miércoles, 27 de octubre de 2010

Elegía del abecedario argentino

Todos morimos y cualquiera se muere.

No hay muerto ni muerte ajenas

porque las campanas suenan por nosotros

y la vida sin muerte no se llamaría vida.

Pero el hombre que murió

no pasó en vano

no pasó pasando

sino pisando la tierra

Esta. La tierra

que hoy lo entierra

como quien contiene

una semilla



No hay que llorar más que

las lágrimas que la semilla necesita

para no ahogarla.

No hay que recordar más que

lo que la memoria necesita

para no atosigarla

Y no hay que dejar

que lo que el muerto deja

todavía caliente se enfríe

sino que hay que seguir

calentándolo

con la misma llama.



No es la letra K estúpidos:

es el abecedario entero.

Y lo que muere no muere

si no lo matan

la negación y el olvido.



Se murió. ¿Y qué?

Si todo lo que el muerto

deja a su alrededor vivo

-lo inasible y profundo,

lo que excede y supera

la finitud-

sigue viviendo.

Sigue viviendo.

Solo la muerte sabe

cuando pierde.




Orlando Barone. 27 de Octubre de 2010.

martes, 26 de octubre de 2010

El ser y no ser del censo

Hay gente que presume que la imagen de si misma que ve en el espejo del ascensor es la que tiene. No se da cuenta que esa es la imagen relativa y distorsionada por nuestra propia autoestima. Nos vemos como creemos que somos. O como quisiéramos que fuésemos. El censo de mañana va a ser como si en aquella previsible imagen del ascensor se produjera un cambio inesperado. Hay que estar dispuesto a verse distinto. Y dejando de lado esas sonseras como la de esperar al censista con custodia y con el celular conectado al patrullero, o responder el cuestionario en la vereda y desde atrás de la puerta, el resultado del censo en el cual estaremos incluidos cada uno nos encontrará multiétnicos, multisexo y multiesparcidos. Nos encontrará más multi que uni. Va a haber sorpresas. Ya que es posible que se legitime una Argentina sincera menos sujeta a tantos prejuicios conservadores. Y que al cotejarse tantos datos se nos revele que hay más orígenes afro y de culturas aborígenes que los que nos inculcaron como blancos-europeos. Y quizás nos superen los morochitos y los criollos y disminuyen los nariz pa´ arriba; y nos descubramos más latinoamericanos que vasco franceses y toscanos. O que el estilo rioplatense empieza a tener competencia andina. También la familia tipo en todo este tiempo habrá estado cambiando a familia ensamblada, a familia fugaz, familia alternada o familia compartida. O a familia al voleo, tan legítima como la de fiesta de casamiento. La previsible tierra de machos con hembras y viceversa, a lo mejor concluye en la revelación de que hoy sea también tierra de varón con varón, de mujer con mujer, y de algún otro tipo de vínculo. No imagino desmesuras como la de que cuando se conozcan las consecuencias del censo, la Argentina se retrate en la monstruosa dualidad de Mr. Hyde y el Dr. Jeckyll, o de civilización y barbarie. Tal vez el censo demuestra que somos más instruidos que lo contrario; más jóvenes que viejos y más propietarios que inquilinos. Y no hay que perder las ilusiones de que haya más argentinos orgullosos de serlo. Pero cualquiera sea el nuevo rostro que tengamos será el nuestro. El de hoy: y en movimiento. Sería deseable no desencantarnos si nuestra imagen es otra. Toda nueva señal que no previmos en nuestra fisonomía por algo está: porque es nuestra. Y cualquier variación que rompa hábitos o tradiciones forzadas y a veces hipócritas hay que asumirla como una evolución de la franqueza. Mentirnos es ignorarnos. Por eso al censista se lo recibe con franqueza y se responde a sus preguntas honestamente. Porque nos están retratando para un relato nuevo. Seguramente menos estereotipado y menos presunto.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 26 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

