que a su llegada ya la civilización Maya, tan influyente había ido desvaneciéndose. Acaso para encumbrarse más en México, Guatemala y Nicaragua. Todo esto lo acabo de aprender ahora porque de Honduras casi lo único que conocía era la calle de Palermo y aquella desgraciada guerra con el Salvador hace más de tres décadas, bautizada por el periodista polaco Kapuncinsky “la guerra del fútbol” porque se originó entre las hinchadas durante un accidentado partido. Hoy ya sé algo más: que tiene el tamaño de Catamarca y que su prócer referencial es Francisco de Morazán. Por alguna razón así como hay un continente negro y otro blanco, Honduras es- o era- “el país invisible”. Sí, invisible. Nombre con que se lo conocía porque no registraba hechos históricos referenciales y era como si transcurriera en ese ninguneo geopolítico que recién hoy lo ha vuelto infortunadamente protagónico. Honduras no tuvo esa clase de dictadores tristemente novelescos como Somoza, Trujillo y Papá Doc; tampoco tuvo como otros países caribeños grandes tesoros culturales. Ni como Nicaragua la revolución sandinista. Ni como México a Pancho Villa y Emiliano Zapata. Difícilmente un personaje hondureño sea reconocido por su fama y hasta un gran escritor como Augusto Monterroso, al que hicieran más célebre Neruda y García Márquez, aunque nació en Honduras se nacionalizó guatemalteco y así se lo nombra. Lo que sí estigmatizó a Honduras en gran parte del siglo pasado fue su fama de “país bananero”, que también compartió con otras regiones del Caribe a raíz de que la United Fruit norteamericana monopolizaba su comercio chupándose hacia el exterior todos sus beneficios. Estúpidamente hay argentinos que pretenden decir que Argentina es un país bananero justamente cuando algún gobierno popular y distributivo hace lo contrario por no serlo. Hasta 1930 Honduras no tuvo moneda propia; la clase privilegiada gozaba de una vida rodeada de servidores creoles descendientes de negros y pueblos originarios. Fue un paraíso de gobiernos liberales y mercadistas que reprodujeron una continuada pobreza. Apenas sucede la revolución cubana el gobierno hondureño rompe relaciones con Cuba. Pero el presidente Zelaya fue produciendo algunos cambios como su integración al AlBA y sus reformas populares. Por eso se aterrorizaron los apropiadores de las clases dominantes tentándolos al golpe militar apoyado por la corporación mediática, monopólicamente de derecha. Pero en Latinoamérica hay una nueva fuerza de gravedad de la historia. Hoy la embajada clave es Brasil y no como antes, la norteamericana.
Honduras, el país invisible, se está haciendo visible.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 23 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

martes, 22 de septiembre de 2009

El relato, el relator, y el “relatado”

Esto que empiezo a contar es un relato. De modo que relato mi relato. Cada periodista es un relator. Cada consumidor de ese relato, un receptor. Este no está desprevenido y sabe que hay otro sinfín de relatos y de relatores y de receptores. Que hay toda una diversidad posible. Y si el receptor se pusiese a elegir, supuestamente debería encontrar en el surtido aquel relato y aquel relator que necesita y desechar los relatos que no le incumben o de los cuales desconfía. Pero ¿Qué sucede cuando una mayoría de los relatores relatan el mismo relato a una mayoría de receptores? Sucede que los que reciben el mismo relato coinciden acerca de ese único relato. Ignoran otros. Y lo dan por excluyente y por cierto. No discuten su verosimilitud, a la que dan por sentada, sino que confirman su contenido o sus detalles. Pero ¿Y si el relato es mentira? ¿Y si es tan mentiroso que hasta el propio relator se lo cree? También podría pasar que el relator no sea dueño de elegir el relato ya que hay dueños y apropiadores del relato para los cuales trabaja. Y a veces cree saberlo pero no sabe. Es precisamente en este punto donde los receptores deben ser conscientes de la vulnerabilidad del relator. Y la de los receptores que dependen de aquel. Peor aún si el relator es consciente de relatar una mentira por obediencia. O por resignación. Por eso la variedad y multiplicidad de medios en distintas manos, ideologías y visiones, intereses y propuestas es lo que evitaría a los receptores recibir un único relato. Pocos y concentrados dueños de las fuentes- como hay hoy- pueden acordar un relato uniforme obrando como poder privado camouflado en lo público. Y relatores alimentados de igual fuente de relatos es como si fueran uno solo. Y así los receptores se acostumbran a una limitación informativa, y a que una realidad múltiple sea relatada en un único e interesado relato. El desafío será poder reproducir la mayor cantidad de fuentes de relatos. Intentar que con la nueva ley más relatores escojan en libertad su relato y no sean arrastrados por la fuerza imitativa de la manada. Para que los receptores no se dejen relatar sino que puedan actuar desde un lugar de duda, de comparación y de discusión con el relator y el relato. La diversidad permitiría advertir o aunque sea elegir la mentira; o darse cuenta de por qué tal relator elige ese relato y por qué aquel otro relator lo desecha o porque elige otro. Pero si el periodismo se mueve como manada, también los receptores son manada. Cuando los noticieros, las noticias y los anoticiados consumen igual alimento homogenizado, producen una misma agenda de hechos. Y nos hace compartir una pecera ya diseñada que parece un océano. Pero la realidad múltiple ha sido reducida. Un vidrio nos limita. Dije al empezar que este era mi relato. Estoy haciendo la prueba de no seguir a la manada.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 22 de Septiembre en Radio del Plata.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Preguntas soleadas, de primavera

1) La demagogia es el halago de la plebe para provecho del que halaga. El que hace demagogia se monta sobre un mensaje dulce para disimular ideas feroces. ¿No fue demagogia lo que hizo el obispo Casaretto al decir que ninguna ley de medios era más importante que la pobreza? Y si, también puede decir que ningún obispo es más importante que un monaguillo, o que ningún manjar es más importante que un pan y que ningún bien material es más importante que el amor. Mira vos.
¿Ignora la Pastoral de la Iglesia que una democratización de los medios y del mensaje desenmascaran a quienes, aferrados a la riqueza perpetúan la reproducción de la injusticia? Ya sabemos que la pobreza es un drama y también sabemos qué fácil es ser piadoso solo por nombrarla.

