viernes, 29 de enero de 2010

Hace calor, sí. ¿ Y qué quieren, que nieve?

No los entiendo y no nos entiendo. ¿No era que en invierno hace frío y en verano calor? Lo raro sería que nevara. Que en verano pasáramos los días y las noches abrigados y con calefacción.
Por eso me pregunto: ¿Qué necesidad hay de al encontrarse con cualquiera, poner cara de sofoco y decirle /¡Qué calor, no se aguanta! /Para que la otra o el otro respondan /“Así no se puede vivir”/. Y, no. No se puede. Y dale con el calor. Que es bárbaro, insoportable, infernal, terrible. Surtido básico de adjetivos alusivos. Además al adjetivo se lo acompaña con gestos y muecas de tortura.
Gente aparentemente normal, estándar, que habiendo perdido todo indicio de originalidad parece reconfortarse en un monotema: el calor. Se contagia el calor por osmosis del diálogo y del boca a boca. Se dan manija y más sudan cuanto más “calorpatía” se intercambian.
¿Me decís que ya no dás más de calor? Pero si estás en el edificio de tu empresa donde las empleadas hasta tienen que ponerse un saquito. Si salís de un aire acondicionado y te metés en otro.
El calor mata. O “la” calor como se decía antes cuando en verano las mujeres usaban enagua y corsé y los hombres sombrero y saco y corbata, y debajo de la camisa, camiseta intelock. ¿Cómo hicieron para sobrevivir solamente apantallándose con un abanico o con un ventilador que apenas si soplaba una brisa caliente? Eran tiempos en que no había delivery de helado.
Imaginen ese padecimiento de no poder pedirlo por teléfono Tampoco había, y no voy a enumerar cuanta tecnología existe, porque todo está en las listas de electrodomésticos. En cualquier momento para viajar en colectivo o en subte se empiezan a fabricar refrigerantes portátiles de culos para que no se te pegue la cuerina de los asientos.
El calor se disfruta de acuerdo a las playas o piletas que nos son afines , y se sufre de acuerdo al laburo de pizzero con horno a leña donde se labure.
Cada cual tiene calor según el fresco de que es propietario. Hay gente que ni en invierno es dueña del calor, ni del fresco en verano. Debe vivir siempre a contramano de la temperatura. Es la que tiene derecho al pataleo. La otra, que deje de agotar kilowatios al pedo, por angurria.
El problema a que yo apunto no es el serio de la salud, que exige cuidados, sino el del lenguaje. El de convertir al calor en el único tema relevante de nuestras relaciones. También entre nosotros los periodistas, que últimamente no militamos en la sensatez sino en lo desorbitado. En muchos medios se está hablando del calor como si fuera una plaga climática que va a derretir a la Argentina. Lo que sería bueno se derritiera es el lugar común; lo obvio. Para que el que no habla del calor con el otro, no se sienta un excluido. Hablar del tiempo es la excusa más difundida para no decirse nada. Pero es sorprendente que en pleno verano nos sorprenda el calor. Será que tenemos tan poco para decirnos. O porque es la única coincidencia que nos une.

*Carta abierta leida por Orlando Barone el 29 de enero por Radio del Plata

miércoles, 27 de enero de 2010

Que le saquen la careta al monstruo que tienen escondido.

¿Cuál es el modelo de país que proponen los que se oponen al modelo del Gobierno? ¿Qué modelo imaginan, planean y especulan? Si el actual modelo no les gusta, los perturba, los damnifica y los ofende, qué otro modelo los atrae, los satisface y beneficia? Los opositores tienen que sacarse la careta y sacarle la careta al presunto modelo que mantienen en reserva. Y escamotean de la vista del público. Se agotó el tiempo de la crítica total al modelo en ejercicio: nada más fácil que desaprobar y objetar. O que proponer fantasías cuando la cama está lejos. Ha llegado la hora de desembuchar el supuesto modelo alternativo. Los indicios más reveladores y más nítidos aparecieron con el caso Redrado y la defensa vaticana del Banco Central. Y también se amplifican con la alegría que les depara el triunfo en Chile de Piñera, con los fallos judiciales en contra del modelo en operaciones, y con la idea retrospectiva de reubicar a los Derechos Humanos en la valija del desván y a los actores inhumanos en el limbo del olvido. Ya se sabe: a la oposición este modelo no le sienta. ¿Pero cuál es el que le calza de medida y por qué no lo muestra de una vez en lugar de demorar su sinceramiento? Con la soja sola y el tambo ad hoc no basta. Tampoco con la iniciativa privada privadísima. Ya pasó en el umbral de los noventa cuando el modelo que ganó la confianza de la gente se sacó la careta y “no los voy a defraudar” se convirtió en “los voy a despojar”. A nadie puede ocurrírsele que haya compatriotas que sientan nostalgia de ese modelo. Aunque nadie está a salvo de añoranzas de placeres a costa del dolor. ¿O si? Todo modelo de gobierno es ideológico. Se sabe ya empíricamente cuál es el del actual y qué cosas no incluye este diseño. No incluye el ajuste a la inversión pública, no incluye la exclusión o la opción del desempleo ni la vocación por esterilizar el Estado o esterilizar la producción y alentar los malabares secretos financieros. Es transparente. No incluye la revolución. No fantasea con actores sociales que no abundan. No plantea espejismos amateurs ni corazonadas adolescentes. Es pura carpintería, con dosis de impureza artesanal y de imperfecciones de estilo. Pero este modelo no hace cirugía mayor con anestesia ni promueve mutilar el Estado ni jibarizar el valor de la moneda. Este modelo es éste. A quienes no les gusta: ¿Cuál otro modelo les gusta? Por el rechazo al actual deben de estar imaginando un modelo totalmente opuesto. Deschávense. Confiesen. El monstruo ya no se aguanta en los camarines. El predador está con hambre. Sáquenle la careta. Desnúdenle la cara al modelo que planean.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 27 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