viernes, 22 de octubre de 2010

Ciudad hostil, ciudad negada

Hay countries, barrios cerrados, predios exclusivos en los cuales el ingreso es discriminado. Y eventualmente impedido. Mauricio Macri, munido de su poder glaciar municipal, le negó al Gobierno nacional permiso para hacer en Palermo Tecnópolis. Nombre de la fiesta de las ciencias organizado como cierre del Bicentenario. El PRO por angurria de derecho a la propiedad privada aspira así a enfriar un festejo nacional y federal que el 25 de mayo ya había probado la ebullición del entusiasmo masivo. El día previsto- 20 de noviembre- es el de la fiesta de boda del jefe de gobierno. Es un dato aleatorio, no más. Lo cierto es que el rechazo al uso de ese espacio público tiene igual criterio discriminante que el que llegó a querer imponerle a las marchas y piquetes urbanos el escenario del autódromo en lugar de las calles. Por eso el Gobierno del PRO se plantea que el desfile se haga en la Costanera Sur o en el Parque Roca. Lejos, en los márgenes. No se propuso hacerlo en el valle de la Luna para no delatarse. Pero sucede que el lugar que elegía la Secretaría de Cultura de la Nación no es un antojo sino el resultado de un estudio de situación y de paisaje. El tramo previsto de la Avenida Figueroa Alcorta y alrededores de canal 7 aporta un itinerario cultural que abarca a la Biblioteca Nacional, el Museo de Bellas Artes, la Facultad de Derecho, el centro de exposiciones, el Parque Thays y el Palais de Glace entre otros. Hasta se ha ideado un escenario gigantesco y movible sobre la avenida, que durante los días de semana se encogería y desplazaría hacia atrás para no impedir el tránsito. Ya decenas de científicos y técnicos, de artistas, arquitectos, historiadores, diseñadores y artesanos han estado trabajando en el evento. El anterior, el 25 de mayo, fue un impresionante acto continuo que congregó unas seis millones de personas y ningún hecho infortunado. Acaso ese antecedente exitoso haya instigado alguna escondida mezquindad para el rechazo. No sea cosa que se repita el éxito y los réditos se los lleve la Casa Rosada. “La señora esa que está ahí” como suele calificarla el Jefe de Gobierno cuando adquiere su papel de propietario. Lamentablemente, no existen recursos jurídicos para superar este bloqueo regional. Y entonces todo cuanto se vino planeando y organizando en Tecnópolis deberá posponerse hasta el año que viene, para escenificarlo en la provincia. O en cualquier otro lugar que no exija consensos con opositores que no los quieren ya que sólo buscan acatamientos. La fiesta no se hace; el PRO no la quiere, se suspenderían así los viajes de los trescientos mil niños y estudiantes de todas las provincias que estaban convenidos. La autarquía e independencia de una ciudad, que es un atributo democrático, se convierte en un lastre cuando la gobiernan el capricho, la envidia y el afán posesivo. Los porteños han quedado arrogantes y hostiles gracias a esta negativa. La Capital de Macri es su barrio Parque. El único antídoto contra la necedad es que el próximo voto no la siga alentando.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 22 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

¿Se merece el gobierno de Cristina Fernández que el partido obrero la señale culpable y la considere su enemiga?

miércoles, 20 de octubre de 2010

La imaginaria revolución de la basura


Ante la basura la sociedad se aterra. Se podría imaginar un relato realista en el cual ella sea la protagonista. La basura. El relato-de mentira, satírico- empezaría con una huelga de basureros o de recolectores de residuos. También de cirujas, cartoneros y botelleros. A la semana de la huelga, y sin que nada ni nadie haga volver al trabajo a los huelguistas, la basura se expande como un diluvio de podredumbre y de hedor insoportable. La lógica del mercado hace que así como hay concentración de la riqueza en determinados barrios y ciudades, también hay concentración de basura en donde más se gasta y se consume. La basura de barrio Parque es veinte veces más que la de una villa grande. Cuanto más humilde y pobre es el caserío, menos basura arroja. Son los sectores prósperos los que más se sienten sofocados por el mosquerío y la náusea. Las ratas a sus anchas se hacen un festín. Patrullas de emergencia de matadores de ratas rocían los basurales de pesticidas y venenos. A su vez los venenos comidos por gatos y perros y palomas desorientados expanden la mortandad y miles de cadáveres de animales intensifican la pudrición ambiental. A las tres semanas el volumen de basura bloquea bocas de tormenta e impide cada vez más en las calles el paso de vehículos. Un día llueve torrencialmente y los desagües, sumideros y cañerías se atascan de residuos. La inundación se derrama por todas partes y aún por lugares donde nunca se inundaba. La correntada arrastra por la ciudad lo peor que le sobra y que descarta la sociedad humana. Por la superficie flota la más indigna deposición de la civilización y el consumo. Hay brotes de pestes; la sanidad colapsa; las pantallas de la televisión replican el espectáculo apestoso y los telespectadores apestados apagan los aparatos para no sentirse basureados dos veces. La televisión basura ha suspendido sus funciones: sus basureros ricos han concluido por efectos de la huelga de la basura. A los dos meses, la inmundicia amontonada llega hasta los balcones del primer piso de casas y edificios. La voluntad vecinal, aún contra las advertencias del cuerpo de bomberos, prende fuego en las esquinas. Pero entre el gasoil que se emplea para encender hogueras, y la combustibilidad de algunos elementos de la mugre, el fuego se torna inextinguible. Hay lugares donde el fuego acaba incendiando casas; hay miles de autos clausurados en los garages; las llamas que vienen de las calles los atrapan entre llamaradas y explosiones. Las estaciones de servicio han sido cerradas y tapiadas. Urge evitar que las reservas de gas implosionen ; evacuan hacia regiones desiertas millones de garrafas. El Riachuelo es ya una superficie sólida putrefacta; el Río de la Plata convertido en basural de emergencia ha dejado de ser un río y es un depósito de basura flotante. Los nostálgicos extrañan al de antes. Cada cientos de metros aparece algún rastro de agua entre envases descartables, tampones manchados y comida agusanada. En Puerto Madero los restaurantes vip cerraron las compuertas de diques y canales pero no pueden impedir basurearse a sí mismos. Sus contenedores desbordan sobras y cochambre. Ya no hay aromatizadores que neutralicen el asco. El comité de socorro no da abasto. Los llamados más desesperados son de las zonas prósperas. Los expertos coinciden que en villeríos marginales las personas son más resistentes y parecen más acostumbradas. No hay carne en las carnicerías ni en los supermercados porque las ratas cada vez más y más grandes se lanzan sobre los camiones frigoríficos no bien empiezan a descargarlos. A los muertos ya no hay necesidad de enterrarlos en tumbas. Se los deja nomás entre los desechos. Los tres poderes del Estado han sido trasladados a un campamento en el desierto. Las redes sociales se agotan de contener maldiciones de usuarios y un magma de contenido infecto las colapsa. Se dice que a los recolectores huelguistas les han ofrecido sueldos de gerentes. Incluso otorgarles la concesión del servicio. Pero no ceden. No quieren. Paradójicamente ni toda la basura financiera corrompida que estafa a la banca con la banca y empequeñece vidas, puede compararse al tamaño de este desastre. Cuanto más consume una sociedad más basura se echa encima. Esta de la basura es la auténtica revolución. Y la más efectiva: la de la civilización humana contra si misma.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 20 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