2) Reutemann acusa a Binner por su apoyo a la Ley de medios. Dice que Binner es funcional a los intereses del Gobierno. Reutemann es un aliado entusiasta de los dirigentes del Campo. ¿Qué es mejor: ser funcional a los intereses del negocio rural o acompañar en una Ley al gobierno elegido por los ciudadanos?

3) ¿En esta semana, como presidente sustituto, logrará Julio Cleto Cobos demostrar aún más hasta dónde puede llegar la condición humana siguiendo el camino inverso a la lealtad?

4) ¿Existe alguna forma ética periodística de conseguir que aunque sea una noticia- una sola- que se origine en la provincia de Santa Cruz no sea por sospechas de corrupción, licitaciones truchas, choferes ricos, negociados o escándalos?

5) ¿Si Gerardo Morales reconoce que los partidos de la oposición no logran acuerdos entre sí, por qué pretenden que el Gobierno, al que se oponen rabiosamente, acuerde con ellos?

6) ¿No es raro que quienes agitan el corruptómetro mediático y los mandamientos de honradez, sean quienes se apropiaron durante años del fútbol televisado, quienes se resistieron a verificar el ADN de los hijos adoptados durante la represión, quienes especulan con el pago de impuestos, y quienes usufructúan el negocio de Papel Prensa de la dictadura, donde todavía está tristemente involucrado el Estado?

7) ¿Pepe Mujica cuando describió tan negativamente a los argentinos, no se habrá querido referir a los que veranean en Punta del Este?

8) ¿Será cierto que los cientos de miles de asistentes al recital de música en La Habana, fueron obligados a demostrar alegría por la policía secreta?

9) ¿La primavera es una estación del calendario, del estado de ánimo de la naturaleza, o es una pasión adolescente que en el momento de brotar ya se vuelve nostalgia?



Carta abierta leída por Orlando Barone el 21 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Crónica para opositores inteligentes

Se ha dicho que quien oye las mayores estupideces es un cuadro en un museo. Yo agregaría que últimamente quien oye más estupideces que un cuadro es un telespectador de TN. En un libro estúpidamente inteligente leo esta adivinanza: ¿La televisión es un medio de comunicación estúpido para idiotas o un medio idiota para estúpidos? Lo que sí es cierto es que en la televisión un estúpido luce más completo y perfecto que en la vida. La prueba son algunos de los que triunfan en ella. El libro a que me refiero se llama: “El que no lea este libro es un imbécil”, yo lo leí para exceptuarme. Es de la editorial Taunus de Madrid, aunque la versión original es en italiano, porque su autor es Oliviero Ponte de Pino. Trata sobre los misterios de la estupidez humana a través de los tiempos y los sucesivos estúpidos. No figura país por país, pero se da por involucrados a todos. Un estúpido de Madagascar no es más ni menos estúpido que uno del río de La Plata. Y no importa si es no candidato. Cada tanto lo releeo porque finalmente uno lee aquello que lo inspira. Desde ya que el tema de la idiotez me resulta familiar. El riesgo es no darse cuenta de que “el estúpido no sabe que es estúpido”. La misma pregunta podrían aplicarse tantos diputados opositores cuando compararon la nueva ley de medios como peor que la de la dictadura. Chiche Duhalde se puso a pensar y como no lo logró entonces dijo que “esta ley de medios es un disparate”. La diputada Silvana Giúdice, entre tantas, dijo que el gobierno quiere controlar lo que se piensa. ¿Cómo va a hacer? ¿ Les va a incrustar un chip a cada ciudadano en el cerebro? Deja la duda de si ella ya lo tiene incorporado. Gerardo Morales ha dicho que con esta Ley “ el Gobierno se va a quedar cuarenta años”. Entonces leo: ¿Una idiotez consciente es más o menos idiota que una idiotez inconsciente? ¿Cómo calificar a quienes sin querer discutirla y sin saber cómo funcionará la nueva ley de medios amenazan ya con cambiarla? Nadie sabe a conciencia cuál es su propio coeficiente intelectual, y menos lo sabe si ni siquiera sabe si lo tiene. Es comprensible - como explica Ponte de Pino- porque: “ Hay gente que nace estúpida. Otra, para serlo tiene que ir a la Universidad”. O quedarse en casa. Y no hay diferencias. El lugar de la infección es cualquiera. Habría que investigar si últimamente residir tanto tiempo en la oposición predispone al contagio. Mauricio Macri cuando proclama que este gobierno es el más fachista (con “cehache”, habla con tanta autoridad como si fuera un especialista del rubro. Flaubert decía: “ Una mollera vacía no está realmente vacía: está llena de basura”. Una última pregunta que me sugiere el libro: ¿Quién es más idiota, un opositor o un oficialista? Los opositores dejan dudas. A ellos les cuesta más tiempo leer la nueva ley de medios. Y no se dan cuenta, y todavía no logran entender qué quiere decir dictadura.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Los negadores se fueron antes de irse