martes, 26 de enero de 2010

El gobierno mete la pata hasta acá

Este gobierno raro respecto a tantos gobiernos anteriores insiste en enfrentarse con los lobbies económicos, con los medios de comunicación hegemónicos y con los agroganaderos prósperos. Todos juntos. ¿Por qué en lugar de enfrentarlos no los asocia y los premia todavía con mejores negocios que los que hoy los benefician? Si es lo único que quieren. Tampoco se entiende que se insista en enjuiciar a los ex militares represores y en avanzar en la lucha por los Derechos Humanos, a sabiendas que hay sectores de poder que preferirían amnistiarlos y pasarlos por la amnesia. Tanta terquedad en querer descubrir la presunta apropiación de los hijos de la fundadora del diario Clarín, para recibir la obvia represalia de una andanada mediática opositora. ¡Ah, si canjearan el ADN dudoso por tapas del diario a favor! Es raro este gobierno. ¿Por qué en vez de repartir asignaciones universales y jubilaciones y planes a los más necesitados, no se dirige hacia las clases medias urbanas, recupera el ecosistema y se evita la reacción cacerolera y la catarsis crispada boca a boca? El gobierno debería predicar menos Milagro Sala y más Alfredo De Angeli; menos fútbol para todos, y más que el que quiere ver fútbol pague; menos Mar del Plata y Mar de Ajó, y más Punta del Este y Punta Cana; y menos sindicatos y más corporaciones y patrones. Qué necesidad tiene de enfrentarse con el grupo mediático más poderoso y extorsivo, si cediéndole algo grande a cambio con telefonía incluida lo tendría a su favor incluyendo su plantilla de miles de comunicadores. Y si el gobierno hubiera dejado al Banco Central tranquilo no tendría tantos planteos judiciales en contra y el establishment y los fondos buitres no estarían al acecho entre bancas y togas.
Y los partidos de la oposición no se la pasarían desconfiando de la influencia del Alba, de los díscolos del sur y de Evo Morales. ¿Por qué no tener la prudencia política de mimar a la Santa Iglesia, a la farándula mano dura que tanta adhesión recibe de las masas televisivas, y a los economistas ortodoxos del ajuste; en lugar de acercarse a los garantistas blandos, a Florencia Peña, y a los economistas afines del grupo Fénix? ¿Qué quiere este gobierno? ¿Ser apoyado por Carta abierta de los intelectuales que escriben en difícil y que pretenden un proyecto popular, o ser aliado del grupo Aurora con sede en el diario la Nación y que cuenta con accionistas culturales del voto calificado?
Si quisiera gobernar sin tener que dormir con un ojo abierto tendría que reivindicar al Cobos furtivo, y además ceder, parar y retroceder. Pero elige tocar intereses delicados aún a costa del riesgo de perder. ¿Si al Gobierno realmente le interesara mantener cómodamente el poder sería tan estúpido de echarse encima a Héctor Magnetto el empresario más ligado a todas las fuentes de presión? ¿Y para qué confluir con las abuelas y las madres de plaza de mayo en lugar de confluir con la sociedad del borrón y cuenta nueva que no mira nunca para atrás pero si mira a la derecha? Gobernar o enfrentar. Flotar o avanzar. Esa es la cuestión. El gobierno avanza y enfrenta. Y esa es su apuesta y su franqueza. Es lógico que para aquellos que les duele, mete la pata hasta acá.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 26 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

viernes, 22 de enero de 2010

La irresistible atracción de los niños huérfanos haitianos.

A la embajada Argentina en Haití llueven llamadas de interesados en adoptar niños huérfanos haitianos. Interés conmovedor y solidario que se reproduce por miles en los Estados Unidos, y en variadas proporciones en Canadá, Chile, Brasil, España y en otros lugares del mundo. Francia es el país que más larga tradición tiene de huérfanos haitianos en adopción. Un sitio en la red sirve como guía para iniciar el trámite, de difícil concreción ya que están en suspenso para evitar maniobras en medio del desorden. El infortunio de más de cien mil o doscientos mil niños sobrevivientes, a cuyos padres y familias tragó el terremoto, alienta el deseo por rescatarlos adoptándolos como hijos en países más felices y más prósperos. La demanda transita desde el impulso emocional al sentimiento de solidaridad. Lo cierto es que los huérfanos haitianos se pusieron de moda. Como si esa tendencia imitara la de tantas estrellas de Hollywood con vocación de madres y padres adoptivos de criaturas de dolor lejano y exótico. Una intensa oferta de piedad surge desde distintas geografías con destino hacia esa isla largamente olvidada. Personas solas, parejas estables, padres con hijos biológicos buscan anotarse en una creciente lista de solicitantes de huérfanos haitianos. Aunque ya antes del desastre había casi cuatrocientos mil que ni soñaban esperar padres adoptantes. Hoy es diferente. Cunde una corriente de socorro que inspira el entusiasmo humanitario y ubica a los huérfanos haitianos en el primer puesto de la demanda filial internacional superando a las demandas tradicionales de niños africanos o asiáticos. Latinoamérica ha sido siempre un tentador orfanato y de buen marketing; y la Argentina dispone de un abundante reservorio de miles de huérfanos que suelen esperar en institutos y asilos hasta adultos sin haber interesado a nadie. Algunos son devueltos a los asilos después de un período de prueba donde los adoptadores se arrepienten por motivos que mejor es ignorar. No hay que ser mal pensado. Alivia más creer que un huerfanito criollo, un morochito norteño no compiten con un negrito haitiano en la puja de adopción. Que son iguales. Que no se privilegia el exotismo para lucir maternalmente en Punta del Este en verano. O para demostrar que padres rubios ricos se dan la libertad de criar a un hijo negro pobre. Y para qué sospechar banalidad, preferencia étnica, o teatralidad filantrópica, en algo tan humanamente dramático como adoptar a un niño huérfano. Tampoco habría que conmoverse por ellos solo cuando hay un terremoto. En tanto en geriátricos destruídos, cientos de ancianos se resignan a ser los últimos en atraer algún interés solidario. UNICEF, más dramáticamente, advierte que tras este aluvión adoptivo acecha el tráfico de niños. Tan brutal como el tráfico sería que los huérfanos haitianos se convirtieran en moda.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 22 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