martes, 19 de octubre de 2010

Costo político o ganancia ética

El costo político es la tarifa que supuestamente paga el partido que Gobierna cada vez que actúa o toma una medida. Digo supuestamente, porque si por el contrario el Gobierno acierta, recibe beneficios. Y entre uno y otro surge el balance. Y la consecuencia de ese vaivén resultaría en la acumulación de votos o en su vaciamiento. El “costo político” es un criterio de medición las más de las veces hipotético y abstracto. Porque así cómo parece fácil deducirlo de un acierto es imposible deducirlo de gestos tan mínimos como una foto con el acompañante inapropiado, por un decir en el discurso que sin proponérselo agravia a un sector o desdeña a otro; o por algún imprevisto que ocurre allá pero que concluye ocasionalmente mal en la casa rosada. Al Gobierno de Cristina Fernández irán atribuyéndole cada vez más costos políticos. Y le irán negando las ganancias políticas que vaya consiguiendo. Lo desean los que desean que cuanto más alto sea el costo que pague, menos recursos para pagarlo la presidenta tenga. El costo político lo desembolsa mayormente el oficialismo ya que la oposición no tiene la responsabilidad del ejercicio. De modo que no bien la presidenta mueva una pestaña cargada de rimel con mayor o menor intensidad, a ese pestañeo lo cargarán de costos. Y cuanto más se la obligue a pestañear más la presidenta tendrá que pagar el presunto dañino pestañeo. Pero está ocurriendo algo extraño: porque el vetado proyecto opositor para inflar jubilaciones con aire artificial y demagógico, debería estar ocasionándole al Gobierno más que un costo un default, una ruina, la pérdida del amor de los jubilados. El espejismo los confunde y alboroza. Porque esa hipótesis de los descarados votadores del fallido proyecto de seducción cínica, se empeña en desear que el veto doblaría de rabia y de dolor a los mayores y viejecitos desairados. Esa es una consideración discriminatoria: la de pensar que solo piden o se lamentan. Que no saben. Por eso, a la oposición, vivir pendiente del costo político de la presidenta la condena al acecho ruin, a la espera de ser beneficiada por el error ya que no confía en sus méritos. Cebada de hostigamiento acaba atacando burdamente un lugar fortificado de argumentos económicos. Lo que la oposición no sabe en su hostilidad ciega es que la presidenta se hace cargo dando la cara. Y que dando la cara enfrenta frontalmente a las máscaras. El veto presidencial sobre las jubilaciones es probable que no tenga las consecuencias que esas máscaras desean. Al contrario: tendría beneficios intelectuales y superávit ético. Y esa ganancia no tiene precio.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 19 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