Hoy Raúl Alfonsín a solas está preguntándose por qué sus sucesores y compañeros del radicalismo se alejaron tanto de sus raíces. Porque todo cuanto él hizo para superar aquel radicalismo oblicuo que le llamó al pueblo “aluvión zoológico”, los actuales diputados y dirigentes lo han echado a la basura. Alfonsín, en cuyo funeral muchos reaccionarios se mimetizaron de republicanos, debe haberse quedado definitivamente solo después de ver a su partido desandar el camino que él iniciara hacia la social democracia y que hoy han desviado hacia la negación y la ignorancia. ¿En qué reservorio carente de lucidez se criaron y entrenaron los legisladores radicales que en lugar de legislar deslegislan y que en lugar de hablar en el agora de la democracia se la pasan gritando alucinados por los parlantes del monopolio y de las corporaciones? Qué retroceso de la dialéctica. Qué abandono del campo de batalla. ¡Qué negación! En lugar de perder peleando pierden huyendo hacia ninguna parte o hacia una parte que mejor no decir cuál es por no herir más a la democracia. Este radicalismo feroz, asociado episódicamente a no radicales y “no positivos” aún más feroces , sumido en ese onanismo “anti” con más resistencia y encono que la que tuvo ante las dictaduras, es un extraño enigma de nostalgia. Nostalgia de aquel radicalismo de los ochenta, que logró la hazaña de la Conadep y del juicio a los militares; que se integró a Latinoamérica y a Cuba, y que intentó enfrentarse a la ortodoxia de mercado. Hoy como una bandada de pájaros desorientados ha corrido hacia el vacío: ha sellado su destino de época apocada de fraternidad política. Ha obrado como si su negocio fueran los negocios; y como si su libertad de prensa fuera únicamente la libertad de empresa. El teatro mediático es una adicción que los está desguasando. Qué pena. Pensar que aquél Alfonsín , casi solitario en aquella Rural enfurecida en su contra, en minoría y silbado por los mismos que hoy sus correligionarios soban , les dio debate en un monólogo inolvidable. Estos de hoy no. No discuten. Se han ido tan a la derecha que se fueron a la mierda. Para volver a limpiarse van a tener que bañarse otra vez en aquellas enterradas memorias.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 17 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Historias mínimas peronistas y antiperonistas

Al regreso de su exilio Perón hizo popular esta frase: “Todo en su medida y armoniosamente”. Expresada para dar idea de que ningún desborde conduce a la victoria. El Escritor Tomás Eloy Martínez escribe que Perón le dijo que el axioma lo extrajo del libro “Vidas paralelas” de Plutarco donde éste se la atribuye a Pericles. Al menos Perón leía a Plutarco. Hoy en la Argentina se ha popularizado. Y se la usa como ironía para contener el impulso de algún agurriento. Aquella otra frase tan conocida de Perón “ No sacar los pies del plato” podría tener estos dos orígenes: uno, la práctica de la esgrima uno de cuyos centros de esplendor fue Francia, y otra los aldeanos españoles que criaban gallinas. En el caso de la esgrima una de las reglas exige a los contendores mantener los pies dentro de una circunferencia en el piso de la que no pueden sacarlos mientras compiten. Si lo hacen es falta. Esa circunferencia en francés se pronuncia “plató”. Hay quienes creen que como Perón era un buen esgrimista ese podría ser el origen. La otra versión dice que en los antiguos gallineros españoles se colocaba a los pollitos recién nacidos en un plato hondo colmado de cereales y leche y allí se criaban un tiempo. Pero cada tanto alguno que se salía del plato empezaba a piar y a chillar desorientado, y entonces el aldeano volvía a meterlo adentro. La otra frase peronista remite a Evita y es “ Volveré y seré millones”. Muchos le atribuyen al poeta José María Castiñeira de Dios haberla puesto en boca de aquella. Pero parece que el origen es distinto. En estos días en España Evo Morales se la adjudicó a Tupac Katari, un aymara sublevado hace más de doscientos años en el Alto Perú. Katari antes de ser sentenciado dijo: “ Volveré y seré millones”. Para que no queden dudas de esa versión histórica se acaba de inaugurar un mural en la Universidad Complutense de Madrid en homenaje al aymara y ahí está grabada la frase. No importa: a Evita le queda perfecta. “Gorila” es un sustantivo zoológico, muy actualizado, creado paradójicamente por un antiperonista. Aunque pasó a ser usado por los peronistas para calificar fundadamente a compatriotas genéticamente incapacitados para convivir con aquellos. Curiosamente el calificativo nace de un viejo programa de radio humorístico “ La revista dislocada” creado por Delfor. Landrú ha contado la historia. Aldo Cammarota humorista de ese programa era muy antiperonista. Corría la época conspirativa previa al golpe que derrocó a Perón en Septiembre de 1955. A Cammarota se le ocurre plagiar una frase de la película de Hollywood “Mogambo” que transcurría en el África y donde los protagonistas apenas oían un rumor en la selva exclamaban “¡Deben ser los gorilas!". La frase se repetía como un sonsonete en el programa de radio y causaba mucha gracia. A los antiperonistas, claro, que estaban orgullosos de pertenecer a esa fauna. Y por más generaciones que pasen y por más afeites que usen, nunca renuncian a ese orgullo gorila. Tampoco los peronistas renuncian a enfurecerlos. De algún modo su supervivencia depende cada vez más de su perpetuo enfurecimiento. La verdad es que sin peronistas los gorilas se hubieran extinguido por falta de motivo.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 16 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