jueves, 21 de enero de 2010

Cómo evitar el complejo de inferioridad oficialista.

Muchas personas que apoyan a este modelo y a la gestión del gobierno de Cristina Fernández, se sienten en minoría y avasalladas por la correntada anti K. Cargan con el peso de que ser oficialistas los condena ante cierto estándar social. A esas personas me dirijo. Esas que en una reunión o encuentro se contienen y no se manifiestan, inconscientemente acomplejadas por la marejada opositora que se exterioriza con arrogancia como si estuviera ante una hipotética dictadura. Desde los grandes medios y desde las elites sociales y culturales se infunde furtivamente, entre quienes apoyan al gobierno, el complejo de culpa kirchnerista. Se trata de infiltrarles la sospecha de que están defendiendo algo indecente, indigno de un ciudadano democrático. Éste, distinto y superior a aquellos otros del subsidio, del camión sindical o del sandwich de chorizo. Porque según ese argumento ninguna persona honrada y civilizada podría mostrarse satisfecha con lo que este gobierno representa. Representación negativa exacerbada desde el poder mediático. Cualquiera sabe que oponerse a algo da más patente de inteligente que estar a favor. Porque estar a favor sugiere encantamiento, no razón. Y parecer crítico presume de una distancia intelectual, ajena a pasiones e hinchismos más acordes con la inocencia de la plebe. Ser de la oposición política, social o periodística representa o pretende representar intencionadamente, lo contrario del alcahuetismo. La posición antigobierno sería algo así como “pertenecer” a eso otro independiente e incomprable. Entonces el que sin ser militante se siente conforme con el gobierno, se contrae; y acepta que sea el otro quien imponga su opinión. No se achica por dentro sino por fuera.
Se retira de la cancha y le deja a la televisión la denuncia sin pruebas. No es fácil defender una gestión o una obra, como sí es fácil coquetear desde la teoría, la crítica o la utopía. La autoestima así vulnerada produce en la persona un desánimo y complejo de inferioridad política. Entonces empieza a callar sus opiniones; y como las calla aparenta asentir con los opositores. Y así se aumenta esta presunta mayoría de la calle y de los medios cuyos miembros se rejuntan en la contra. Hay un subyacente aire intimidatorio en el mensaje opositor que gran parte de la sociedad retransmite a lo Mirtha Legrand como si fuera la verdad verdadera. En determinadas geografías no ser oficialistas es un rango, como estar de vuelta de creencias y adhesiones masivas. Los de derecha que en privado bailan, ponen en público cara de culo como si les preocupara la suerte de los muchos. Se ven así figuras notorias de distintos rubros de la fama, descalificando la realidad aunque ellos se solacen en una realidad opulenta.
Otros en su discurso opositor charlatanean con una abstracta revolución más profunda que la que expresa el oficialismo. Y cuanto más se histrionizan a la izquierda más se “aderechan”. Es un ataque bilateral simultáneo. Ante esta prepotencia adueñada de la perfección sin hacer nada, no más callarse. Dejar de cederle a los contrarios el campo orégano y el campo soja y el latifundio del guitarreo crítico. Enorgullecerse de compartir el colectivo sin melindres de pasajero vip. Porque aún con reparos, pocas veces como hoy, ser oficialista es estar cerca de la razón y del cambio.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 21 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

martes, 19 de enero de 2010

Los que repiten y repiten y repiten. Repiten.

