Llega a la Cámara de Diputados un proyecto de Ley para considerar al papel de diario de interés público. A ver, a ver ¡cuánto que hay que leer! Por más que lo lean con o sin asesor, ya muchos propician su rechazo. Ninguno de esos representantes que lo rechacen quisiera correr el riesgo de quedar huérfano de paternidad mediática; y reducidos a un papel sin papel de diario y sin la diaria cuota audiovisual. Pero como no queda bien negarse a debatir sin al menos actuar como si se murieran de ganas, aceptan el debate. Lo consienten, pero antes pidiendo permiso a los mandantes hegemónicos. Esos legisladores presumen que el debate es una beneficiosa pérdida de tiempo; estiran el chicle, porque no van a ser tan estúpidos de votar en contra de sus sponsors y de sus auspiciantes. Pero disimulan y aparentan que su objetivo es la patria. En la Constitución siempre encuentran algún inciso que los protege de sus contradicciones. Así se tensan en sus bancas para opinar sobre ese “mamarracho” o “papelón” jurídico, como ya a priori han calificado al proyecto. Para muchos esa trama es una mentira intragable que quiere hacer creer que dos grandes empresas periodísticas argentinas – que son toda la Argentina, como aclama “La Boca de la verdad” de la Colisión Cínica- fueron capaces de solapados delitos. ¡Imposible! Si, son inocentes. De modo que los diputados discuten; algunos- lógicos- con la camiseta de su partido y su ideología puestas. Otros, sin pudor, se ponen la camiseta del papel de diario, y la de los diarios a los que deberían juzgar pero a los cuales defienden. En ellos aprendieron pasivamente que el patrón mediático es más poderoso que el patrón político. Y lo apoyan porque en el fondo son feligreses del poder privado, y se sienten más hinchas de las corporaciones que hinchas de las militancias que los llevaron a sus bancas. Entonces en el Congreso baten el parche de que el proyecto daña la democracia y la libertad de prensa. No les importa tratar de demostrar lo indemostrable: que un monopolio monopoliza y que el que monopoliza mantiene cautivos a sus monopolizados. Los alientan periodistas tan libres en su acuario que simulan claman por el mar de libertad al que detestan. Y aunque el proyecto de Ley sobre el interés público del papel es fácil de entenderlo, eligen no entenderlo. Y ese montón de testimonios empezarán a ser objeto de una atroz carnicería parlamentaria. Aquel diputado retocará un artículo con una mordedura de lobo; el otro lo reformará con una de hiena. Y otros lo revolverán con una minipimer; y si logran rechazarlo dejarán el informe babeado de injurias. Hay un dilema en el Congreso. O el gobierno es una maldición que los opositores tienen que exorcizar. O la oposición es sólo rencor a consecuencia de su disfunción. En esta encrucijada de papel, el que se desorienta se pierde.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 31 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
martes, 31 de agosto de 2010
lunes, 30 de agosto de 2010
El “papel” de los más débiles
Un ex notable periodista dijo que él defiende al más débil y que el más débil es Clarín. Y tiene razón. Porque si no fuera que gracias a Magnetto, Mitre, Peralta Ramos y la Junta militar-los débiles-que le compraron filantrópicamente las acciones a los Graiver, a lo mejor Papel Prensa se fundía. Y ¿qué hubiera sido de la libertad de prensa? Hasta es posible que por falta de papel hoy no hubiera ni diarios, y los modestos diarios del interior no serían como hoy tan florecientes y libres de extorsiones. Gracias a los dos grandes diarios es que la oposición democrática puede oponer resistencia al totalitarismo que clausura las voces de periodistas libres. No tienen donde trabajar; los conductores de los noticieros y de los programas contra el gobierno son cada vez más marginados y pobres. Todo es oficialista. Salvo el 70 % de los medios del grupo hegemónico. En tanto nacen medios que apoyan al Gobierno. O que al menos no lo denigran. Sin esos medios no habría más información que la desinformación emanada de los conjurados apropiadores. Y solo nos quedaría admirar el humanitarismo de Clarín y de La Nación en aquella época. Esa vocación democrática de reconocer a los genocidas como socios. No tenía prejuicios contra los uniformes. Cuánta hidalguía. Porque cuando avisados de que los Graiver estaban amenazados, Magnetto y Mitre fueron a pedir compasión por ellos. Y les dijeron a los militares: “No les hagan nada, pobrecitos. Aunque sean judíos son de aquí. De villa Crespo. Y si los matan, ustedes y nosotros nos vamos a quedar sin Papel Prensa. Déjennos que les compremos la empresa, tenemos los mejores expropiadores contables y hay que aprovechar. Los Graiver están aterrados y fundidos. Comprarles es para bien de la patria”.
Fue gracias a esos filántropos que la familia Graiver la sacó barata. Porque al final se salvaron casi todos. Apenas con alguna torturita - que ellos exageran- pero sobrevivieron; y ahora joden por ingratos. Los que sacaron barata a la empresa son los compradores. La pagaron una bicoca. Ricardo Alfonsín se extraña de que nunca se supo de este infundio y denunciarlo ahora es sospechoso. Bueno, el hijo se olvidó del informe revelador durante el gobierno de su padre: aquella investigación del fiscal Molinas. Es lógico que hoy para Ricardo Alfonsín , está la prioridad del 82 %: la nave insignia del radicalismo. Antes de perjudicar a los jubilados se cortan un testículo: el único que todavía tienen. Y Margarita Stolbizer se corta la dubitación y se decide a decir piadosamente que Lidia Papaleo miente por plata. A lo mejor ni siquiera la violaron. ¡Ay Margarita! ¡Ay los opositores! Los excita estar a favor de sus auspiciantes: y detestan ese informe hecho por matones. Por eso si la oposición A, la sojera y la pinar y glaciar llegan al Gobierno van votar por el más débil. Para así enfrentar a los poderosos: a las Milagro Salas y esos terroristas del Indec, que obligan a las empresas a causar inflación contra sus deseos. Pero si infaustamente asumiera un nuevo gobierno (todos los opositores son antiperonistas incluidos los ex peronistas) Papel Prensa va a seguir lo más orondo. Y la oposición no perdería el auspicio que tiene. Ni Carrió tendría que conformarse con abreviar sus insultos en el Twitter. La revista “Viva” de Clarín sacó en tapa a Nequi Gallotti, la mujer de Bartolomé Mitre el socio de Magnetto. En agradecimiento, en la casa de Mitre, debe de haber una foto de Magnetto mostrando una bobina de papel con manchas de témpera colorada. Viva la oposición, que es la esperanza. El periodismo volvería a estar otra vez tranquilo. Y casi todos los periodistas ricos y famosos también.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 30 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
viernes, 27 de agosto de 2010
Tigres de papel
“El imperialismo y todos los reaccionarios son tigres de papel”. Es la célebre frase de Mao dicha en 1947. Resumida significa que el imperialismo que aparenta tanto poder es un tigre de papel. Solo por afuera aparenta ser un tigre. Para Mao también en esa jauría están los dominadores más feroces y los cómplices de los dominadores. En los setenta esa frase rugía en una gran parte de los jóvenes. Y era comodín para todo: para nombrar un taller literario, un grupo militante o un diario estudiantil. Pero era un concepto esencial para entender que quienes están contra el pueblo y parecen invencibles, en verdad son vulnerables. Son vencibles. Cuanto más poderoso luce el presunto tigre menos tigre. Las últimas décadas el tigre logró hacer creer su preeminencia. Infló su tamaño como un globo aerostático lleno de gas y su tamaño se hizo impresionante. Hoy en la Argentina hay también sectores imperialistas y sectores reaccionarios con sus directorios prósperos y sus mensajeros fieles y rentados. Todos están entre nosotros y en posición de privilegio. Se pavonean y presentan como muy poderosos. Se organizan en manadas amenazantes e influyentes. Rugen y lanzan dentelladas económicas y políticas. Pero solo son así por afuera: porque por dentro son de papel. Papel Prensa es de papel. Los reaccionarios de la soja son de papel. Y son de papel los legisladores que viven acobardados por el tigre y que como triste consuelo en lugar de rugir, ladran. Hay periodistas furiosos aliados contra el gobierno como contra el peor enemigo que lanzan zarpazos al aire, pero son tigres de papel. Hay medios con porte de tigre que son de papel. Es bueno saberlo para no sentirse aterrados cuando se los ve avanzar enfurecidos con ánimo carnívoro. Pero aún siendo de papel son difíciles. No se los vence con un cortapapeles, ni con una tijerita, ni con un fósforo. Los tigres de papel en la democracia solo son vencidos cuando se les quita la apariencia de tigres y se quedan desnudos en papel. Ahora están obligados a hacer streap tease delante de todos. Su destino de falsos tigres es un cesto de papel.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 27 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
jueves, 26 de agosto de 2010
Una calle llamada “Del Humilladero”
En Madrid, en el barrio de La Latina, hay una calle llamada Del Humilladero. Hay otra en Málaga. En Madrid uno de los tramos pasó a llamarse “de la Infanta Mercedes”, pero otro se mantiene. Su nombre señala un antiguo humilladero que se convirtió en una de las paradas de la celebración del Via Crucis. Todavía a la entrada de algunos pueblos hay una cruz a la que se llama Del Humilladero. Se trata de nombrar esa humillación a que era sometido Cristo cargando su cruz mientras era azuzado por los verdugos con sus lanzas. Humillación que inflinge el poderoso al indefenso o al apresado. No hay entre nosotros ninguna calle ni plaza de ese nombre. Aunque aquí hubo y hay muchos humillados, y muchos “humilla adictos” que sin humillarse cada día no se aguantan. Los más tristes humilladeros fueron los cautiverios de la dictadura cuando las víctimas eran vejadas y privadas de su libertad y de su vida. Humillarse por el terror no deshonra a nadie. Al contrario, lo coloca en un lugar de involuntaria victima o de orgulloso mártir. Pero humillarse sin que nada obligue más que la cobardía y el deseo de lamer al poder, es humillación doble. Es lo que en estos días se está viendo con tantos opositores políticos apoyando a grupos de comunicación que premian su obediencia. Impúdica humillación la de esos legisladores y presuntos aspirantes a presidente. Merecerían una calle que se llamara “Del Humilladero”. Pero no como la de Madrid, de significado cristiano, sino de significado ominoso.