martes, 15 de septiembre de 2009

Cristina vs. Cristina

Ante una pregunta que insinuaba que era Néstor Kirchner quien había tomado una determinación de gobierno la presidenta se vio empujada a negarlo. Y dijo: “La pregunta se plantea como si no fuera yo quien decide y fuera el presidente Kirchner”. Tocada en su autoestima necesitó reafirmar que la presidenta era ella y no su marido. El lapsus que pareció convalidar la suspicacia de la pregunta podría tener la disculpa de que un ex presidente tan cercano podría por cortesía seguir considerándose presidente. Pero a esta altura de la insidia Cristina debería haber dicho otra cosa: Néstor a secas o mi predecesor, pero no decir “presidente”. Aunque es cierto que son muchos los periodistas y políticos que por picardía o costumbre suelen referirse a Néstor Kirchner sin suprimirle el título anterior. Es sicológico, pero cuando una autoridad se ve instada a reafirmarse como tal es porque percibe y tiene noticias de que en gran parte de la opinión pública su poder aparece desvanecido o dudoso. Desde que Cristina Fernández asumió, quienes se refieren al gobierno con intención crítica instalaron con pertinacia la idea de que el gobierno era un “matrimonio”. Y de ese matrimonio había que deducir por lógica histórica y machista que el que manda es el marido. La palabra “matrimonio” es en si misma una domesticación y una forma de asociar el poder político a un bien de familia. A un proyecto entre alcoba y convivencia doméstica. Pero el lenguaje intencionado fue más hondo aún: el apellido Kirchner fue y es ligado sistemática y opositoramente al de la presidenta y usado como síntesis de que quien gobierna es Kirchner, o los Kirchner. Nunca Cristina Fernández a solas. Ese es el riesgo de la pareja. El apellido compartido la engloba de manera machista. Riesgo que asumieron al exponerse a continuarse una al otro. Para alguna parte de la sociedad esta situación sirve de alimento a otras exageraciones expresivas: calificar a los Kirchner de dinastía y de poder pingüino o patagónico. Lo que conlleva la idea de reducción geográfica y de territorio privado. En los relatos se advierte y reitera que el protagonista principal es Néstor Kirchner. Y cualquier medida u orientación que toma la presidenta es vinculada a su marido; dejando la sensación de que ella es la que cumple instrucciones y la que las escenifica pero no la que las elabora y decide. Tener que haber salido a defenderse en su liderazgo denota una sensibilidad demasiado sensible. Igual le pasa cuando reafirma la calidad del género mujer para delatar el prejuicio machista. No le hace falta a quien llegó al cargo público más alto. Acaso la presidenta debería asumir que antes que defenderse de quienes la desconocen como tal, debería darse por satisfecha por quienes la reconocen porque votaron a Cristina. A unos no los va a cambiar. Y a los otros no hace falta darles explicaciones sicológicas. Para estos es la presidenta y esperan de ella que gobierne.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 15 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Julio Cleto Cobos y Forrest Gump

Casi siempre fui desmemoriado para recordar los nombres de los vicepresidentes. Una vez pasadas las elecciones sus nombres se iban gasificando y solo quedaban como parte formal de una fórmula reglamentaria. Por eso, que el actual vicepresidente argentino sea el más poderoso opositor al Gobierno- gobierno que paradójicamente ejerce a duo- y que sea contrario a su superior, la presidenta, es la consagración del absurdo. No el del teatro de Beckett o Ionesco sino el absurdo de una kermese al revés donde en vez de juegos de sortijas haya ardides palaciegos. ¿Por qué Cobos ocurre en la Argentina y no en otra parte, en alguna de esas geografías que suponemos extravagantes y bizarras? No lo sé. Tampoco se sabe por qué Forrest Gump, en la película, un día larga las muletas y transgrede su historia de vecino aldeano. No todo se sabe. No es fácil saber que el vicepresidente de Tabaré Vazquez en Uruguay se llama Nin Novoa; que el vicepresidente de Bachelet en Chile se llama Perez Yoma y que el vicepresidente de Lula, en Brasil se llama Alencar Gomes da Silva. Menos fácil es acordarse de que el vicepresidente de Lugo en Paraguay es Franco Gómez y que la vicepresidenta de Zapatero en España es Maria Teresa de la Vega. Y a pesar de que se trata del país más poderoso y donde las elecciones están aún frescas, no es tan fácil acordarse de que el vicepresidente de Obama en los Estados Unidos es Joe Biden. Sin embargo Julio Cleto Cobos es la excepción de un vicepresidente: a pesar de su propia ambigüedad expresiva y de su ubicación política inestable ha logrado coincidir con una buena parte de la sociedad argentina por compartir aquellas características. Cobos, contrariamente a quienes opinan sobre él duramente, es un caso ejemplar y transparente de traición y conspiración a la vista de todos. Sin secreteos, sótanos ni conciliábulos. Sino en difundidas reuniones en los despachos del poder, en salones iluminados y con público adicto, e incluso con cámaras y micrófonos y conferencias de prensa. Amparado en su papel de vicepresidente, que lo preserva del riesgo de la persecución y la ilicitud que corren los rebeldes furtivos o los revolucionarios ideológicos, él legitima la traición y la conspiración sabiéndose a salvo. Y tan seguro, que cuando se lo ve correr maratones parece Forrest Gump ( Tom Hanks) ese personaje ahistórico que se descubre libre mientras corre y corre, y recuerda que su madre decía “que la vida es una caja de bombones”. Contenido en sus claras limitaciones, un día Forrest Gump encuentra los bombones y saborea el éxito como una inesperada lotería. A nuestro vicepresidente ya se le hace dulce la boca. Sigue indemne donde cualquier otro hubiera sido consumido. Porque él desdice la tradición de la traición que da vergüenza, en la que el que la comete debe padecer el repiqueteo de su conciencia y el unánime desdén de sus contemporáneos. Al contrario, el la cometió sin complejos. Y muchos lo vivan y lo alientan por eso. Es el protagonista de una nueva ética política. Si faltara algo para justificar la popularidad de que Cobos goza tiene a los grandes medios a su favor; y los analistas , comentaristas y constitucionalistas más notorios lo han absuelto de toda sospecha de deslealtad o agachada. Tal vez le haría falta un gesto de originalidad creativa y al menos una vez- una sola- coincidiera con el gobierno. El mismo pregona que lo que hizo fue por la paz social. Por eso el Campo se ha tranquilizado. Los de la Mesa de Desenlace no joden más. Y se dedican a juntar soja y a pagar sus impuestos. Y por eso la oposición se afana por el diálogo. Los caceroleros se relamen con otra algazara de teflón y menaje para el 21 de setiembre para arruinar la primavera. Gracias a Cobos.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 14 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