Si en los grandes medios un día de estos se dijese que los Kirchner, el matrimonio, la pareja reinante, como sea, se bajaron de la limousine para robarle el tarrito de la limosna lleno de monedas a un mendigo ciego de la calle, se lo creerían. Y lo repetirían como si los hubieran visto con sus propios ojos. Si Mirtha Legrand se quejara un mediodía de que los kirchneristas le echaron mosquitos de dengue en un ramo de flores que le enviaron de regalo, se unirían en coro para desagraviarla y desinfectarla. Todo cuanto de malo y de atroz se pueda decir acerca del gobierno y de las personas que lo componen, cuenta con un tropel de adherentes tan malos y atroces como lo que repiten como cotorras de organito. Últimamente se trata de repetir historias, cuentos, fantasías contrarias a los Kirchner. El que cuenta la pavada más grande e infundada se lleva los aplausos. Hay medios que las repiten con la misma seriedad con que un idiota repite lo que otro le repite que le repitieron otros. En grandes sectores sociales corren aguas servidas de ingratitud amnésica, arrogancia contrera y republicanismo fatuo. Hay legisladores a quienes les interesa más el reglamento que acompañar una ley que beneficie a muchos. Hoy la tendencia favorita es salir a decir cualquier desvarío o desmesura que dañe o hiera a la presidenta sin más asidero que haberlo oído por ahí a un político, a un periodista o a un taxista que, aunque no se conozcan entre sí, actúan en combo. Parte de nuestra sociedad se ha convertido en un eco sin pensamiento que repite todo cuanto oye y lee. O le dicen. Sobran anécdotas en salas de espera, en reuniones, sociales, en quinchos vip, en cualquier cola de banco o de prepaga. Desde esa perspectiva opositora cada crimen es culpa de este gobierno. Y cada bicichorro y cada peatón chorro. Y cada bebe chorro. La gripe A, el sarpullido de verano, una hamaca que se cae y lastima a un nene, los choques en la ruta, el descontrol juvenil de la costa, la idolatría Fort, las señoritas que muestran los culos a los maridos de las otras, los fracasos personales, el cambio climático, los fondos buitres y hasta los deliveries de heladería que llegan con el helado derretido, son culpa de los Kirchner. Los repetidores más ominosos son los presuntamente cultos, a veces doctorados o graduados, que tienen el mate lleno de “información” Y de nada, con odio. Vieron que en Chile Piñera y Bachelet desayunaron juntos, y ya comparan con que Cristina no desayunaría con nadie que se le opusiera. Yo pregunto: ¿Se merecen alguno de esos cínicos y tranfugas multipartidos que la presidenta los invite a la mañana para empezar el día viéndoles las caras? Como la palabra sale y no paga peaje, ni se le hace control de veracidad o raciocinio, siempre tienen algo antikirchner en la punta de la lengua. No saben nada de Brasil ni de Chile más que por haber estado en tres o cuatro playas y porque una vez tomaron pisco o caipirinha, y presumen conocer el perfil psico- social y económico de ambos países a los que imaginan superiores a la Argentina sin conocer más que de fútbol. Y estar enterados de que a Lula le falta el dedo de una mano. Ahora admiran con nostalgia al técnico Marcelo Bielsa porque está afuera. Desde el obelisco se entusiasman con Pepe Mujica porque es sencillo y no usa traje, no como Cristina que se pone todo Chanel y Versace encima. Hay quienes repiten únicamente dos cosas: el exceso de comida y el desprecio “antikirchner”. Pero está la maldición del repetidor. Es que de tanto repetir cada día lo que le entra y no procesa, ya ni él mismo sabe lo que piensa. Solo sabe que repite.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 19 de Enero de 2o10 en Radio del Plata.

lunes, 18 de enero de 2010

La derecha es feliz cuando gobierna la derecha

El nuevo presidente de Chile, Piñera, no tiene que temer oposición de derecha. Porque sea cómo fuere- si es más, o menos de derecha- un gobierno de derecha nunca tiene opositores de derecha. A Berlusconi nadie lo va a correr por derecha. Tampoco había opositores a la derecha de Bush o a la de Aznar o a la de Menem. Fíjense que Macri no tiene enemigos a la derecha. No los tuvo Fujimori ni los va a tener Piñera. La derecha está feliz cuando gobierna la derecha. En todas partes. Tiene sentido de equipo y sentido de intereses de economía y de clase. Esto que parece una verdad de Perogrullo, una tautología o un pleonasmo puede servir para interrogarnos. ¿Por qué un gobierno popular, o progresista, o de inclinación social o peronista de izquierda o como quiera llamársele, tiene oposición de izquierda? ¿Y por qué si esa izquierda lo acusa de ser un gobierno hipócrita, y de ser igual a otro de derecha, tiene cada vez más feroces enemigos en la derecha? Lo cierto es que un gobierno popular dispara oposiciones de un lado y de otro. ¿Si la derecha se opone porque sufre las acciones del gobierno, por qué también se opone la izquierda por las mismas acciones? Un desafío a la lógica política argentina.
¿Acaso las madres y abuelas de Plaza de Mayo apoyan al gobierno de Cristina Fernández porque es igual al de los años noventa? ¿Acaso los ideólogos de la represión y de la presión por la amnistía, son enemigos del gobierno porque los está favoreciendo? En este sentido la derecha argentina tiene la ventaja de que ante un gobierno popular nunca va a estar sola en la vereda opuesta: va a contar con aliados de la izquierda que le dicen a la sociedad que el gobierno es un fraude. Y si el acecho bilateral da resultado y el gobierno popular cede o pierde, la derecha le birla a la izquierda el vértice del podio y se autoproclama dueña del triunfo. Y la izquierda, apartada del festejo, pasa otra vez a ser la damnificada. Y vuelta a empezar a acechar al gobierno de derecha desde la izquierda. Hasta que gane otra vez un gobierno popular y la izquierda vuelva a coincidir con la derecha. En Chile la derecha está feliz: sea Piñera menos o más de derecha. La pureza no les importa: les importa el derechazo. La izquierda en Chile fue mezquina. Apoyó con desgano al candidato progresista de la concertación y favoreció la derrota. Moraleja: siempre hay tiempo para volver a la tierra. Porque cuando la izquierda quiere ser demasiado pura, ayuda a ganar a la derecha.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