Hincados y prosternados ante los sospechados grupos societarios de papel Prensa hacen que se extrañe la falta de una calle que los deshonre. Y que podría estar ubicada en la ciudad, a lo largo de los canteros de la plaza del Congreso donde dejan sus boñigas los perros. Cada trecho tendría el nombre de uno de esos políticos en trance hipócrita y declamando su pertenencia, ya no a las bancas que el pueblo les otorgara sino al lugar que los medios dominantes les conceden mientras no dejen de lamerles las patas y no dejen de ignorar sus crímenes. Lo más revelador del informe del Gobierno sobre Papel Prensa no es la atrocidad del proceso de apropiación sino la atrocidad del proceso de humillamiento de tantos líderes de partidos históricos, de tantos periodistas y de tantos editores. Oírlos que declaman por la libertad de prensa desde sus acaramelados lugares de esclavismo mediático, humilla a esta profesión y a la política. Son los que proclaman que se morirían sin un determinado servidor de Internet. O se morirían sin leer un editorial de La Nación o una tapa de Clarín. O si no los dejaran sentarse doblados en las sillas de un programa donde puedan mentir contra el Gobierno porque los entrevistadores también mienten y juntos forman un mentidero coincidente. Sí, falta una calle que se llame “Del Humilladero”.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 26 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
miércoles, 25 de agosto de 2010
Ese pañuelo en la cabeza plegado en triángulo
Que el pañuelo blanco de las Madres de Plaza de Mayo sea entronizado como símbolo en el mismo terreno donde estuvo la ESMA, es parte de un relato. De un relato largo de pormenores trágicos y de reivindicaciones felices. Por eso se llama pañuelo de la vida. Símbolo, que también comparten las Abuelas. Vivimos cada vez más rodeados de símbolos. Las religiones los tienen. Y también los países. Y las organizaciones políticas. Hay símbolos para todo, incluyendo lo ordinario y lo prosaico; símbolos de marcas de automóviles y de gaseosas, de cadenas de hamburguesas, de tarjetas de crédito, de universidades y de clubes de fútbol. Si el huevo representa el origen; la calavera es la muerte. Al sagrado símbolo de la cruz se lo puede reducir a lo banal cruzando los dedos para ahuyentar la mala suerte. Pero el pañuelo de las madres como símbolo aporta un dato histórico al relato de esta época. De su inocente simplicidad femenina, de trozo de tela blanca plegado triangularmente en la cabeza, concluye en una representación de fuerza y de resistencia contra las dictaduras y el genocidio. Algo hay en él de ese trazo jubiloso de la paloma de Picasso. Sobran símbolos en la sociedad de consumo. Creadores de diseño se prodigan en producir nuevos para las cosas más mínimas o menos espirituales. Desde uno para simbolizar un tipo de lubricante o un sofisticado prostíbulo, hasta uno para simbolizar a un diario y un grupo mediático con un clarín. Símbolos negros hay muchos: la cruz esvástica, la guillotina o la capucha del Ku Klux Klan. Aquí tenemos algunos: el gorila, el auto Falcon, las tres AAA. No faltará quien diseñe como símbolo del sometimiento al timbre de la casa de Magnetto. Un timbre que significa la insignificancia de los que lo tocaron una noche para rendirse. Pero un símbolo no nace de la razón sino del instinto. No se inventa para que simbolice sino que acaba simbolizando por la fuerza de su naturaleza. Ni el Muro de Berlín ni el cuerpo fusilado del Che ni un hombre negro llamado Mandela nacieron símbolos. Por eso el pañuelo de las Madres reivindica el simbolismo. Porque nació pañuelo. Se aplicó como señal y consigna. Y ya importa menos la cabeza que lo use que lo que el trozo de tela blanca doblada triangularmente representa. Y da la casualidad-o la causalidad- que alquímicamente, el triángulo, es el símbolo del fuego y del corazón.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 25 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
martes, 24 de agosto de 2010
No pongan el corazón donde solo hay Fibertel
La discusión pública a raíz del cese de los servicios ilegales de Fibertel advierte sobre el riesgo de emplear argumentos erróneos e intencionados. La demagogia mercachifle presume el encantamiento del consumidor, de identidad perdida en el mar de las arrobas. Si dejara de funcionar un supermercado muy concurrido de una determinada zona, no por eso la zona pasará hambre y necesidades. Porque habrá almacenes de barrio u otro supermercado que reemplazarán al cesante. Si cerrara una cadena de comida rápida de amplia intensidad de consumo nadie imagina una marcha de clientes exigiendo que vuelvan las hamburguesas y los combos de esa marca. Hemos visto irse muchas cosas, desaparecer miles de vidas humanas. Cosas serias; vitales. No se entiende por qué si desaparece el servicio de Internet Fibertel los abonados se van a sentir como peregrinos abandonados en un desierto sin agua. Hay un sinfín de probables servidores. ¿Y si no me gusta? Fibertel no se apiadó de los servidores chicos a los que se comió para quedarse con todo. Ni les dio a los abonados la chance de elegir. Acuérdese de cuántas cosas nos mudaron sin anestesia y sin red. No es ahora el caso donde el Estado da garantías. Los abonados solo tienen que reemplazar el servidor porque el que tienen es ilegal. Y no luce honesta la fidelidad a la trampa y al tramposo. Todo lo demás es alboroto. Fibertel no es un credo. Tampoco lo son una línea aérea o una fábrica de autos que de pronto quiebran o son expulsadas del mercado.
Intriga ver cómo los grandes medios y corporaciones salen en defensa de una red informática. Y cómo cuentan entre sus filas a opositores que parecen más adoradores de Fibertel que de un ser vivo.