viernes, 11 de septiembre de 2009

El atentado inolvidable


Toda gran tragedia de la humanidad es también un gran espectáculo. Sobre todo cuando la televisión es como el ojo de Dios, pero al contrario de este que se guarda el secreto, la televisión comparte lo que ve con nosotros. Dicho esto con piadoso cinismo. Un espectáculo fue hace ocho años el atentado y derrumbe de las torres gemelas de Manhattan. Los autores de muchas de tantas históricas tragedias colosales no figuran en los libros del arte sino en el de crímenes. Pero por una cuestión de género ético más que por juicio de sus valores estéticos. Nerón que le prendió fuego a Roma aunque culpó a los cristianos; o el califa Omar, o el emperador Aureliano incendiando la Antigua biblioteca de Alejandría. O Paul Tibbets, el piloto del bombardero Enola Gay que lanzó la bomba nuclear en Hiroshima o Bin Laden , el líder de Al Qaeda que presuntamente diseñó el plan de las torres gemelas y que presuntamente existe y está presuntamente prófugo. Otros espectáculos trágicos como el Tsunami de Indonesia o el desastre de Nueva Orleáns más actuales son atribuidos a la naturaleza o a la desnaturaleza. Aunque cualquiera sospecha que la instigación no es ajena a la irresponsabilidad humana contra el ecosistema. Por esas casualidades- sean de la nigromancia o de la física- al derrumbe de las torres gemelas en el corazón de Wall Street, le siguió al tiempo, allí mismo, el derrumbe en abstracto del mercado bancario y financiero. El dinero derrumbado no se ve, no hace ruido, ni deja debajo un cementerio. Tarda un poco en hacer su trabajo. Pero ambos desastres causaron victimas concretas: las miles, entre las contadas y escamoteadas disueltas entre los escombros de los dos rascacielos, y las millones esparcidas por el mundo entre las trizas de la desocupación y la pobreza. Este último derrumbe , sin embargo, es un espectáculo tan vasto que no puede ser visualizado en una instantánea, como sí lo son una explosión o un incendio. Es un espectáculo menos escenográfico que subjetivo. Todos los seres humanos somos coprotagonistas involuntarios de él en distinto grado de victimización y en distinta situación de hundimiento o salvataje. Por más que insistan nadie se cree que fue el estafador Madoff el solitario culpable. Por eso, suponiendo que sea cierto que exista Bin Laden y que él sea el creador de aquel espectáculo “aéreo-arquitectónico”, vivamente polvoriento en las imágenes pasadas en continuo, podría ser considerado un profeta o un genio. Adelantarse de manera concreta al derrumbe de Wall Street a través de sus dos torres simbólicas le otorgan ambos dones. No sería improbable que alguna vez nos digan que este tipo fue hallado harapiento en una cueva llena de alimañas en unas montañas remotas. Y su turbante puesto a subastar en Sotheby´s por una cifra similar a la de una pintura de Van Gogh o de Picasso. Cierto o inventado Bin Laden es ya un ente o un ser inolvidable.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 11 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Preguntas a nosotros, a solas.