viernes, 15 de enero de 2010

Borrador de preguntas de verano

¿No le interesaría saber qué efecto o resultado está produciendo la asignación universal por hijo entre los millones de beneficiados? ¿No siente curiosidad por saber cómo favorece a la libertad de prensa y a las pequeñas editoriales, que Papel Prensa haya sido obligada a vender el papel a igual precio a diarios grandes como chicos? ¿No le importaría conocer cuál será el desenlace del caso de los hijos adoptados de la señora de Noble? ¿No le sorprende que este verano argentino, antecedido por noticias de fracaso y de crisis, sea uno de los más exitosos de décadas? ¿No le causa perplejidad que haya carne para multiplicar en millones de asados veraniegos, si se estuvo anunciando que iba a haber tal escasez, que se iba a importar hasta el sandwich de chorizo? ¿Se siente informado acerca de por qué en los gobiernos hasta el 2001 siempre hubo déficit fiscal y vaciamiento de las reservas y por qué ahora sucede todo lo contrario? ¿No le sorprende que quienes durante años de gobierno vaciaron el Banco Central y todas las cajas, ahora, desde la oposición se hayan convertido en sus perros guardianes? ¿Se interroga acerca de por qué hoy los bancos funcionan sin zozobra y ninguno se cierra por quiebra, y por qué los jubilados, los estatales, los maestros etc cobran normalmente y no en bonos o en vales? ¿No le resulta sorprendente que los taxis sean de modelos nuevos o cero kilómetro? ¿Por qué no hay colapso energético ni de combustible? ¿Por qué el ex piloto Piñeiro no sigue prediciendo desastres áreos? ¿Y no le llama la atención que no estén lloviendo los miles de juicios que le iban a hacer al Estado por la democratización del fútbol? Si usted tiene en claro que es más importante ser presidente que vicepresidente ¿por qué los medios hegemónicos creen que es al revés? Y una última duda: ¿No le interesaría que así como le cuentan el horror del terremoto de Haití, también le explicaran por qué Haití, aún sin terremoto, padeció siempre el infortunio? En fin: son preguntas que cualquiera puede hacerse.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 15 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

jueves, 14 de enero de 2010

Haití, desde Buenos Aires


Ni los Tonton Macoute, ni Papá Doc Duvalier

Con su dictadura mortal

Casi eterna.

Ni los americanos ricos que les pagaban

A los Tonton Macoute para que los negros

Fueran mal pagados

Y trabajaran como si ganaran mucho.

Ni tu pequeño mapa de isla del Caribe

Que descubrió Colón, sin darse cuenta

Que con el tiempo sería un depósito

De esclavos africanos.

Esclavitud aceptada con aquiescencia

Por sus aprovechadores

Gordos de comerse toda la plusvalía
Haitiana.

Ni tu ubicación en la última escala

De los países pobres, donde vivir 50 años

Es una quimera, y donde morirse es

Una forma de salvación,

para no tener que vivir

Entre la basura

Haití, país que fue libre antes que todos

Los países de Sudamérica y del Caribe,

Es un decir, fue libre.

Lugar donde los refinados franceses

fueron pervirtiendo

Sus perversiones en criaturas pobrísimas de cualquier sexo

Que perpetúan la esclavitud

Por querer salir del cautiverio.

Todas las miserias y pandemias cruzaron

Tu historia negra escrita por los blancos

Con escritura de dominio.

Y ahora esta cosa furiosa

Que abre la tierra como si abriera tumbas

Y tumbas y tumbas. Tantas

Como si todos los muertos de tu historia

No bastaran

Para seguir enterrándote.

Haití, isla que no tuvo

La suerte de Cuba

Sino la mala suerte del olvidado náufrago.

Desde Buenos Aires no te entiendo.

Te miro sorprendido como

A un país exótico

O como a un hermano del

Que se ha perdido su rastro

Y del que nos vuelve a dar noticias

No la vida sino la muerte.





Carta abierta leída por Orlando Barone el día 14 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

miércoles, 13 de enero de 2010

Vicepresidente ubicuo, sin gloria y con pena


Lo que históricamente se llama “un presente griego”, es decir un regalo que se te vuelve en contra, es Cobos. La culpa no es solo del regalo sino de quien lo recibió alegremente sin prever el inesperado torcimiento. Y ahí está Cobos lo más orondo haciéndose pasar por un presidente paralelo. No se pone una banda porque duda si el abuso de símbolos no sería un argumento para acusarlo de impostor. Legisladores tan demócratas, como los que en Honduras alentaron al golpista Micheletti, lo legitiman vocacional o imprudentemente; mientras a la presidenta la desdeñan. De Julio Cleto Cobos se podrá decir opuestamente que es un traidor o un héroe; un conspirador o un estratega. Pero la distinción que más le sienta es la de mutante indefinido. Su posición en el teatro del poder es la de un actor no protagónico, que en estado de narcisismo infundado, se salió de la letra para “vedettizarse” y que es bendecido por votantes mutantes. Muchos de quienes votaron a la presidenta pero se arrepintieron enseguida y sin memoria ni remordimiento se pasaron al que quebró el acuerdo desde adentro. Lo cierto es que Cobos es un vicepresidente en ejercicio de la apariencia, y en ejercicio de la deslealtad consentida por una extraña ética política. Su liderazgo no nace de la acción sino del deslizamiento. No surge de la frontalidad sino de lo furtivo. Quienes lo soban, con tal de apurar una deseada apropiación son capaces de tratar de escriturarse para sí, una propiedad que es de otros. Es su modo de ayudar al gobierno y al diseño de una institucionalidad hipócrita. Una aquiescencia mediática lo acompaña como garante y socia interesada. Si alguna vez Cobos fuera consagrado presidente porque la mayoría de los votantes lo eligiera, el retrato de la sociedad argentina acumularía otra faceta a sus tantos comportamientos. Cada pueblo tiene en su imaginario un modelo de presidente. Lo lógico es que el pueblo de los pigmeos elija un pigmeo y el pueblo de los gigantes, un gigante. Con igual lógica un pueblo de mutantes continuos elegiría a un mutante que no pudiera contener su mutación incesante. Como Cobos. ¿Con qué antecedentes de lealtad, sinceridad y honradez asumiría? Imagino a sus votantes mutantes en la permanente duda acerca de su naturaleza no positiva y no afirmativa; no caliente ni fría. Sin gloria y con pena siempre habrá candidatos a presidente.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 13 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