Si aquí ha habido borramientos más esenciales: borraron trenes y estaciones y ferroviarios; y se borraron oficios, fábricas y empresas. Cualquiera sabe que cuando desaparece una línea de transporte los habituales pasajeros optan por otras chances y no hacen un funeral por no poder volver a tomar aquel colectivo. Se toma otro; hay surtido. Se cambia de línea pero no de itinerario ni de destino. Optar por un nuevo servicio de Internet no es el fin del mundo y más cuando es asegurado su traspaso gratuito. Hay que tener cuidado de sentir a un vínculo abstracto como si fuera algo humano, irreemplazable. No parece feliz que tantos clientes pongan su devoción en un mercader que solo pone tecnología y tarifas. Por qué cargarse con los intereses económicos ajenos; por qué no querer entender dónde está el sátrapa y dónde el defensor. Hay representantes del pueblo que simulan creer que al que hay que defender es al sátrapa y atacar al defensor. Es ominoso plantear la libertad de prensa desde el cautiverio mediático que los obliga a existir solo si se mantienen cautivos. En la oposición la arroba causa arrobamiento. Hay algunos que dicen que se mueren si les tocan Fibertel. No es sano dejarse fibertelizar la cabeza por los que convirtieron a los abonados en involuntarios cómplices.
Pero los que se juntaron en la calle no sumaron más público que el de una reunión de consorcio.
Es que la militancia es para los ciudadanos, no para los consumidores.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 24 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
lunes, 23 de agosto de 2010
El cuento de los dos ajedrecistas presos
De mi fugaz paso de un día por Neuquén este fin de semana, traigo el recuerdo extraordinario de algo sucedido en la cárcel de Rawson allá por los años setenta. Uno de los organizadores de mi charla en el Museo de Bellas Artes- un hombre de unos sesenta años de espíritu militante y jovial- me pidió en un aparte íntimo que cuando lo viera le diera saludos a Eduardo Anguita, el director del diario “Miradas al sur”. Daba por sentado que como escribo cada tanto en ese diario, y como Anguita es un frecuente invitado a 6,7,8, yo era un buen vehículo para ese saludo. Pero lo que despertó mi curiosidad fue que este hombre llamado Eduardo Chicato Caso me dijo que le dijera a Anguita que quien le enviaba saludos era “El aparcero”. ¿Por qué el aparcero? Le pregunté y me contestó que porque así se lo conocía a él en la cárcel que compartiera con Anguita. “Veníamos desde distintas resistencias: él era del ERP y yo montonero, me dijo. El estuvo preso once años; yo seis. Discutíamos mucho nuestras posiciones políticas, pero nos hicimos amigos porque a los dos nos gustaba el ajedrez y lo jugábamos en las horas de recreo”. Tendrían poco más de veinte años entonces. Pero un día de requisa los guardias les sacaron todo: el tablero y los trebejos, y se quedaron sin su juego. Entonces no sabe a quién de los dos se le ocurrió un recurso inesperado: con una camisa a cuadros escocesa, fantasearon otro tablero y para jugar hicieron las piezas con migas de pan. Traté de imaginar cómo modelarían el caballo que es el más difícil. O la reina hecha de miga. Cuando la tela escocesa se arruinaba con el uso de sus largas partidas las visitas traían otra camisa a cuadros y así continuaban ese desafío en que los dos aliviaban los duros días del cautiverio. Pero otra vez los guardias del penal les confiscaron el tablero de tela escocesa y les tiraron las piezas de pan en el retrete y prohibieron todo cuanto tuviera algún diseño a cuadros. Pero no se desalentaron. Se dieron cuenta que podían jugar sin tablero y sin trebejos. De memoria. ¿Cómo de memoria? Le pregunté y sonriendo, me dijo. “Anguita sabe, te va a contar”. Lo incité a decírmelo ahí sin esperar mi regreso a Buenos Aires. Y mientras yo lo miraba a los ojos para ver si veía algo de todo aquello, me lo dijo. Me contó cómo memorizaban cada jugada: guardaban en la mente cada movimiento del alfil ; cada jaque al rey y cada avanzada de la reina. Memorizaban cada peón que le comían al otro y cada peón que a ellos les faltaba, a medida que transcurría esa partida abstracta que parecía salida de una ficción de Borges. Los guardias, cada día más crueles en la requisa, capaces de borrarles a cuchillo hasta un tatuaje sospechoso, se topaban con aquel secreto inviolable: no podían requisar aquel tablero y aquellas piezas invisibles. Los dos jóvenes jugadores- el aparcero y el flaco- se sonreían cómplices sabiéndose a salvo con aquellas partidas inasibles. Y tan íntimas que estaban dentro de ellos. Llegaban a almacenar decenas de jugadas; sabían con exactitud- como si vieran las piezas sobre el tablero- cuál caballo era una amenaza o cuántos movimientos podían faltarle a uno de ellos para producir el jaque mate y ganar la partida. Ganaban uno, u otro, alternadamente. Quise saber quién de los dos había ganado la última partida que jugaron. “Ninguno, fue tablas”, me respondió. No sé si será verdad o me dijo que empataron para seguir sellando aquella amistad de presos. Así que ya sabés Eduardo Anguita : te manda saludos el otro Eduardo: “el aparcero”. Me pide que cuando vuelvas a Neuquén te desafía a otra partida. Ahora tiene un tablero y trebejos casi de lujo.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 23 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
jueves, 19 de agosto de 2010
El resentimiento
Hay un viento político de resentimiento que alborota y produce desconcierto. Y sopla en la política y en los medios más que en la sociedad que aquellos representan. Fue el filósofo Nietzsche quien primero explicó el resentimiento a través “de la reacción de seres a quienes les es negada la reivindicación y entonces juntan un permanente odio imaginario”. El resentimiento a que me refiero en nuestra oposición política no es precisamente el de los desvalidos. Más bien su estatus es opuesto. Y aunque no es masivo es potente, porque potentes son algunos de los intereses y protagonistas que lo cultivan. Son los que lo impulsan desde distintos flancos, siendo el del flanco izquierdo el más inesperado y doloroso. El resentimiento es un sentimiento rabioso que se explica como “el odio impotente contra lo que no se puede ser o no se puede tener”. Tiene algo de envidia. Paradójica o curiosamente el origen y destino de ese resentimiento es el gobierno. Un gobierno popular y democrático. Mediador en un país de contradicciones graves, propiciador de la justicia de los Derechos Humanos, de la inclusión laboral y de las plenas libertades. Ningún milagro y nada extraordinario, si se es exigente ; pero al menos es a lo que básicamente aspira una sociedad que busca mejorarse con transformaciones paulatinas que causen el menor daño a quienes son más vulnerables. ¿Por qué la oposición está tan furiosa y resentida como si tuviera enfrente a los gurkas de Malvinas, a aquella junta de comandantes del exterminio, a las tres A, a aquella maldita policía y a Alí Babá y los cuarenta ladrones? Curiosamente se trata de un gobierno estable y sustentable; normal si no se quiere ser generoso; y con una presidenta en gestión incesante interna y externamente.