Preguntémonos qué pensamos o sentimos acerca de la nueva ley de radiodifusión. Tengamos nuestro propio soliloquio. Y si no nos interesa ni nos importa, resignémonos a que no nos importe y apiadémonos de nosotros. Meter la cabeza en un pozo también es una forma de estar en el mundo. O de no estar. Pero si el tema de la ley nos importa, o nos despierta alguna curiosidad, preguntémonos: ¿Alguna vez se nos ocurrió que no estábamos informados correctamente? ¿Alguna vez salimos a manifestar a la calle para que los grandes medios se lamentaran de su sometimiento o apoyo a las dictaduras? ¿Sabemos por qué indultamos a los medios y seguimos consumiéndolos borrando sus culpas? ¿Sospechamos que hay manipulación de las noticias? ¿O confiamos a pie juntillas en todo cuanto se informa? ¿Creemos poder defendernos del engaño gracias a nuestra sagacidad para descubrir donde está el gato encerrado? ¿Sospechamos que es el gobierno el que informa mentirosamente? ¿O que son los medios los que más mienten? ¿ O estamos convencidos que los más mentirosos son los periodistas? ¿Y si alguno dice la verdad? ¿Sabemos quién es el que la dice? ¿Creemos que nos basta con saber elegir las lecturas y las voces que sentimos honestas y verosímiles? ¿Tenemos la esperanza de que una nueva ley mejorará la calidad de la información que consumimos? ¿ O creemos que la nueva Ley busca dominarnos y amordarzarnos?
¿Cuántos periodistas fueron torturados y encarcelados por el actual Gobierno? ¿Podríamos nombrarlos y contarlos? ¿Cuántos medios opositores fueron clausurados? ¿Por qué si la nueva Ley nacerá democrática y la anterior es probadamente autocrática, hay quienes denuncian que la nueva ley es una amenaza de totalitarismo? ¿Nos resulta leal este razonamiento? ¿Pensamos que hay intereses económicos que se sentirán damnificados si la ley se aprueba? ¿O que cambiarán solamente los nombres de los nuevos propietarios de los medios? ¿La idea de que haya más diversificación de fuentes y de mensajes, más pluralidad, más inclusión de emisores modestos, y de organizaciones educativas o sin fines de lucro y no exclusivamente inversores poderosos y concentrados participando de la información, no justifica el cambio? ¿Queremos cambiar? ¿O tenemos miedo a la libertad porque creemos que la libertad nos desafía a elegir y a no estar cautivos o limitados a una oferta ya conocida y que nos es cómoda? ¿Por qué los líderes de los más grandes grupos opositores se oponen? ¿Son más democráticos que quienes tienen la iniciativa democrática de impulsar la nueva ley? ¿Qué nos sale más sincero y espontáneo el si o el no? ¿Qué nos importa más? ¿que ganemos una ley para beneficio ciudadano aunque sea durante este gobierno, o que perdamos la ley con tal de que el gobierno pierda?
¿Somos como esos delfines de acuario que cuando son liberados mar adentro en vez de echarse a nadar vuelven dócilmente al cautiverio? ¿O somos delfines que sabemos entender la diferencia entre el mar y el acuario?


Carta abierta leída el 9 de Septiembre por Orlando Barone en Radio del Plata.

martes, 8 de septiembre de 2009

El espectáculo de ayer ya no sirve

La continuidad de las protestas de los sectores del agro plantean un desafío a la creatividad. Cómo evitar la monotonía de los piquetes al borde de las rutas, a veces con bloqueos, otras con marchas pero siempre con los mismos lamentos. Fundados e infundados, ciertos e inciertos. Cómo evitar la distracción y el aburrimiento de la sociedad cada día atraída por otros estímulos, sean huelgas, piquetes o protestas, algunas realmente disparadas por la pobreza verdadera. Las imágenes de los ruralistas se reiteran. El repetido vestuario de boina plato y de bombachas y botas y algún caballo por ahí tipo escenografía, van dejando de inspirar a los reporteros y camarógrafos. Es cierto que también dejaron de inspirar las cubiertas en llamas o las capuchas de otras manifestaciones. Además el entusiasta público “cacerolero” que acompañó las consignas del campo parece haber ido desertando. Es un público de ciudad y de departamentos, sensible a las modas y a los estímulos repentinos, siempre al acecho de inauguraciones y tendencias. La actualidad se nutre de novedades; el mercado mediático refracta lo previsible y se exige excitaciones inéditas. Ni con la ayuda de Marta Minujin y un obelisco de soja con chanchos chinos en la base, el espectáculo podría llegar a ser lo que era. Los tractores y máquinas cosechadoras que fueron novedad para el ojo urbano ya no sorprenden; tampoco asombran los discursos de tono campestre. Ni ya resultan las tonadas chacareras que remiten a la poesía gauchesca o a la evocación de lecciones escolares metidas hasta acá en las cabecitas tiernas durante el reinado del granero del mundo. Los líderes de la mesa de enlace si no producen desenlace -y no lo producen porque viven de atrasadas ilusiones- se van desvaneciendo. Un año y medio de sojeros, tamberos y ganaderos en permanente desfile por pantallas y micrófonos, si no incluyen algún ingrediente original y creativo no pueden seguir compitiendo en el mercado de tensiones argentino. ¡Ah, otra vez los del campo! ¿Y ahora qué quieren? Las famosas retenciones vienen con la sospecha de que no impiden la riqueza. Difícil encrucijada creativa para el Campo. No sé qué recomendarles. Si donar una suma multimillonaria a cada provincia donde cosechan o firmar un testimonio donde digan que garantizan por un siglo el bienestar del ecosistema. O si poner en blanco a todos los trabajadores en negro y pagarles los estudios a los hijos de estos; o si contar otra vez las vacas y en vez de 40 millones contar bien y descubrir que hay casi el doble. Que ahora las protestas se hagan semanalmente no parece cambiar la rutina. Hasta el cambio de gobierno en 2011 faltan unas cien semanas. Para el mismo programa es demasiado tiempo. Por más dura que sea, no hay cara de queja que resista. Y no hay público que no se aburra.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 8 de Septiembe de 2009 en Radio del Plata.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Maradó ya no es Dios