martes, 12 de enero de 2010

Recuerdos de las ferias del trueque

Es lindo acordarse en el oasis de cuando uno tenía sed. Acordarse en el amor de cuando uno sólo tenía adioses. Es lindo acordarse en medio de este verano próspero - de playas y rutas desbordadas, de aeropuertos y terminales colmados - de los tiempos de las ferias del trueque. Una consulta médica por una tarta de cebolla; una artesanía indígena por un pastel de papas; una radio rota por un conejo vivo; un servicio de plomería por un cajoncito de verduras de quinta. Una bicicleta por tres bolsas de forraje y una jornada para cortar el pasto por unos tickets para el supermercado. Las primeras ferias se instalaron en días de un verano como éste hace nueve años. ¿Por qué nos olvidamos tan pronto? En el campo se sabe que quien saca a una vaca empantanada corre el riesgo de que la vaca, desagradecida, lo patee. Qué tiempos aquellos de las ferias del trueque. Estábamos ensimismados; enroscados en nuestras propias cuitas, y no teníamos tiempo de preocuparnos por el presidente del Banco Central; ni siquiera sabíamos quién era. La única soberanía que nos quedaba era el cuerpo de uno. Las cacerolas no se usaban para salir a “agrogolpear” ni cacarear, sino para tratar de intercambiarlas por otras cosas útiles. Como una “pascualina” o un paquete de pañales. El vivir era el día a día; hasta parecíamos unidos, porque lo que la pobreza fraterniza la riqueza deshermana. Colectivos y trenes transportaban pasajeros de todos los trajes y colores; todavía no había créditos para autos, ni la telefonía móvil y la informática eran como hoy un mundo paralelo multiplicado desde la mansión, al monoambiente y la casita. Y ahí estaban las ferias del trueque: ese comercio sin plata que permitía a las personas un vínculo sin clases. Disculpen este recuerdo sonso. No quisiera ofender hoy esta realidad distinta, con resabios que pueden dar un poco de vergüenza. Pero qué lindo es acordarse de las ferias del trueque en medio de este sofisticado presente de reservas en miles de millones de dólares y de veraneantes desmemoriados preocupados por si llueve. O si el vuelo se cancela. Cómo hemos enterrado a las ferias del trueque. Habría que destinarles un día del calendario para festejarlas. Éramos tan pobres y tan buenos que cuesta reconocernos. El jabón de tocador lava mejor que el jabón tosco, pero su perfume hace olvidar el olor de la piel al natural. Lo que son las cosas: cualquiera que no sabe más que contar la plata de su sueldo y de la jubilación, presume olfatear qué pasa en los intersticios del banco Central. Pero ya nadie recuerda qué olor tenían las ferias del trueque.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 12 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

lunes, 11 de enero de 2010

Apogeo del Banco de la patria

La sociedad argentina de nuestro tiempo, a la que se le puede adjudicar la invención del cacerolazo próspero y del vicepresidente conspirador, acaba de inventar el Banco de la patria. Monumental idiotez que permite deducir el alto grado de colonizaje de tantos conciudadanos presuntamente autónomos. Repentinamente para muchos- incluso para algunos que siempre están al borde de ser vulnerados por lo mismo que adoran- el Banco Central parece adquirir el simbolismo de la patria dentro de la patria, a salvo del poder ejecutivo al que la sociedad elige. Les gusta que la presidenta del país sea desairada por un funcionario subalterno así como se entusiasmaron a favor del enviado Arturo Valenzuela cuando vino a dar sermones y fue recibido por los opositores con la espalda curvada hacia delante. Genuflexión aprobada en el manual de estilo de la relación entre señores y plebeyos. Cuando Bertolt Brecht dejó aquella ya célebre y romántica cita- Es mejor robar un banco que fundarlo- se anticipaba a que la vocación humana iría a contradecirlo eternamente. Ya que pasa al revés: se considera mejor fundarlo que robarlo. Muchos argentinos mantienen con los bancos mejor relación que con sus gobiernos. Los aman. Los soban. Por eso sintiéndose traicionados en el 2001 empezaron a atacar bancos como si fueran enemigos. No podían creer la gran estafa de sus grandes aliados y cómplices de tanta embriaguez financiera noventista. Esa dependencia patológica traiciona hasta a los más trasgresores. Y hasta puede hacer estragos en la sensibilidad de un izquierdismo que se arriesga a tomar el colectivo a contramano porque por ser original lee a destiempo las señales.

Para no ser injustos: con el tema del Central estamos todos desorientados. La única que no duda es la derecha que está en todos los partidos y en todos los televisores. Y a lo mejor en muchos de nosotros. La derecha anida secretamente – como han visto- hasta en gente recia que declama la Revolución agraria. La paradoja es que muchas señoras y señores que hace ocho y nueve años golpeaban con sus tacos, abanicos y bastones las puertas de los bancos, y arañaban e insultaban a los desprotegidos empleados bancarios, hoy se creen unidos en la épica empresa de tener que salvar al banco Central y a su presidente despedido. ¿Saben por qué esta adhesión , por qué consagrar al Banco Central como el banco de la patria? Porque no se cambiaron sus normas imperiales por normas nacionales soberanas. Las dejaron ahí como una trampa leguleya que sacraliza las reservas deslindándolas de quien es su propietario: el Estado. Y quienes más se aferran a esas normas son manualistas que aspiran a la librea del tribunal de La Haya aunque perjudiquen el mejoramiento social judicializando las reservas. Algunos trinan, porque la deuda es ilegítima. Pero es que varios gobiernos y camadas de votantes las legitimaron largamente. Aunque desde hace seis años fue reducida a su tercera parte. Tres veces menos: no es poco. Los que piden más que vayan a convencer a los patriotas que defienden a Redrado y que acechan por la amnistía y la restauración conservadora. Y no hagan caso a los grandes medios: este no es un conflicto de poderes. Es un conflicto entre inclusión y exclusión. Y de algún lado hay que ponerse. Y si hoy el Gobierno anunciara que consiguió que Gran Bretaña devuelva Las Malvinas los negadores dirían que no: que se las queden los ingleses.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 11 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

viernes, 8 de enero de 2010

Extrañas coincidencias “enredradas”