lunes, 18 de octubre de 2010

La oposición sueña con Scioli


La desvaída situación de los presuntos, probables e inestables candidatos de la oposición a tener chances presidenciales, ha desatado un desesperado recurso dialéctico y conspirativo. Si no pueden con los suyos- operan suspicaces- se procurará ganar con uno de ellos. De los otros. Y ese sería Daniel Scioli. Otro Cobos, pero este sí con un caudal de votos in crescendo. El barrilete así lanzado con ventilador es un caso impúdico de triunfalismo infundado que fantasea con adueñarse de la exitosa fuerza del adversario que traicionaría a su partido. Ese de la traición es el señuelo que los tienta, como si el fracaso del traidor mendocino original no les fuera suficiente.
Entonces, operadores de la oposición fogonean el deseo de que el Gobernador de la Provincia, en lugar de ser el aliado optimizador del kirchnerismo se vuelva su inesperado enemigo y vencedor. El diseño a “piacere” le confiere la sospechosa condición de sospechado de lealtad provisoria. Y los intencionados analistas se ponen en sicólogos y le diagnostican su inconsciente dudante a distancia. Es curioso Scioli intranquiliza a la oposición porque presume que es uno de ellos que equivocadamente juega para los otros.
Lo que la propia vacuidad política y la escondedora posición ideológica opositora no consiguen con sus propios candidatos, lo quieren obtener torciendo la voluntad del adversario. Así, el perfil político del Gobernador, algo ajeno a la intensidad popular tradicional peronista, les sirve de argumento. Y aprovechan para involucrarlo en una intrincada red de conspiraciones que los medios atizan para tratar de arrastrarlo fuera del palco presidencial y atraerlo a las filas opositoras. Que son las que los grandes medios protegen y condicionan.
Aunque ninguna expresión explícita ni pública de Scioli permitan alimentar tales sinuosidades y murmuraciones; siempre encontrarán alimento anecdótico que avivará el complot palaciego y el conventillo público.
Esa tramoya es un oscuro deseo de impotencia. Es cierto que nadie podría ser garante de la actitud futura de nadie, ni de si mismo. Y menos en un contexto donde el transfuguismo, la versatilidad y la contradicción atraviesan los estados de ánimo del sujeto ciudadano y político. Si eventualmente Macri puede ser peronista y Pino Solanas Felipe Solá antiperonistas; Bergoglio podría jugar a ser musulmán y el socialismo de Binner ya consiguió ser evanescente,es lógico que a la oposición Scioli le sirva de consuelo preeleccionario. Así como Cobos le sirve de entretenimiento para deprimirse por anticipado.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 18 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

viernes, 15 de octubre de 2010

El okupa. El cínico. El traidorcito.


No pronunciaré su nombre en vano. Ahora le han otorgado un calificativo nuevo. “Okupa”. Vale aclarar que con esta palabra se designa al intruso que ocupa un lugar que no le pertenece. Tuvo su origen en España en los años setenta, cuando el peregrinaje de jornaleros rurales hacia las ciudades ocupaba por necesidad tierras para instalarse. En Inglaterra y otros países de Europa existían los Squats, grupos hippies o anarquistas que deambulaban y se apropiaban temporalmente de predios deshabitados, vehículos destartalados o viviendas en ruinas. La K que lleva la palabra en lugar de la C, denota un significado de trasgresión y de fuerza. El okupa- tal como se lo conoce- es pobre, excluido, discriminado. Pero es a la vez un resistidor que no se doblega ni amansa al sistema. Al contrario, al sistema el okupa le resulta incómodo. Y eventualmente le produce culpa. Pero, como siempre ocurre, el lenguaje se expande y se altera y muta, y una palabra que nace quieta se mueve y reverbera en significados más amplios. Cínico, por ejemplo, se refiere a filósofos de la antigua Grecia que consideraban vivir desfachatadamente como un perro. Despojados de bienes materiales y de convenciones, con total abandono y desvergüenza. En nuestro tiempo cinismo fue privada de aquella idea filosófica y hoy se simplifica en desfachatez y desvergüenza. Un cínico vota un beneficio jubilatorio con dulzura solidaria, pero apenas se levanta de la banca se ríe por la forma en que acaba de joder al Gobierno. Decirle “Okupa” al mismo sujeto al que se considera cínico es justo y razonable. Porque este sujeto – en contraposición al excluido que se convierte en intruso por necesidad extrema y resistencia- tiene su bienestar y se prodiga en círculos de pertenencia confortable que lo protegen y refugian. Ser un okupa institucional con cinismo es uno de esos ex abruptos argentinos inesperados. Quienes le llaman traidor al mismo sujeto que es okupa y es cínico malogran la palabra “traidor” que tuvo su cruda grandeza en Judas o en Bruto. Decirle traidor es graduarlo inmerecidamente de personaje de Shakespeare o de la Divina Comedia. El desvergonzarse para ser el okupa de un papel que la realidad le ha quitado y ha convertido en intrusión y en amenaza permanente de daño, es un daño que la democracia no se merece. Los auténticos okupas tampoco. El cinismo y la “traicioncita” del okupa infecta a sus cómplices y aliados. No hay democracia que los apruebe. No hay votos que los limpie. Ni jubilados dignos que los perdonen. Al “okupa” ya le sobra su nombre.



Carta abierta leída por Orlando Barone el 15 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.