Y que es capaz de asumir sin transgredir las leyes- e incluso ablandándolas- piquetes, huelgas, bloqueos, marchas de cualquier razón o sinrazón. ¿Cuál es la urgencia y emergencia del Congreso de tratar de drenarle el gobierno, de vaciarle sus facultades, de reducirle su capacidad de gestión pública y de tentar al fantasma de repeticiones amargas? ¿Por qué instigar al Poder Ejecutivo al veto, a la demagogia o al default? Es como si con tal de horadarlo no importara el devenir próximo. Quienes nunca tuvieron la mínima caja y no pudieron evitar el colapso y la exclusión, ahora quieren la caja que consiguió enriquecer este gobierno. Y prometen paraísos de equidad cuando se nota que solo están entrenados con la mano derecha. Una oposición así solo se funda en el resentimiento. La reciente fiesta del Bicentenario no reflejó lo mismo. Al contrario, mostró a una sociedad en su mayor parte aligerada de rechazos y de odios. No se entiende cómo políticos discordantes entre sí, algunos con ideas lógicas a la actualidad latinoamericana y otros con ideas de equidad, enfrentan al gobierno como si fuera una dictadura del mal. Cómo se unen y con qué ética, izquierdos y derechos, si se desconfían y se sospechan mutuamente. Los aumentadores son conscientes de que el 82 % no va a prosperar, pero igual especulan con causar algún daño al gobierno mientras arrebatados de justicia social presumen seducir a jubilados propensos. Se amontonan con tal de cuantificar un mismo afán de sopapa disimuladamente destituyente. Cuesta creer que el teatro mediático y corporativo los mantenga cautivos y que su única posibilidad de existencia sea la de ser protagonistas de los medios haciéndose la ilusión de que son protagonistas populares. Se dejan usar ya sin complejos. Y pactan hasta con el enemigo ideológico porque no soportan el rencor al Gobierno. El resentimiento de derecha es al menos justificable, porque la derecha no es feliz cediendo ganancias al Estado. Pero el resentimiento de izquierda potenciando al de la derecha es ingrato. Por no decir triste.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 19 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
miércoles, 18 de agosto de 2010
El tren, la ventana y el andén
A Mauricio Macri lo habla su prepotencia policíaca y lo expresa su caprichismo “mandamás”. Como siga así no va a “morir con las botas puestas” sino con los zapatos sin cordones y sus pertenencias personales dejadas en la guardia de un penal. Aunque esta vez el abogado Monner Sanz no va a ser su denunciante, por que Monner Sanz no hace denuncias al PRO por resguardo de familia. Hasta Felipe Solá simula defender a Macri diciendo que no se merece lo que le pasa, pero que candidato no. Es que Solá no da alianza con bola; recién embriagado del amor carriótico y ya se siente desplazado por Pino. Pero Pino tampoco, porque se acobardó. Y viendo el abucheo del público se desdijo pero sin desdecirse del todo. Él se merece algo más adecuado a su perfil ecológico, ya que la musa soleada y rampante por donde pasa no deja crecer ni una brizna. Esteriliza y desforesta a diestra y siniestra. Te abraza con zeta y te abrasa con ese de brasa. Sigamos con Mauricio. Algo hay en él de juego infantil: de trompo giratorio que gira sobre su eje en un espacio mínimo. Se sabe de péndulos más o menos eternos, pero no de trompos; ya que un trompo va perdiendo el impulso y al final cesa. Guionado o espontáneo, arrebatado de rabia de catarsis de diván Mauricio Macri salió a decir que no iban a perder el tren aunque “tuvieran que tirar a Kirchner por la ventana”. Escena que de solo imaginarla luce a bravuconada sin sustento ni físico ni psicológico. Por más que el bravucón verbal, graduado en el paquetísimo colegio cardenal Newman, tire por la ventana las formas que le enseñaron en las aulas. La metáfora sobre ese tren que supuestamente llega a la estación “Argentina” es tardía, porque hay que ser tonto para no darse cuenta que el tren ya llegó y ya partió lleno de pasajeros, aunque los de la Capital tienen prejuicios para subirse. Para Mauricio más apropiada que la metáfora del tren sería una con un auto de alta gama con chofer. Pero el tren quizás le trae nostalgias infantiles. Como esos de juguete eléctricos en el que con un control remoto se lo hace correr por los rieles en el living hasta hacer que se detenga en la estación que se desea. Qué fácil. Justo para que Mauricio se suba. Pero hete aquí que aunque las ventanillas del tren están todas sucias y empañadas y no se vea nada de su interior Macri presa de un ataque de berrinches fantasea con que va a subirse y a tirar a Kirchner por la ventana porque ya no lo aguanta. No se sabe por qué no amenaza tirar a Cristina, si ella ya tiene billete vip reservado. Pero tal vez Durán Barba le aconsejó que con las damas hay que disimular el machismo aunque igual se le nota, como se le nota el fastidio por no poder hacer lo que se le da la gana. Para Mauricio, si perdiera el tren, quedarse solo en el andén sería deprimente. Aunque el andén sería su mejor chance; porque después viene el tribunal. Y quién sabe a qué incómodo viaje lo condena.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
martes, 17 de agosto de 2010
Desfachatez y “desfachatismo”.
Todavía no existe el “desfachatismo”, al menos como palabra para describir un modo de proceder. Pero la propongo. Lo que ya se conoce son estilos descriptivos que emplea el periodismo para simplificar hechos complejos. Según ese manual básico la realidad puede ser un sainete, un absurdo, un grotesco; o puede ser bizarra, surrealista o fellinesca. Es confuso determinar qué es absurdo o fellinesco o surrealista etc. Cualquiera los emplea como se le da la gana. Cuando se dice que tal cosa es fellinesca- palabra obviamente derivada del cine de Fellini- se está significando que en una realidad ordinaria se introducen elementos estrambóticos. Por ejemplo seres humanos de características extraordinarias y de estéticas discordantes con lo establecido. Cuando se dice surrealista se remite a la pintura y a la literatura de Francia de principios de siglo veinte; un fundador y referente es el poeta Andre Breton. El surrealismo es una sucesión de imágenes automáticas que no se rigen por la lógica. O son tramas que parecen carecer sentido como las de las obras de Beckett o Ionesco. Lo grotesco es de origen italiano; al comienzo definió a las decoraciones cargadas y barrocas; después al teatro de Pirandello, que se nutre del esperpento; y en nuestro teatro a Armando Discépolo en su obra Stéfano o a las mejores piezas de Tito Cossa. El sainete es más jocoso, desopilante, y ligero.
Un sainete, por dar un ejemplo, fue Alfredo De Angeli enojado y subido a un tractor, mientras era mimado por los periodistas que viviendo en departamentos se hicieron inesperados hinchas del sojismo.
Sainete también puede ser un almuerzo de Mirtha Legrand aunque a veces deriva en grotesco.
Lo bizarro- no en su sentido original de arrogante- significa ya algo indefinible, raro, ridículo, como el cine de Ed Wood o como tantos personajes mediáticos. El programa de Anabela Ascar en Crónica televisión sería bizarro; el discurso de Biolcati en La Rural, sería una mezcla de varios géneros con preponderancia del absurdo. Esos son los grandes rubros o géneros en que se divide la realidad en los medios. Está el nuevo caso de Pino Solanas queriendo asociarse a Elisa Carrió o viceversa. ¿Qué sería esto? ¿Surrealismo? ¿O absurdo? Sentados ante un mismo plan económico Prat Gay con Lozano, y en una marcha por los derechos humanos Victoria Donda junto a Fernando Iglesias. Tambié que haya 29 proyectos para tratar las retenciones agrarias cuando bastó uno solo hace dos años para armar un aquelarre. ¿Qué es, grotesco?
¿Y las actuaciones teatrísticas de Mauricio Macri qué son? ¿Un sainete? Como la realidad es cada vez más varia y vasta habrá que ir creando otro género ya que aquellos van quedando chicos. Anoto un nuevo término: “desfachatismo”, de desfachatez. “Desfachatismo” es el de la derecha cuando simula apiadarse de los pobres.O es el de los políticos jugando a defender la democracia en la casa del monopólico Magnetto. Y sobre todo es el periodismo con la máscara de independiente o de neutro.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 17 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
Un sainete, por dar un ejemplo, fue Alfredo De Angeli enojado y subido a un tractor, mientras era mimado por los periodistas que viviendo en departamentos se hicieron inesperados hinchas del sojismo.
Sainete también puede ser un almuerzo de Mirtha Legrand aunque a veces deriva en grotesco.