Supongamos que fue cierto que en sus tiempos de jugador Maradona haya sido Dios. Supongamos que esa deificación haya sido metafórica pero fundada. Supongamos que en niveles de comparación con los privilegiados dioses o ángeles que componen La Biblia del fútbol él haya sido el más Dios, superando a Distéfano y Pelé, y todavía más a Cruijff, Beckenbauer o Bobby Charlton , etc. Supongamos que la prueba de sus varias resurrecciones biológicas extendieron su deificación hasta cuando ya había colgado los botines. Supongamos que aún a pesar de que el género fútbol logra tal fanatismo y sinrazón que evoluciona hacia el reino animal con entusiasmo, finalmente “Maradó Dios” ha sido acercado a la corteza terrestre. Y que ya reubicado en este estado terrícola es el responsable del destino del seleccionado del fútbol argentino. Entonces ¿ Perder no es una de las chances de toda apuesta humana? ¿Brasil no es el mejor o uno de los mejores equipos del mundo? ¿No se sabe de antemano que si un equipo quiere jugar bien el otro trata de impedírselo y viceversa, y a veces uno logra su objetivo y gana? “Maradó” terrícola no pudo y sus jugadores de este planeta tampoco. No pudieron -y ese es su infortunio- producir ese cambio de humor que la sociedad les estaba exigiendo. O implorando. Supongamos que hubieran ganado. Que hubiéramos ganado. Supongamos la catarsis de entusiasmo y amor y pasión. La idolatría, el triunfalismo, y la Argentina unida fraternalmente. Como si de pronto una magia extraordinaria amansara en sus residentes sus maníacas quejas y rabietas. Y los eximiera de sus insatisfacciones desproporcionadas.
Sí, desproporcionadas: cuando más se tiene más se reclama. Porque hasta las exigencias están concentradas, como la riqueza, en un sector que no predica la comprensión contextual sino solo lo que pasa en su propia cancha. Supongamos que la selección perdió porque perdió. Supongamos que aunque hubiera ganado, la Argentina todavía no habría ganado. Hay muchas más cosas en juego que una pelota. Y si la pelota es la metáfora de la Argentina actual estaríamos fritos. Pero por más que el fútbol en su climax irracional, en su momento culminante nos empuje más hacia el primate que hacia el sapiens, deja siempre neuronas intocadas que vuelven a reproducirse. Hubiera sido más lindo que se ganara en la cancha de fútbol. Pero el partido de ideas está ahí, continúa. Y los argentinos forman varios equipos disputándose una forma de vida. Es natural que en todo campeonato haya pasiones y fricciones. Lo que no es natural es que haya argentinos con espuma en la boca o con tapones con púas. Maradó es humano. Todos nosotros también.
Supongamos que hoy estuviésemos felices saltando cada uno en su casa y su trabajo, y todavía con el televisor encendido por si se siguen pasando las imágenes del hipotético triunfo. Pero no. Hay que hacerse cargo de la mufa. No nace sola. La mufa es un compendio de ilusiones mal puestas y peor destinadas. La selección puede desquitarse. Pero la Argentina, la de nosotros los argentinos de ahora, no sé. Somos adictos a la mufa. En el partido grande ibamos ganando y parecíamos felices. Y armamos un “cabaret” por nostalgia y abstinencia de mufa. Salvarse no es como antes: ya no depende del fútbol. Ni el responsable es Maradó.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 7 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Carta privada

Hace dos días que no puedo sentarme a escribir por una dolorosa contracción muscular. No obstante hoy viernes cumpliré con mis compromisos, menos con el texto. Retomaré el lunes la carta.
Cada tanto Milena me empuja a leer los comentarios. Cuando lo hago no me salteo ni los más inapropiados, más absurdos, más ramplones o más repugnantes. Despiertan mi natural curiosidad por la condición humana, que no tiene límites, sobre todo en el anónimo y en la gratuidad. Cualquiera que se expresa como un canalla, como un mentiroso o un violento no sale ileso de esa experiencia por más que se esconda. Lo saben las religiones, la filosofía y Freud. Nadie puede escaparse de si mismo. Siempre trato de imaginar cómo será para un canalla convivir consigo mismo sin sentirse repugnante. Aparte de ese detalle que no me concierne, me gratifican los beneficios de ese surtido que se manifiesta y que entrelaza sus culturas y sus clases sociales. Agradezco los elogios. Y las observaciones que se ramifican entre los bloggers. Y cada día, de modo simplista y doméstico me pregunto si hay alguien humano capaz de armonizar todo este desarmonizado caos de caracteres, estados de ánimo, intenciones o intereses. Sé que Dios ni ningún otro ser superior ha sido capaz de hacerlo. Por eso somos su inestable resultado. Y no creo logre mejorarlo ningún gobernante. Por eso es estúpido seguir gritando ¡Que se vayan todos! Porque no quedaría (mos) nadie.