Mientras Pino Solanas denuncia a la presidenta por defraudación al Estado por querer pagar deudas ( según él ilegítimas) y que las pague Magoya, qué fácil; la presidenta acaba de echar a Martín Redrado. La paradoja es que éste, Redrado tampoco quiere pagar y coincide con Solanas. Y ahí está Pino. Alto, erguido: ojalá no logre nunca convertirse en bonsái. Aunque a lo mejor no le importa, porque últimamente el bonsái se viene usando mucho en la política. Lo que es la vida. Ves llorar la Biblia junto al calefón. A su vez con ambos coinciden los políticos opositores y los consultores de los grandes centros económicos y los grandes medios argentinos. Y López Murphy, Melconian, Roque Fernandez y Aldo Abraham. Economistas estos que no simpatizan especialmente con el Alba, con Correa y Evo Morales. Y Francisco de Narváez, Macri y Lavagna coinciden con aquellos. Toda la patria democrática y republicana coincide. Vilma Ripol también. Y los constitucionalistas que toman el tren en Constitución. Y los que sacralizan las normas de probeta. Los ruralistas están desconsolados y recuerdan cuando el Banco Central era solo de ellos y el único que podía darle órdenes era Sir Otto Niemeyer del Banco de Inglaterra. Qué tiempos. Y si le preguntan a Castells les va a mostrar que ya se mandó a hacer chalecos piqueteros con el logotipo de Redrado. El gobierno debería rogar que no se le ocurra a Milagro Sala ni a Luis D´ Elía organizar marchas para reponerlo. La Iglesia no se ha manifestado pero puede deducirse qué piensa. Es que el Banco Central no se toca. Es como el último peaje que queda de control extranjero satelital con nostálgicas ideas de autonomía liberal. Y de casamata a prueba de ladrones populistas. No lo toquen, gritan excitados como si les estuvieran tocando el corazón de la soja. Cobos ya se sabe: antes de que el Gobierno tome una medida, la rechaza. Elisa Carrió debe repetir que les dan asco y asco ya se sabe quiénes. Naturalmente la expulsión de Redrado la rechazan los opositores que siempre cuidaron tanto al Banco Central que no pueden soportar que hoy quieran maltratarlo. Tanta sensibilidad derramada, como si el gobierno hubiera ultrajado al banco de la patria. Extraordinaria actitud la de Redrado. Así se resisten los varones más duros. Hasta que la fina mano de una mujer pone una firma y chau. Y lo disfuma. El destino del ex presidente del Central se vuelve más relajado. Pasa a jugar en el equipo de enfrente, de donde nunca quiso irse.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 8 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

jueves, 7 de enero de 2010

Ruidos muertos

Ya está. Y como canta el tango: “sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando”. Si hasta cuando se murió el hijo de Dios no se paró el universo. Tampoco con Sandro. La rueda no para nunca. Se acaba el ruido de un funeral popular y empieza el ruido por otro: el funeral de Martín Redrado en el Banco Central. Lo que no quiere decir que no puede resucitar, pero cruzando hacia el otro lado de donde nunca quiso irse. Muchos políticos arman tanto ruido para que no se note cuando bajan la voz, que da lo mismo oírlos o no oírlos. Los que no hacen ruido son los predadores económicos furtivos. Ellos tienen lobistas que los representan. El Banco Central es uno de los lugares que más acechan. De pronto algunos salen a defender el Banco Central tan entusiastamente que uno deduce qué poder guardarán ahí adentro tan celosamente. El Banco Central hace ruido porque se cree que está aparte de todo. Su presidente presume que es inamovible porque está en un Vaticano independiente del país soberano. Los mismos lamebotas que lamieron al enviado Arturo Valenzuela, lamen ahora a Redrado como antes a Cobos. Los periodistas colonizados siempre defienden a los virreyes. Y los que fundieron cíclicamente las reservas ahora ponen el grito en el cielo y se vuelven amarretes. El Banco Central es un ruido tardío de los años noventa. El Gobierno pretendió no oírlo y recién se despierta cuando el establishment opositor lo roe desde adentro. El Central lo inventó en la década infame el presidente del Banco de Inglaterra. Enarbolaban esta consigna: “Que los nativos argentinos elijan sus gobiernos, los ingleses tenemos el Banco central y la hegemonía económica”. Aquí la oligarquía latifundista bailaba en cuatro patas: las de las vacas. Vino la ya remota revolución económica peronista de los cincuenta, y el banco vuelve a ser argentino. Con los tiempos recomienza su historia de paulatina autonomía. En 1992, la segunda década sombría, se firma una nueva carta orgánica dictada por el Consenso de Washington y los organismos internacionales, para que los gobiernos latinoamericanos no tengan injerencia en los sistemas monetarios. Y el Banco Central fue como un Estado dentro de otro: el estado Argentino. El nuestro. Mercedes Marcó del Pont no tuvo éxito en el Parlamento cuando hace pocos años presentó un proyecto para cambiar esa carta orgánica disciplinadora. Y de algún modo con poder de chantaje sobre cualquier gobierno popular con decisiones heterodoxas y no de ajuste o dieta perpetua. Aquí está hoy el precio que se paga. Martín Redrado, más temprano o más tarde, tenía que ser fiel a su naturaleza. En su caprichosa resistencia ideológica tiene colaboracionistas nostálgicos que fantasean con la idea de un golpe leguleyo al estilo Micheletti en Honduras. Ya está a tono el vicepresidente; se tienta al presidente de la Corte Suprema y se arma una patrulla perdida con el Banco Central. ¿Qué más falta? Los grandes medios dale que dale con la quiebra institucional; los empleados alcahuetes que nunca se jugaron por nada ni por nadie, ahora se encolumnan con el patrón. El poeta Mario Trejo escribía: “Dos cosas hay que temer: a la derecha cuando es diestra y a la izquierda cuando es siniestra”¡Madre mía!, que el gobierno tenga algún plan para salir de ésta con menos daño que con la 125. Aguantar, aguanta, pero no es compensatorio atacar sin tener una buena defensa para no recibir piñas al pedo. El papel de la oposición ya está al desnudo: es el de la conspiración permanente. Los grandes Medios le producen el mismo encantamiento de poder que antiguamente les producía el favor de los militares. A Redrado no hay que esperarlo a que se “desatrinchere”. Tiene que ir Aníbal Fernández a su despacho del Central y cerrar la puerta tras de sí. Y después de un rato, salir con la ropa desaliñada y decirle a los periodistas: “Ya está, aquí tengo su renuncia”. ¿Y cómo lo convenció? “Ah, no, ese es un tema privado entre Redrado y yo”.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 7 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