Lo bizarro- no en su sentido original de arrogante- significa ya algo indefinible, raro, ridículo, como el cine de Ed Wood o como tantos personajes mediáticos. El programa de Anabela Ascar en Crónica televisión sería bizarro; el discurso de Biolcati en La Rural, sería una mezcla de varios géneros con preponderancia del absurdo. Esos son los grandes rubros o géneros en que se divide la realidad en los medios. Está el nuevo caso de Pino Solanas queriendo asociarse a Elisa Carrió o viceversa. ¿Qué sería esto? ¿Surrealismo? ¿O absurdo? Sentados ante un mismo plan económico Prat Gay con Lozano, y en una marcha por los derechos humanos Victoria Donda junto a Fernando Iglesias. Tambié que haya 29 proyectos para tratar las retenciones agrarias cuando bastó uno solo hace dos años para armar un aquelarre. ¿Qué es, grotesco?
¿Y las actuaciones teatrísticas de Mauricio Macri qué son? ¿Un sainete? Como la realidad es cada vez más varia y vasta habrá que ir creando otro género ya que aquellos van quedando chicos. Anoto un nuevo término: “desfachatismo”, de desfachatez. “Desfachatismo” es el de la derecha cuando simula apiadarse de los pobres.O es el de los políticos jugando a defender la democracia en la casa del monopólico Magnetto. Y sobre todo es el periodismo con la máscara de independiente o de neutro.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 17 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
viernes, 13 de agosto de 2010
Estatuas malas, historias viejas
En Extremadura, España, sobre un pedestal de piedra se levanta la estatua de bronce de Hernán Cortés. La pierna derecha del conquistador embotada, está pisando con el taco la cabeza decapitada de un indio. El simbolismo es fácil y claro: se trata de recordar el exterminio del pueblo azteca. Lo extraordinario, en esta España democrática de Zapatero, la del juez Garzón y la de los movimientos culturales progresistas, es que semejante agravio exista en el espacio público. Varias toneladas de piedra y bronce para exponer la desalmada arrogancia de la conquista de Méjico y el humillado papel de los conquistados. Parece cuento. Pero ese Hernán Cortés matasiete e implacable, perdura en el pueblo de Medellín desde hace un siglo. Ahora acaban de manchar esa estatua con pintura colorada, y los agresores o reivindicadores anónimos exigen sea quitada de la vista. No luce como noticia trascendente. Pero desde aquel caballo mítico de madera de Homero, que fue una maldición para los troyanos, hubo y habrá monumentos o símbolos malignos. En la ciudad de Buenos Aires en Diagonal Sur, en la plazoleta de Irigoyen y Perú, desde 1941 está la estatua del General Roca; y aunque su bota no pisa ninguna cabeza decapitada parece pisar miles de cabezas de indios. Presidente argentino dos veces, Roca fue su exterminador. Comandó la llamada Campaña del Desierto, que solo fue desierto cuando se mató y esclavizó hasta el último ser humano vivo y no blanco que la habitaba. El autor de la estatua fue el artista uruguayo Zorilla de San Martín. Y así como allá en Medellín militantes indignados se niegan a tener que seguir viendo el pie de Hernán Cortés pisando una cabeza americana, aquí en Buenos Aires organizaciones que reivindican a los pueblos originarios y los derechos humanos se niegan a seguir celebrando el bárbaro mérito civilizador de Roca. En el mundo se ha visto no hace mucho a un tanque de los Estados Unidos arrancar de cuajo en Irak la estatua de Sadam Hussein al que sus enemigos condenaron a la horca. Poco antes el terrorismo había derrumbado las torres gemelas, estatuario símbolo del cuantioso poder de Wall Street. En 1955 el bando antidemocrático que derrocó a Perón volteó estatuas de él y de Evita. Y en España se están quitando de sus emplazamientos las últimas estatuas del dictador Franco. Aunque aún debe de haber alguna erguida oculta por ahí. Aquí, en nuestra ciudad, en la calle Cabrera 3653 de Palermo y en otros lugares del país, se están recibiendo cientos y cientos de llaves que donan ciudadanos para con ellas conseguir fundir una estatua que honre a “La mujer originaria”. El escultor Andrés Zerneri- creador de la del Che Guevara levantada en Rosario- es el artista encargado de esculpirla para que reemplace a fin de año a la estatua de Roca. Una lluvia de llaves desafía a la vieja historia. Se trata de modificarla o de mantenerla. El final está abierto. O Roca o una indígena. Pero Roca es duro de roer.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 13 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
jueves, 12 de agosto de 2010
Días de gloria mediática
El cinismo, escuela atribuida a Sócrates, es hoy un signo de descaro y desfachatez. Gran parte de nuestra actividad mediática es cínica. Cínico es el que adscripto a la economía de derecha le propone el 82 % a los jubilados o el que adscripto a la democracia pura acusa a los pobres de votar por clientelismo, cuando son los acusadores los que votan por negocios. Ayer mientras pasaban otra vez la cadena de transmisión del “terror- entretenimiento” mostrando otra toma de rehenes, pensé en qué angurria la de directores de noticias, productores, editores, movileros etc ante este bocato di cardinale que la realidad les ponía sobre la mesa. Una toma de rehenes es un pico alto de encantamiento de audiencias. Un arquitecto notable- preservo su nombre- me llamó anoche para contarme que lo habían llamado de Editorial Perfil para ir hasta la casa del derrumbe de Villa Urquiza a hacer una nota allí entre los escombros. ¡Están locos! Contestó mientras se negaba al conventillo y a ser expuesto como un cínico hablando sobre los problemas edilicios que causaron la tragedia, pero posando para salir bien en la foto. Y así al otro día verse publicado bajo un título en que lo iban a dejar como si fuera un charlatán acusando a diestra y siniestra indiscriminadamente, metiéndose en temas de pericias y de jueces. Estos son días de gloria mediática fácil. La desgracia, que exige investigación, sobreactúa el regodeo.
Como el de esos pescadores que se encuentran con un banco de peces que se pueden sacar con la mano. Los medios se copian de la misma agenda y comen el menú de la inseguridad del mismo plato. Por eso la salidera del banco en La Plata les sirvió para tratarla con la dimensión trágica de una matanza como la de Waco. El derrumbe del gimnasio para tratarlo como el terremoto de Haití. No quisiera delatar a tantos colegas de mesas de noticias que al alba llaman a guardias policiales conocidas para preguntarles si tienen algún muerto. Es una alentadora forma de empezar el día ya que los piquetes aburren. Y si en la comisaría no hay agendado ningún extinto, aunque sea algún buen choque, y si es un colectivo mejor. Porque un colectivero atrae más odio colectivo y eso es jugoso. La conjunción de adjetivos para adosar a las tragedias es básica: terrible, tremendo, etc. Y con algún agregado como “y le dispararon justo cuando estaba acariciando a su perrito”. Y enfocan al perrito moviendo la colita. Lástima que los perros no lloran sino saldrían sus lágrimas en primer plano en la pantalla. Además lo ideal para el periodismo es que la víctima tenga un perfil humano de santidad. Y si no lo tiene se lo inventa. Un buen muerto siempre es un buen vecino, un buen cristiano, un buen trabajador, un buen padre, un buen esposo, un buen compañero. Y van y lo atacan-dicen- cuando estaba por ir a donar la mitad de su sueldo a un asilo de niños huérfanos. Si seguimos aceptando este juego complacidos los noticieros serán vistos como thrillers sin tener que ir al cine o alquilar un video. Nos están intoxicando de lo siniestro y convirtiendo en telespectadores cínicos. Y hoy nos amenaza menos la delincuencia, que la violencia de los medios.