Orlando Barone.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

La Ley imperdonable

Cada uno tiene su propio seleccionado de fútbol. Y cada uno tiene su propia ley de radiodifusión. Y quien de pronto no tiene su propia ley de radiodifusión no es argentino. Ahora sobran especialistas: que hay que agregarle una coma o un punto; que hay que incluir este inciso o este guión o este paréntesis. O un pero, un por qué, una advertencia, o una duda. Un prefacio, un colofón o una excusa. O una enmienda, un remiendo, un retoque, un reparo, un recorte. La cuestión es que la ley demore una sobada y otra. Que el tiempo se dilate como un reloj de arena con el orificio de drenaje tapado. Que de tanta retórica y dialéctica se haga tal embrollo que los embrolladores salgan ganando. Al proyecto oficial ya lidiado, aforado, estudiado y presentado no quieren leerlo sino sospecharlo y palparlo de explosivos. Hay que alargar su discusión con prevenciones y sermones. A la ley de radiodifusión hay que llamarle ley de control de medios, ley K, ley chavista, ley para limitar a la prensa, ley para clausurar la libertad de prensa, ley para terminar con la poca libertad que queda. Ley que les va a cerrar la boca a los periodistas puros para abrírselas a los impuros.
Hasta hay sectores de la iglesia que con tal de oponerse a la Ley abandonan su comunicación celestial y divina. Cuando cualquiera enarbola hoy su propia ley de radiodifusión me desaliento. No cuando apoya o rechaza porque se le da la gana.
Ya que eso vale. Porque la intención primaria es más sincera que la presunción de tener un pensamiento. Sea cautivo, amarrado o medroso para no perder el escenario.
Pero tiemblo cuando algunos se convierten en súbitos expertos en mass media, información, monopolio, oligopolio. Papel que exige conocimientos y contexto. Si ya cuesta saber qué es el éter o el sistema digital, o las frecuencias, las ondas satelitales y el sistema de banda ancha. Y sin embargo algunos ya plantean su propia ley y así pretenden instalar su porcioncita privada porque tienen aversión al colectivo. Ah, si no diseño mi Ley propia voy a coincidir con la masa. O con el oficialismo atroz. La obsesión es buscarle la pelusa al tejido. Los mismos que hace un ratito eran expertos en pobreza y salían a predicar chapucerías porque no estaban en la responsabilidad de tener que cumplirlas y les salían gratis, ahora son expertos en este ardua y compleja ciencia del negocio de la información, y el de su apropiación o reparto equitativo. También cualquiera que jugó a la pelota en un picado, le quiere armar a Maradona su propio seleccionado de fútbol. Una fantasía infantil no se le niega a nadie.
Dios nos salve de los expertos interesados. Pero más de los ignorantes con presencia mediática aliada. Porque estos son los más atrevidos. Simulan suspicacias científicas con ínfulas libertarias, pero se niegan al cambio porque así como está se sienten en su salsa. Esta es la Ley imperdonable.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 2 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.

martes, 1 de septiembre de 2009

El suicida, el felpudo y el “pataconero”

Nadie sabe en qué momento, en qué instante, en qué unión de coordenadas de tiempo y espacio nace la idea de demonizar abruptamente a un gobernante. Ni desde qué madriguera se decide. Distinto sería el escándalo si el demonizado es descubierto en alguna trampa o delito de tipo Berlusconi, contrabando de armas, cuenta numerada en Suiza o coimas en el Senado. Porque ahí sí, la demonización el gobernante se la produce a sí mismo y no hace falta la creatividad maligna de nadie. Pero ¿Por qué es ahora el gobernador Scioli el nuevo demonizado público?. Que se sepa no ha hecho nada que no esté en la peculiar línea de su mandato y de sus gestos. Y cada cual se atiene o desecha sus dones y sus males. Sin embargo se han echado a rodar rumores acerca de que con las arcas fundidas la Provincia estaría a punto de emitir “patacones”. No luce honesto legitimar un rumor sin verificar la intención y el origen, y menos propagarlo aún cuando técnica y oficialmente se lo desmienta. La alarma del default siempre tiene oídos atentos, más que un buen augurio. También Eduardo Buzzi, desde una parada del lockout y haciendo señas cada vez a menos público sojero, califica a Scioli como “Felpudo” de Néstor Kirchner. Y para no ser menos, y en oportuna consonancia, Margarita Stolbitzer lo acusa “de estar atado de manera suicida al matrimonio Kirchner”. En este último caso no se entendería por qué si Scioli quiere suicidarse Stolbitzer procura detenerlo , si lo que le conviene a ella es que el aspirante consiga su objetivo. Además no sería menos suicida si en lugar de atado al matrimonio eligiera ser atado a los sojeros. Precisamente éstos le harán el viernes una marcha en contra. Nadie podría asegurar nada, tampoco las patrañas. Pero esta es la etapa en que la demonización le toca a Scioli. Es la más flamante y estratégica: la Provincia es la madre de todas las victorias y a la vez la cruz de todas las derrotas. ¿Qué mejor táctica que meter cizaña y trascendidos en la relación entre la presidencia y la gobernación de Buenos Aires? En la crónica de Clarín del domingo el editorialista político se aventura en anunciar que Kirchner intenta desplazar a Scioli. Y desde La Nación su par editorialista se afana en el mismo sentido. Es como si ambos anunciantes degustaran de la misma sopa. Y hay quienes sospechan que esa sopa la prepara un ex ministro top de apellido masivo, ya lanzado a la cocina mediática gourmet. Sigan la tendencia y van a ver cómo se suceden las especulaciones acerca de traiciones y deslealtades entre Scioli y el oficialismo. La verdad importa menos que la suspicacia que luzca verosímil. Van a decir que en un ataque de ira bipolar la reina Cristina le arrojó un cenicero de oro con incrustaciones de diamantes, o que cuando Scioli estira la mano para dársela, la presidenta amaga darle la contraria: la que Scioli no ejerce. No hay infierno sin demonio y no hay madriguera sin hienas.
Al menos una nueva ley de radiodifusión, aunque no acabe con los predadores, no les dejará como hasta ahora toda la geografía para ellos.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 1 de Septiembre de 2009 en Radio del Plata.