lunes, 4 de enero de 2010

De un periodista, al periodista Víctor Hugo Morales



Esta primera carta abierta del año 2010 no debería estar escrita ni hablada sino que debería estar sobreentendida e implícita como deben estarlo la gratitud y el reconocimiento. Porque hay gestos que son regalos de imposible equivalencia. Pero si Víctor Hugo Morales hizo pública por radio Continental la honestidad y cualidad del periodista Orlando Barone, y aunque esta- mi retribución- no sea compensatoria dadas las diferencias que hay entre tribuna y peldaño, y entre las metáforas de un “barrilete cósmico” y la de un barrilete de juguetería, quiero también públicamente y por radio del Plata, darle las gracias a Víctor Hugo Morales. Porque al enterarse de que la revista Noticias me eligiera como el “peor periodista del año”, reaccionó ante el micrófono como tocado por una bajeza y una injusticia. Y arriesgándose al encono de gran parte de la corporación mediática, no dudó en defender a un periodista “inconveniente” o “jugado”-según sus palabras- y asumió mi defensa profesional y ética dejando en claro que hay sectores dañados y corruptos de la política y del periodismo que contra aquel que no se asume como manada actúan canallescamente. Dante Alighieri aloja a los ingratos en un profundo infierno. Y yo no quisiera ser horneado en él. Por eso este agradecimiento público. A vos Víctor Hugo. Para que la vida ya no me permita torcerlo o reducirlo por ningún motivo posterior y anecdótico. La gratitud debe ser tan larga como para resistir contingencias que pudieran amenazarla. Que un periodista de tamaño superior como Víctor Hugo haya acudido en mi defensa, defendiendo a su vez la dignidad de un oficio de libertad condicionada a hegemonías económicas, me hizo empezar bien el año. A través de él le agradezco a quienes privadamente se adhirieron. Valoro también a tantos que calladamente rechazaron ser jueces en una competencia inducida por el comisario y su caballo. Pero hay que asumir lo que el prístino editor Jorge Fontevecchia ha sentenciado avalado por la voluntaria participación de un jurado prístino. Fui consagrado “ el peor de todos”. Así como Joaquín Morales Solá fue elegido “el mejor”. ¿Cómo no va a merecérselo con los méritos que hizo? No hay mejor periodista que el que no daña a los dañadores sino que los protege y los lame. No me inquieta que en ese jurado que me desciende hayan estado Cleto Cobos, de Narváez y Elisa Carrió, y Marcos Aguinis y el rabino Bergman entre otros demócratas. Sus votos eran previsibles. Pero me inquietan otros miembros del jurado. Me pregunto sin guardar ilusiones: ¿ Victoria Donda, Jorge Lanata, Braga Menéndez, Artemio López, Ricardo Rouvier , también ellos me eligieron el peor? Y además Julio Bárbaro. “¿ Tú también, Julio?” diría el César en la obra de Shakespeare. Sí, también él. Al principio sentí algún temor de que la votación fuera certera y yo fuera realmente el peor periodista. Calculé que en ejercicio hay más de veinte mil y que salir último en la lista superando incluso al dueño de la revista Noticias es un récord. Porque si Nelson Castro, si Leuco, si María O`Donnell, si Magdalena, si el deshumorado Nick desde el jurado decidieron mi condena tendrán pruebas de mi inferioridad. A estos nadie les dictó el fallo ya que se lo sabían de memoria. Pero por suerte está allí Victor Hugo con su fraternidad, que es su naturaleza, para comprender que el peor mejora según quienes lo juzgan. A Noticias y a su director no vale agradecerles con un pedorreo merecido, sino con una lección de periodismo-periodismo. Para esto escuchen la grabación de Víctor Hugo Morales. Y que la sigan sorbiendo.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 4 de Enero de 2010 en Radio del Plata.

¡Feliz año para todos!