Carta abierta leída por Orlando Barone 12 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
miércoles, 11 de agosto de 2010
La política, el corazón y el bolsillo
Para la anatomía el corazón es una músculo no un sentimiento; para Woody Allen también “es un músculo muy, pero muy elástico”. El cinismo de Allen contrasta con el sentido ético de Saint Exupéry quien decía en El Principito: “Solo se ve bien con el corazón: lo esencial es invisible a los ojos”. Lo lamento por Saint Exupéry pero hay corazones ciegos que desgracian a sus propietarios. También hay corazones tuertos que usan su único ojo para mirarse a si mismos. Y hay corazones que solo se activan con el Viagra del dinero. El radical Juan Carlos Pugliese, cuando era ministro de economía en 1988 al ver que la crisis se venía encima les reprochó a los empresarios: “Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Aparte del candor de la idea de que el corazón pudiera formar parte del mundo económico, la frase de Pugliese desnudó la impotencia del sentimiento frente a la especulación financiera. Ahora es la presidenta argentina quien altera el orden de los factores y parodiando a Pugliese les dice a los empresarios: “Les pido que no se pongan la mano en el corazón, les pido que se la pongan en el bolsillo”. Esta versión es más realista. No se hace ilusiones sentimentales en el altar de los intereses y da por sentado lo que decía Perón: “que la víscera más sensible del hombre es el bolsillo”. Personalmente hubiera mejorado la frase de la presidenta. A los empresarios, sobre todo a los agro gauchos suntuarios y a los industriales glotones, debería haberles dicho: “No les pido nada del corazón porque para ustedes no existe; pero les pido miren sus cuentas bancarias y vean cómo engordaron sus bienes”. Pero ya dije ayer lo que dijo Marx: cuanto más ganan más predadores se ponen. En este sentido la presidenta no se anduvo con vueltas y fue directa al bolsillo. No obstante el dilema continúa: ¿Si las corporaciones cuanto más ganan más quieren, cómo enfriarles el deseo y lograr que concedan que el Estado las regule a favor del todo? Es una cuestión política difícil. Ya que la mayor parte de la oposición promete que si llegara a ocupar el Gobierno alentará a las corporaciones a no controlar su angurria. Pero sí controlará el deseo de los trabajadores. Pascal decía que “los grandes pensamientos vienen del corazón”. Será cierto porque Pascal era un sabio. Pero hay que tener cuidado con eso. Porque, por tomar un ejemplo, los mejores pensamientos del corazón de Biolcati no tienen que ver con los mejores pensamientos del corazón de un pobre. Y los dos son los mejores pensamientos. Sin un Estado mediador ambos son corazones inconciliables.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 11 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
martes, 10 de agosto de 2010
El riesgo país y el riesgo caníbal
El riesgo país promedia los seiscientos puntos y está paulatinamente en descenso. El significado es óptimo en relación a los capitales y a la confianza de estos en el mercado. La Argentina de hace diez años llegó a disparar su riesgo país a más de seis mil puntos. Diez veces más que ahora. Los medios difundían la noticia como con goce y los ciudadanos con patacones o con tickets canasta se sobresaltaban aterrados a medida que el riesgo subía como un afiebrado sin límite. Todavía me parece oír a través de las noticias el anuncio del aumento del riesgo; cuando más inflamada era la voz que lo anunciaba más alto subía el riesgo; medición macroeconómica impuesta por el juego del mercado que no necesariamente promueve la equitativa distribución de la riqueza. Ese es otro proceso que depende de la política. En todo el mundo se demandan inversiones: se rinde culto al capital. Y en cada lugar el capital recibe un distinto tratamiento: depende de que su soporte sea socialista, intervencionista, regulador, de libre mercado o de libre albedrío. Es en el libre albedrío donde el capital más retoza. Pero no es ahí donde más gana. Porque el capital donde más gana es en el tumulto. Por eso en su propia naturaleza lleva la idea de que eso suceda: cuanto más despelote en una sociedad más probabilidades de rapiña. En la Argentina hay memoria por eso se sospecha de esas fantasías infundadas y sin fondo, porque alguien por detrás las instiga. El capital nació para querer ganar y ante la mínima advertencia de perder huye y se guarece. Para no abundar en disquisiciones Karl Marx fue quien lo definió de esta manera: “el capital experimenta horror por la ausencia de ganancia, como la naturaleza por el vacío, dice. Pero si la ganancia es adecuada el capital se vuelve audaz; si es el 20 % el capital se vuelve impulsivo; si es el 50% por ciento se vuelve temerario; si es el cien por ciento de ganancia pisoteará todas las leyes humanas; y si la ganancia es el 300% no hay crimen por cometer que lo arredre aunque corra el riesgo de que lo ahorquen. Y como la turbulencia y la refriega producen ganancias, el capital alentará más refriega y turbulencia”. Lo escribió Marx hace un siglo y medio. Está ahí la respuesta de por qué si los sojeros ganan cada vez más quieren pisotear todas las leyes y ganar más, en lugar de quedarse satisfechos. Y si consiguen un revoltijo mejor todavía. Por eso, que el riesgo país esté en descenso en la Argentina si no es para descorchar, al menos es para tranquilizarse. Recordemos que aquí reptan y acechan capitales nostálgicos del default y del que se vayan todos. Es la ideología del desbande. Porque allí aplican su canibalismo.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 10 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
lunes, 9 de agosto de 2010
El canalla, el canallita y el “canallismo”.
La palabra “canalla” – aunque desde esta semana yo la asocio a la última tapa de la revista Noticias o en general a la editorial Perfil- tiene otro origen. Deriva de “can”- perro- y si uno respeta a los perros suena injusta. Canalla, en la antigüedad era una muchedumbre de perros. Hoy es un individuo despreciable, indigno, ruin, rastrero, innoble. La palabra ha progresado: porque si antes hacían falta muchos perros para significarla, hoy no hace falta más que un hombre. O un nombre. Nótese el significado que últimamente ha adquirido el apellido del jefe del Grupo Clarín. Pensar que para la gente, durante mucho tiempo, fue un misterio. También para el periodismo. Cualquiera sabe que un canalla tanto puede ser un rey como un mendigo; sojero, marcador de salideras, maltratador de esposas, peronista o antiperonista disidente o periodista. No hay estadísticas acerca de en qué oficio o disciplina aumenta la propensión al canallismo. Pero el periodismo- o lo que de él quede de nobleza- tendrá que ver cómo “descanallizarse”. Personalmente me gusta más decir “canalla” que “hijo de puta”, ya que este último - como agravio - maltrata a la mujer como madre, y porque además la moda lo ha ido acomodando como elogio y al que se destaca en algo se le dice hijo de puta en signo de admiración. Volvamos a canalla. El sábado un amigo me cuenta que el pseudo periodista Darío Gallo de Editorial Perfil anunció en la red lo siguiente: “la nieta de Orlando Barone está en Twitter”. Pero no: mi nieta no está en twitter. ¿Por qué ese gallífero implume hizo este anuncio falso? El diminutivo de canalla es “canallita”:suena más despreciable. Roberto Arlt acuñó aquel descalificativo “turrito”.
Para qué canallear, si basta llamar a mi casa o conectarse conmigo, para enterarse que mi nieta, universitaria, es mi asistente. Probablemente el canallita se tentó con la mala información que es su mejor talento, y debió pensar que ante ese rumor sibilino miles de conspiradores cibernéticos ávidos lectores de su blog, y de los inquisidores catolicastros que creen que quien defiende el matrimonio igualitario o discute el derecho de una mujer al aborto, merece ser arrancado de publicidades infantiles, se dedicarían a insultar e injuriar a mi nieta. Cuya única responsabilidad es la de tener un abuelo al que la revista donde el gallífero se prosterna y se arrodilla, me eligiera como el “peor periodista”del año.
En el último número de la revista Noticias, la nota de tapa estampa la idea de una “farándula K” que hace negocios obviamente K. De tanta angurria con la letra van a terminar convertidos en “kaka”
En esta canallada al estilo del director Jorge Fontevecchia, caen las actrices Florencia Peña y Andrea del Boca y el actor Gastón Pauls por su transparente apoyo a la gestión del Gobierno. Ninguno de ellos- así como antes la revista canalla trató de ensuciar a las Madres y a las Abuelas- necesita de esta defensa: los defienden sus méritos y sus éxitos.