jueves, 14 de octubre de 2010

“Los treinta y tres” la marca suprema

La competencia por adueñarse de la marca “Los 33”, referida a los mineros rescatados en Chile, es natural al ámbito de negocios posteriores a un acontecimiento de apasionante interés colectivo. Aunque no parece fácil adueñarse de un número que es genérico y universal. Pero se sabe que se lo disputan sitios web, el título de una película y algunas bebidas alcohólicas. Obviamente sobran interesados en empresas de emergencia y de salvataje y en líneas masculinas. Para el mercado el resultado feliz es una atracción insoslayable. No sería igual competir por marcas que remiten a tragedias o infortunios como el 11 de setiembre del 2001, del atentado a las torres gemelas; o el 11 de marzo de 2004 los atentados a los trenes de Atocha. A la desvastada zona de Manhattan donde fueron destruidas las torres gemelas se la llama metafóricamente Ground Zero y a la tragedia de Madrid 11 M. No creo haya interés en llamarle así a un barrio parque o a un pelotero para niños. Tampoco ningún producto del mercado osaría llevar como marca “Enola Gay” el nombre del bombardero desde el que se arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima. Ni luciría con gracia Bin Laden como marca de un modelo de avión de pasajeros. Y menos parece oportuno bautizar a un banco con el nombre de Bernard Madoff, el estafador más grande del mundo. Pero hoy el “33” resume un número emblemático que conlleva no menos emblemáticas derivaciones: la recordación de una gesta extraordinaria, la significación solidaria del género humano, el repentino salto a la fama y posteridad de seres hasta hace dos meses y medio ignorados y anónimos. “Los 33” , sin siquiera agregarle la palabra “mineros” los representan y nominan. Aunque vale la salvedad de que treinta y tres es un número rioplatense famoso. Recuerda a los legendarios “treinta y tres orientales”. Aquel grupo de insurrectos que partió desde la Argentina en 1825 para liberar a la Provincia Oriental (ahora Uruguay) del dominio brasileño. En Almagro está la calle que recuerda esa aventura exitosa. Hoy el azar de la vida replica el número en otro país limítrofe. “Estamos bien en el refugio, los 33” fue la frase del primer mensaje enviado desde la mina chilena cuando los sepultados fueron descubiertos con vida. El significado que tuvo el número en aquel momento de desesperación y zozobra, aquella intensidad de milagro, no va a ser igual por más que con él nombren a la mejor de las cosas.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 14 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La fantasía escalofriante del enterramiento


Casi nadie en el mundo ha estado alguna vez bajo setecientos metros de roca y tierra. Acaso pueda haber espeleólogos y arqueólogos que tengan experiencias subterráneas parecidas. También otros mineros como los chilenos, que por razones de oficio frecuentan las honduras. Pero así bloqueados y enterrados tan en lo hondo no se conoce en nuestras épocas. Y así socorridos tampoco. Un náufrago en el mar al menos está a cielo abierto, en contacto con la vida y la posibilidad de tocar tierra. Pero la idea del enterramiento en vida suele ser una atroz fantasía de historias truculentas. Edgar Allan Poe ha contado acerca del emparedamiento: una victima amarrada en un subsuelo contra la pared y ante ella el verdugo que levanta otra pared escalofriante que clausura al aterrado prisionero. Hubo casos dramáticos de sobrevivientes de un terremoto que varios días después fueron hallados con vida en un hueco entre los escombros. La pesadilla de haber sido encerrados en un ataúd y despertar bajo tierra suele ser frecuente en el sueño. La ficción abunda en situaciones de claustrofobia extrema; películas en que los profanadores de tumbas sagradas ven cerrarse a sus espaldas compuertas de piedra que los separan para siempre del mundo de los vivos. Historias reales o de fábula en las cuales alguien es echado a un pozo del aljibe en un páramo donde nadie oirá sus gritos. O esa tortura en la que se sepulta a la victima en la tierra o la arena dejándole afuera solo la cabeza a la intemperie y a merced de las alimañas y los buitres. Quienes sufren de claustrofobia grave no soportan situaciones como viajar en subterráneo o estar en un cajero bancario de estrechas dimensiones, y menos probar a entrar a una bóveda del cementerio. El centenar de tripulantes del submarino ruso Kursk, hundido en el fondo del mar en el año 2000, murieron dentro de ese sarcófago de acero ante la imposibilidad de ser rescatados. Impresionante fue ver a aquel desarrapado Saddam Hussein escondido durante semanas como un topo en lo profundo de una caverna subterránea llena de insectos. Hubo muchos desastres fatales en la minería del planeta, algunos muy profundos. En 1960 un elevador se descolgó en las minas de Vaal Reefs en Sudáfrica y cayó más de un kilómetro bajo tierra sepultando a decenas de mineros. El extraordinario suceso de Chile reivindica a la contradictoria condición humana. Lo que en su origen cundía como tragedia y desastre, se fue convirtiendo en milagro de resistencia, de tecnología y de afán solidario. Y ya está en la historia. Es un hecho real tan irreal que consigue que cualquier crónica o relato luzca imaginativo y dramático. Le sobran ingredientes que el mercado sabrá enriquecer hasta el abuso y el hartazgo. La consecuencia mediática de un acontecimiento hoy no tiene límites a la desmesura o el absurdo. No obstante el fascinante enigma de la psiquis de cada uno de esos mineros durante su forzado cautiverio difícilmente logre expresarse en confesiones. Y no habrá libro que las revele. Porque hay secretos, repliegues de la mente y el sentimiento, que a pesar de la voluntad de ellos mismos de descubrirlos y contarlos, se quedarán enterrados a setecientos metros.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 13 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