A Fontevecchia lo acredita el fantasma de Cabezas que usufructuó como marketing de un provechoso duelo; y una muchedumbre de perros. Origen de canalla. Algunos son pichichos. El canallismo periodístico no discrimina el tamaño.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 9 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
Para qué canallear, si basta llamar a mi casa o conectarse conmigo, para enterarse que mi nieta, universitaria, es mi asistente. Probablemente el canallita se tentó con la mala información que es su mejor talento, y debió pensar que ante ese rumor sibilino miles de conspiradores cibernéticos ávidos lectores de su blog, y de los inquisidores catolicastros que creen que quien defiende el matrimonio igualitario o discute el derecho de una mujer al aborto, merece ser arrancado de publicidades infantiles, se dedicarían a insultar e injuriar a mi nieta. Cuya única responsabilidad es la de tener un abuelo al que la revista donde el gallífero se prosterna y se arrodilla, me eligiera como el “peor periodista”del año.
En el último número de la revista Noticias, la nota de tapa estampa la idea de una “farándula K” que hace negocios obviamente K. De tanta angurria con la letra van a terminar convertidos en “kaka”
En esta canallada al estilo del director Jorge Fontevecchia, caen las actrices Florencia Peña y Andrea del Boca y el actor Gastón Pauls por su transparente apoyo a la gestión del Gobierno. Ninguno de ellos- así como antes la revista canalla trató de ensuciar a las Madres y a las Abuelas- necesita de esta defensa: los defienden sus méritos y sus éxitos.
A Fontevecchia lo acredita el fantasma de Cabezas que usufructuó como marketing de un provechoso duelo; y una muchedumbre de perros. Origen de canalla. Algunos son pichichos. El canallismo periodístico no discrimina el tamaño.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 9 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
jueves, 5 de agosto de 2010
La palabra comodín de la antipolítica
¿Se acuerdan de la promesa ética de la Alianza? Fue allí que se instaló la gran ilusión de combatir la corrupción, aunque recién en su parte final, al Gobierno de los noventa. Pero por paradoja la corrupción con la siguiente gestión que venía a purificarnos recrudeció en el default y la devaluación. Y produjo uno de los vaciamientos de la sociedad a favor de las corporaciones y del triste esplendor de las ferias del trueque. Otra vez hoy vuelve a aparecer ese concepto- corrupción- contra el oficialismo; y más últimamente para denunciar cómo se corrompe el Senado. Igual o parecido que aquella vez con la Banelco. Las fuentes de propagación son las mismas de siempre. Quienes las repiten, a veces son conscientes, a veces solo submensajeros útiles. En este caso no se dan cuenta que son útiles a quienes los hacen inútiles a ellos. Desde editoriales republicanas ilustres, a través del pregón de medios hegemónicos y de voces políticas con influencia se intensifica esa visión acusadora que golpea la credibilidad oficialista. El jefe del gauchaje posmoderno tampoco se privó en La Rural de acusar al gobierno de corrupto. La desverguenza casualmente es una forma de corrupción de la buena vergüenza. La Alta Iglesia opositora cada vez que consagra un sermón tiene la palabra corrupción en la punta del púlpito. Es probable que el domingo en San Cayetano corrupción sea la estrella santa. De este multiuso moral no se privan ni el rabinismo lobista, ni el de cualquier credo que se precie, ni los constitucionalistas retóricos de intención destituidora, ni tampoco esos sondeos de opinión de consultoras privadas. Estas, especialistas en sospechar de gobiernos populares cuando se enfrentan a las corporaciones y monopolios. Si no los enfrentan entonces se los hace pasar por honestísimos y la corrupción mágicamente decrece en los medios. Y vuelve a crecer cuando crece el Estado indebidamente para ellos. Siempre habrá una valijita o un retorno vil entre tantos funcionarios nacidos de un vientre humano. El compromiso ético en política es una forma de descalificarla. Es como comprometerse a la cópula razonablemente, correctamente. Nadie en su juicio puede prometer eso. Hay un axioma unilateral que sentencia que la corrupción estatal prevalece por sobre la corrupción de lo privado. Y que cuanto menos posea el Estado menos se tienta. Siempre que se dice corrupción su antónimo correlato es despojamiento o pobreza. En el clásico folletín liberal un corrupto es siempre un funcionario y nunca un empresario ni una empresa. Porque mientras el Estado no es de nadie, lo privado es de los propietarios y ahí hay libre albedrío. Los perros denunciadores están largamente entrenados en una sola dirección. Y únicamente ladran en la estación pública para poner contentos a los del andén privado. Ejercicio antipolítico, que así sale fácil. Y como es muy difícil conseguir pruebas judiciales, la corrupción se considera igual que un gas letal abstracto e invisible. Lo que hace que nadie esté obligado a hacerlo visible pero que igual le da piedra libre al “sospechador” para esparcir el gas sin la responsabilidad de tener que mostrarlo. Observemos qué desconfianza se procura agitar hoy en el Senado. Pudrirlo con el rumor y con mensajitos. Con la complicidad de algún político opositor que al no entrar en la historia quiere entrar en el escándalo que le trae escenarios. Así, con más sospechas que certezas la palabra corrupción se corrompe. Blandir el argumento moral es la cobardía de la política.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 5 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 5 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Los voluntarios del frío voluntario
Imaginen esta escena: la madrugada en la costa, al borde del río. El espigón, el muelle o la costanera desolada e inclinado con su caña un pescador expuesto al congelamiento. Nadie lo obliga. Ha dejado voluntariamente su casa y su estufa y su habitat protegido, y se ha impuesto ese goce extraordinario: ir a pescar al río. Y está ahí durante horas, solo, cruzado por el viento y por la humedad del aire de hielo. No es un pejerrey o una boga su objetivo. Probablemente no lo quiera saber ni lo sepa. Metido en una campera plástica y envuelta su cabeza en un gorro grueso juega a pescar en un umbral de hielo en lugar de estar en su cama.
Imaginen esta otra escena: una plaza, un banco de piedra bañado de gotitas glaciares, un frío nocturno que cala hasta el fondo del ombligo. Y besándose, mimándose sin premura ni tiempo, dos enamorados desafiando a la intemperie de témpano. A lo mejor no quieren ir a sus casas porque les sienta mejor estar juntos, solos; a lo mejor han elegido el frío porque ellos, abrazados, lo calientan hasta que el calor los abriga.
Imaginen esta otra escena: un ciclista deportivo en la ruta del camino negro. O en cualquier camino.
Pedalea curvada la cabeza sobre el manubrio y su casco atraviesa el aire lleno de estalactitas invisibles de filo de cuchillo.
Ensimismado en su destino, elegido al azar a decenas de kilómetros, no le inquieta que a su lado lo rocen colectivos y camiones soplándole corrientes de viento duro, de Groenlandia. Cada tanto un charco lo salpica, pero él sigue como si estuviera paseando gozoso bajo temperaturas de freezer.
Todas esas son escenas de frío voluntario no de sometimiento. De frío desafiado modestamente por desafío o por placer, y no por pobreza o despojamiento. Hay otros lugares con escenas de frío voluntario de más categoría; es en las montañas y en los centros de esquí. Turistas que practican deportes de invierno. Se va en busca de la nieve porque se tiene asegurado el bienestar en la cabaña vip. Se trata de un tipo de frío selectivo que se paga carísimo. Pero en situación de estatus y de prosperidad los copos blancos y el desliz de los esquíes son divertidos.