martes, 12 de octubre de 2010

La corrupción del insulto

Hasta un insulto se puede llegar a corromper. Porque banalizarlo, derrocharlo, echarlo a rodar sin fundamento o sustento es corromperlo. Es probable que el peor insulto argentino contemporáneo sea “corrupto”. Suena más fuerte que ladrón. Ladrón es más amateur, más de clase baja. Más artesanal, más de las manos. La palabra misma –corrupción- revela una cosa putrefacta y en descomposición. Suena asquerosa. No es casual que se la aposente en la cosa pública y rara vez en la privada. Y sobre todo que se le atribuya a gobiernos populares antes que a gobiernos de países líderes. Así se estigmatizan gestiones, subsidios y ayudas estatales. Nuestra sociedad ha asimilado lo corrupto como parte de su naturaleza sin reaccionar con una reflexión que le permita al menos alguna chance de dudar o de relativizarla respecto del contexto. El colapso de las economías del mundo no probaría- justamente- el buen olor de sus instituciones ni de sus protagonistas. Y que en EEUU se haya cazado a Bernard Madoff- uno solo- es como un chiste que aquí hasta hemos tomado seriamente. No obstante hay notables intelectuales que replican el retintín de la corrupción desde afuera sabiendo que se los festejará aquí adentro. Lo corrupto es el colonizaje mediático. Y sucede que en la discusión política y en los medios que las relatan, a la palabra corrupción la corrompen. Y cualquier irresponsable que la pronuncia como bandera se pone afuera del pecado. Se santifica. Al contrario, los viejos insultos han ido mutando a graciosos o inocuos. El lenguaje de la calle los ha ido amansando. Hay insultos que ya no insultan. La “puta madre” se exclama por algo que resulta extraordinario; “boludo” puede ser una señal de afecto o complicidad; “del carajo” es una frase admirativa. Inclusive “robar” amplió su significado metafórico y decir que alguien roba es decir que ese alguien tiene talento o belleza o ventaja social. Se “robó” una chica, se dice y todos entienden que es ganársela. Pero “ser corrupto” o “corrupción” no tienen todavía edulcorantes. Son palabras que condenan aunque no presenten pruebas. Para señalar a un corrupto no hay que culpabilizar al colectivo sino juzgar solamente al que es corrupto. Por eso a sabiendas que dejan en el destinatario una baba imposible de limpiar con ningún testimonio de santidad, la palabra se usa en polirubro. Cuando se dice corrupto de un intendente, de un puntero, de un funcionario, de un sindicalista, de un legislador la individualidad se torna general. Es un golpe que, aún si es al voleo, no le ocasiona riesgo al que golpea. Si uno le diera la dimensión de letal a la palabra corrupto que la tiene -letal moralmente- debería controlarse la lengua antes de decirla. Un inocente no se la merece. Odiar a un político o a un funcionario no justifica arriesgarnos a corrompernos solo por prejuzgarlos sin fundamento judicial, y nada más que por confiar en acusadores no pasados por agua destilada. Y nos resignamos a que desde el exterior se hagan eco de lo mismo que nosotros gritamos de entre casa. Son quienes no gobiernan quienes usufructúan de la palabra corrupción a destajo. Presumen ser los censores morales. Corrupto es hoy el peor insulto argentino. La palabra suele ser más corrupta que aquel al que califica con ligereza. No importa a quien sea destinada: nos insulta a nosotros.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 12 e Octubre de 2010 en Radio del Plata.

jueves, 7 de octubre de 2010

El censo no muerde, ni miente, ni mata


Se está colando por todas partes la idea de que una parte de la sociedad se resiste al Censo; de que hay miedo a que el Indec- responsable de la tarea- usufructúe torcidamente los datos de familia, y también hay miedo a dejar entrar a la casa a un extraño. Hay cotorreos gráficos y audiovisuales que, simulando neutralidad informativa, deslizan la saña del miedo como si ellos no lo alentaran. Ya corren por la red encuestas intencionadas que preguntan a los usuarios si tienen miedo, instándolos a tenerlo; y se derraman cadenas de mensajes arengando a recibir al censista sólo en la vereda y con custodia. Últimamente consorcistas de propiedad horizontal, vecinos unidos en el delirio, usinas de desconfianza mediáticas o blogueras advierten del peligro de abrirle la puerta a un señor o señorita por más credencial que muestre. Cada acción oficial y gubernamental es motivo de sospecha activando en la oposición glándulas de negación y de condena. Esta clase de prejuicios, especulaciones y absurdos conspiran contra un censo nacional que sólo se propone la clásica actualización de nuestra identidad poblacional, geográfica, social y económica. A medida que la fecha se acerque más abundará el miedismo censistoide. Ya deberían ir produciéndose una mayoría de reacciones sensatas. Para que a través de comunicadores, de políticos, de ciudadanos nada más que cuerdos, empujen al resumidero a esos desechos de fantasías del miedo y a tantas supuestas maquinaciones del Censo. Mientras tanto se insiste en propagar estrafalarias y cobardes suspicacias acerca de que el falso censador, al entrar al departamento, súbitamente saque un revólver y cometa un estropicio. Cuesta entender este nuevo acto de intolerancia psíquica y de instigación ridícula. Aunque pusieran a censar a monaguillos o a monjas de clausura, los miedosos del miedo tratarán de frustrar o ensuciar el censo. Ese día tragedistas cebados, al acecho, andarán buscando entre los millones de censados algún hecho casual; algún incidente que sirva para cargarlo de dramatismo y de escándalo. Si al día siguiente ocurre un crimen pasional en una casa, el culpable será el censista con arito que, al censar, miró a la mujer del dueño, o la censista coqueta que llevaba minifalda. Se pretende diseñar un colectivo social tan asustadizo hacia un deber ciudadano que solo falta que también al votar lo asusten acerca del peligro de entrar al cuarto oscuro. El censo es un padrón, un registro serio. La tontería y la necedad no se censan.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 7 de Octubre de 2o10 en Radio del Plata.