Pero también está la contra cara: la del frío que condena. El miserable frío. El que llega a través de la pobreza. Y este sí es un triste, un involuntario e indeseable frío con el que nadie juega.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 4 de Agosto de 2o10 en Radio del Plata.
martes, 3 de agosto de 2010
El santo ya no viene marchando como antes
San Cayetano anticipaba el día de su llegada hasta un mes o un mes y medio antes. Hasta hace unos años colmaba la agenda mediática durante semanas con anécdotas de peregrinos y de acampes. Y en cadena permanente pasaban por la pantalla filas de feligreses a la intemperie, esperando rodeados de micrófonos y cámaras que llegara el 7 de agosto. Y en todo ese tiempo, en noticieros e informativos se iban sucediendo historias remanidas, leyendas y especulaciones. La historia del desvalido, la del que llega arrodillado, la de la que no tiene nada más que su fe y la pava y el mate, y el perro echado ahí, juntando frío. San Cayetano desde Liniers siempre se apropia de todo lo concerniente al desempleo y la pobreza; es un santo latifundista de fieles que hegemoniza desde el templo un abstracto ministerio de consuelo. En las vísperas, los movileros y cronistas inflan récords de asistencia y advierten del inminente reclamo de la Iglesia contra la eterna responsabilidad política. ¿Qué va a decir ese día el cardenal? Dudan intencionadamente los medios azuzando la atmósfera. Y esa idea amenazante de la túnica púrpura en el estrado, blandiendo parábolas flamígeras, resonaba desde antes que sonaran. ¿Qué sermón político impregnará la liturgia religiosa y pondrá en apuros a las autoridades y al Gobierno? Uy, uy… Cundía anticipadamente una expectativa de lección moral contra la política impotente, y contra los que la ejercen desde la función o el cargo público. Pero últimamente el callado San Cayetano retarda su llegada; como si hubiera ido perdiendo parte de su consecuencia mediática. Y como si su valor de observatorio de la desocupación en masa y de la exclusión sin respuesta, tuviera cada vez menos argumentos. ¿Será que va cambiando la moda y está siendo sustituido por otra variedad de vírgenes y santos, o ateos? ¿O será que este año los hados católicos vienen menos propicios después del tropezón del matrimonio igualitario? Algo le debe estar pasando al viejo guión de folletín “cayetanístico”. Porque este año el santo solo va apareciendo más cautamente, y ya sobre la fecha. Como de liquidación o descarte. Asoma apenas su espiga por entre el vocerío que todavía retumba en La Rural y por sobre tantos escándalos de mercado de mayor demanda terrenal. Igual sus fieles más fidelísimos, ajenos a la intromisión y a los supuestos récords de asistencia nunca probados y a veces mentidos, lo celebrarán como siempre. Lo cierto es que este año San Cayetano viene marchando despacio y sus peregrinos disminuyen. No sé si un santo puede perder rating o marketing. A lo mejor es por su éxito y los que le rogaban cada vez ruegan menos por que la oferta de trabajo superó a la carencia.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 3 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
lunes, 2 de agosto de 2010
Los gases de La Rural
Entre el olor a bosta equina y el olor a bosta ideológica se resumió en La Rural un friso bicentenario que hizo retroceder la historia a la prehistoria. Patricia Sosa maravilló a las reses y los fardos con su interpretación de Aurora y también del Himno junto a todos. Cada cual se entrega a la pasión que más le sienta y sin andarse con vueltas. Y allí no cundió el matrimonio igualitario sino el matrimonio entre el poder y los lameponchos; entre los dueños de la mesa y los convidaditos; entre los patrones y los sometidos. Hasta el constitucionalista Sabsay, que alguna vez pareció constituyente, ahora juega con la camiseta campestre destituyente. Y esas imágenes ¡Dios mío! Eduardo Duhalde a la vera de los Biolcati, parecía hincado. O peor aún: lucía privado hasta de su tamaño petiso empeñado en conseguir un no tamaño. Qué necesidad de esa autoenanización de un ex presidente argentino. Los apóstoles políticos de variada gama de partidos y coaliciones, se prestaron a lucir su impotencia disfuncional ante la matriz gaucha maleva, y ya no hay Viagra ni soja que logre algún efecto eréctil o erector que los consuele. En la Rural el mentiroso campo desenmascaró su única verdad apropiadora. Lo obvio y previsible de su mensaje no amengua su influencia regresiva. Entre los gases bovinos que causan daño ambiental en la atmósfera y las emanaciones de un discurso gaseosamente ingrato, dañino, patronal y cínico, la pobreza fue ultrajada por los ricos. No deberían osar mencionar su nombre quienes la trataron de hacer crecer por los siglos de los siglos, si no fuera que cada tanto les sale un poder democrático que los mete en el brete.
También la corrupción fue ahí intensificada por los corruptos.
Vociferan la corrupción como penitentes falsamente despojados de codicias y angurria. Quizás fue eso lo que inspiró al mejor periodista del periodismo de alta gama, a comparar a estos sátrapas telúricos con los jóvenes revolucionarios del Mayo francés del 68. Ya no hay más bailes de máscaras en carnaval y en la política argentina. Porque a esta altura el que lleva máscara delata su afán de ocultamiento y aún sin sacársela descubre su identidad. Y ya no hay periodistas neutrales porque cuanto más posen de neutrales más se transparentan oscuros. La cosa es frontal. Y aunque el acto granario y estanciero sucedió en democracia, fue como si hubiera sucedido en dictadura. Y como si se paseara como ayer en un carruaje monárquico el uniforme de gala sin carne de Juan Carlos Onganía vivado por ese espíritu de cuerpo que huele a pesebre pero no santo. Pobres Martín Fierro, el Sargento Cruz, Atahualpa Yupanqui; pobres los campesinos sin silo y sin Cardón y sin trabajo registrado; pobre el himno y Aurora que tienen que resistir escenarios que los traicionan. Pero pensándolo bien habría que darles las gracias, agradecerles tanto sincericido; tanta obscenidad golpista en la punta de la lengua; tanta hipocresía moral solo comparable a la Alta Iglesia Argentina y a los grandes medios. Y agradecerles a sus grandes periodistas por las crónicas alusivas a la épica sojera, indignas de cualquier manual deontológico; y también a los grandes políticos opositores que han confirmado que el consenso que desean es con las corporaciones, porque con la política a solas ni siquiera pueden practicar onanismo. Algunos , por vergüenza, no se sentaron en el palco para no salir en la fotografía, pero en La Rural saben que cuentan con ellos. Otros que no fueron esta vez, cargan con la culpa de haberse aliado a la derecha gaucha no positiva desde la izquierda útil.
Sí, pensándolo bien, hay que ser agradecidos. Porque en La Rural, y a la vista de todos, se quedaron desnudos.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 2 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
También la corrupción fue ahí intensificada por los corruptos.
Vociferan la corrupción como penitentes falsamente despojados de codicias y angurria. Quizás fue eso lo que inspiró al mejor periodista del periodismo de alta gama, a comparar a estos sátrapas telúricos con los jóvenes revolucionarios del Mayo francés del 68. Ya no hay más bailes de máscaras en carnaval y en la política argentina. Porque a esta altura el que lleva máscara delata su afán de ocultamiento y aún sin sacársela descubre su identidad. Y ya no hay periodistas neutrales porque cuanto más posen de neutrales más se transparentan oscuros. La cosa es frontal. Y aunque el acto granario y estanciero sucedió en democracia, fue como si hubiera sucedido en dictadura. Y como si se paseara como ayer en un carruaje monárquico el uniforme de gala sin carne de Juan Carlos Onganía vivado por ese espíritu de cuerpo que huele a pesebre pero no santo. Pobres Martín Fierro, el Sargento Cruz, Atahualpa Yupanqui; pobres los campesinos sin silo y sin Cardón y sin trabajo registrado; pobre el himno y Aurora que tienen que resistir escenarios que los traicionan. Pero pensándolo bien habría que darles las gracias, agradecerles tanto sincericido; tanta obscenidad golpista en la punta de la lengua; tanta hipocresía moral solo comparable a la Alta Iglesia Argentina y a los grandes medios. Y agradecerles a sus grandes periodistas por las crónicas alusivas a la épica sojera, indignas de cualquier manual deontológico; y también a los grandes políticos opositores que han confirmado que el consenso que desean es con las corporaciones, porque con la política a solas ni siquiera pueden practicar onanismo. Algunos , por vergüenza, no se sentaron en el palco para no salir en la fotografía, pero en La Rural saben que cuentan con ellos. Otros que no fueron esta vez, cargan con la culpa de haberse aliado a la derecha gaucha no positiva desde la izquierda útil.
Sí, pensándolo bien, hay que ser agradecidos. Porque en La Rural, y a la vista de todos, se quedaron desnudos.
Carta abierta leída por Orlando Barone el 2 de Agosto de 2010 en Radio del Plata.
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