miércoles, 6 de octubre de 2010

ICONOS DESOBEDIENTES


El icono no es necesariamente un retrato sino una representación o metáfora del modelo original sea este abstracto y divino, o terrestre y divinizado. El Che Guevara, Eva Perón, Carlos Gardel, Diego Maradona, Mercedes Sosa, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar son los principales iconos argentinos de la feria de Frankfurt. Cada uno de ellos aporta su estética y su irreverencia al Olimpo. Para representar a Gardel basta un chambergo requintado; a El Che una boina revolucionaria; a Evita un peinado con rodete. Maradona es el único de ellos que está vivo; haber llegado a icono sin morirse es una licencia poética del fútbol. Un abuso del paganismo de masas. La elección de esos protagonistas para representarnos peca de trasgresión, de sinceridad e insolencia. A lo sumo el orden civilizado y la cultura de alta gama se reconocen en Borges, pero nunca en los otros. Porque el Che, Evita, Gardel, el Diego, la Negra y Cortázar no se corresponden con la sacralidad del canon que las elites tradicionales imponen. Políticamente incorrectos y vitalmente herejes osan hoy resumir el “diosesario” de la historia de la cultura. Merecimientos sobran en el sagrario cultural argentino; también sobran, sobras. Merecimiento fue el homenaje a Oesterheld- el creador del Eternauta, ese símbolo de la libertad y la resistencia masacrado con su familia en el genocidio de la dictadura. En Frankfurt la cultura lo reivindicó mundialmente. El diseño de un laberinto borgeano en el pabellón afirma a Marechal cuando dijo que “del laberinto se sale por arriba”. La Argentina actual le hizo caso. Y ahí en Borges y Marechal están los antípodas políticos: uno plantea el laberinto; el otro la salida. Por eso no es casual esta causalidad heterodoxa de iconos que hacen ruido al entrar al santuario; que desde oficios y artes dispares no anduvieron en puntas de pie ni metidos en moldes. Hasta Gardel y Borges alteran con sus dones la lógica de la cultura que no perturba ni causa oposiciones. Y todos están ahí juntos iconografiados y en su afán de no formar ninguna fila; y menos un altar con custodios. No quieren nada que los limite. Prefieren estar a disposición de la marea popular y de sus riesgos de mutación o de olvido, a aburrirse mortalmente en el nicho de la Academia y la historia. Que nos simbolicen en la feria de Frankfurt es un aire de época; una irreverencia a las formas y al que dirán; es un desprejuicio ideológico. Otro Gobierno habría tenido más prudencia y optado por iconos menos insolentes y más leves o consensuados. El Che y Evita son mucha llama. Y la contemporaneidad caliente de Maradona es un riesgo latente. Cada icono responde por su genio y su trasgresión. Y esto es lo que hoy arde. La cultura con ellos se desmancha.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 6 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

martes, 5 de octubre de 2010

El conflicto y los conflictivos

Para la psicología el conflicto es la incompatibilidad que se percibe entre dos actos, o el choque entre dos tendencias instintivas o afectivas contradictorias. El conflicto es una dificultad del paciente o del sujeto, pero es también la condición para un cambio en la búsqueda de un nuevo equilibrio. No hay vida sin conflicto. La oposición y sus aliados( los grandes medios) atribuyen al Gobierno una conflictividad enfermiza. Un candidato por sí mismo conflictivo- De Narváez- se hizo el chistoso y dijo que a la presidenta “solo le falta pelearse con los bomberos”. Por hacerse el gracioso prejuzgó a los bomberos como si fueran incompetentes para causar algún conflicto. Lo que la oposición no hace es una introspección que la lleve a preguntarse: ¿Y nosotros, como opositores, en qué cosa no conflictuamos? Porque conflictos les sobran. Dejemos de lado sus mutuas precandidaturas mutantes y chirles. Ya han creado muchas y las han ido disolviendo por exceso de conflicto. No les será fácil encontrar una: porque si eligen una fórmula que carezca de conflicto nadie la va a considerar capaz de conflictuar con ciertas corporaciones. Más que la presidenta es la oposición la que se conflictúa. Porque tiene mayoría en el Congreso y no consigue que se note. Porque siguen aumentando las reservas y porque siguen aumentando los elogios por el desarrollo de nuestra economía. Y porque teme que se aplique la Ley de Medios y de que se investigue judicialmente la propiedad de Papel Prensa. A los opositores los conflictúa que no se bajen las retenciones a la soja tanto como que los trabajadores exijan participación en las ganancias. Tienen conflictos con la inflación porque no se convierte en hiperinflación; conflicto con los hechos porque los obliga a mentir mentirosamente. Y no pueden evitar tener conflictos con la Justicia que se empeña en juzgar el genocidio, y conflictos por los vínculos de la Argentina con países hermanos de gobiernos populares. Y es lógico que los opositores sean conflictivos porque el conflicto es como el aire de la política. Lástima que ese aire la oposición lo envicia. Ya que el Gobierno les resulta conflictivo porque es más difícil de enfrentar que crecer un poquito en las encuestas. Por eso conspiran con jueces conflictivos que reparten fallos cautelares y aspiran a batir récords en Guinness. En terapia un trastorno podría resolverse. Pero los opositores se niegan a reconocerse conflictivos y entonces le endilgan el conflicto al Gobierno. Así no tendrán cura. Deberían reconocer que los conflictúa este modelo inclusivo y la ascendente preeminencia de los trabajadores. Se han conflictuado hasta con la Asignación Universal delirando en que las madres la usan para darles Paco a los hijos y plata para el Bingo a sus maridos. Los conflictúa que se desenmascare la manipulación mediática y los deje a ellos cómplices. Todavía tienen conflicto con Perón y Evita y con el pan dulce y la sidra. No hay caso: el conflicto de los opositores es irresoluble.


Carta abierta leída por Orlando Barone el 5 de Octubre de 2010 en Radio del Plata.

lunes, 4 de octubre de 2010

El Premio Nobel de la Paz blanco, negro o incoloro.

Hoy continúa la larga saga judicial sobre el hasta ahora inalcanzable ADN de los jóvenes Noble Herrera, probables victimas de tiempos de genocidio. Y como siempre las Abuelas de Plaza de Mayo insistirán en su necesidad de saber confiando en la Justicia. Estamos ya en Octubre. Ayer una solicitada con cientos de firmantes notables de la cultura, la ciencia, el arte y la política pide más firmas para alentar al mundo acerca del merecimiento de las Abuelas a obtener el Premio Nobel de la Paz. En su centenar de ganadores durante más de un siglo, la distinción ha marcado etnias y culturas, aunque también ha errado en premiados incoloros y en inexplicables ausencias. Mahatma Gandhi nunca lo obtuvo. Cuando se le otorgó a Henry Kissinger por su intervención en el fin de la guerra de Vietnam, el otro premiado que compartía la honra – el vietnamita Le Duc Tho- lo rechazó porque para él su país todavía estaba amenazado. Claro que el Nobel de la Paz honró alternativamente a Martin Luther King, la Madre Teresa, Mandela, Rigoberta Menchú y la Cruz Roja. También a Gorbachov, Carter, Arafat y Rabin. El año pasado, para esta época, se anunció el nombre del ganador: Barack Obama. Hubo premiados de aceptación mundial unánime y premiados despremiados con el desdén y la duda. Ya estamos en el umbral de que se defina el que corresponde al año 2010. La Argentina tiene dos Premios Nobel de la Paz: Saavedra Lamas por su diplomacia en la guerra entre Bolivia y Paraguay; y Pérez Esquivel por los derechos Humanos en épocas de la dictadura. El nombre del próximo ganador se anunciaría el viernes próximo: estamos en vísperas de que eso suceda. Hay récord de candidaturas- más de 200- lo que en relación al mundo violento que se vive puede tener su razón o sinrazón. Durante la primera guerra y la segunda del siglo veinte el premio Nobel de la paz fue suspendido. Una idea del vértigo de los tiempos se demuestra en la gran chance que tiene Internet para ganarlo por su influencia en el entrelazamiento de los seres humanos. Otros postulantes son el demócrata Al Gore, el cantante Bono y Evo Morales. Los argentinos estamos cerca, tenemos méritos. Damos pruebas en Unasur, en la democracia, en el resurgimiento del país, en la libertad para peticionar y reclamar, en la ampliación de la ciudadanía, en el afán de liberar la información. Y en los Derechos Humanos y el juicio a los genocidas. Las madres y Abuelas son las garantes. Si el premio llega será una honra al ADN de la vida. Pero si aviva sectas de odio que desoyen al cardenal ayer en Luján, es porque ante el triunfo del amor el odio sigue odiando. Y se terminará odiando a si mismo. No desear a las Abuelas el premio es traición a la condición humana. Lo que es seguro es que- de obtenerlo- el más de un millón de Euros que reciban no se gastará en fiestas de champán y caviar.

Carta abierta leída por Orlando Barone el 4 de octubre de 2010 en Radio del Plata.