jueves, 22 de septiembre de 2011

Si no dan para presidentes, menos para mito

Evita y Perón son mito. Por eso abundan las recreaciones artísticas que los hacen protagonistas de poesías, pinturas, canciones, novelas, películas y óperas. En estos días, en los cines, se ha convertido en éxito “Juan y Eva”, que a la presidenta le ha gustado mucho. Y también le está gustando al público. No se calcula en esta crónica si es más valiosa ésta o aquella Eva; y si esta actriz o este actor son más fieles retratos que los de las otras películas; tampoco si quienes mejor relataron el relato del peronismo son Favio o Pino, José Pablo Feimann o Jorge Coscia; Carpani, Daniel Santoro, José María Castiñeira de Dios, Leónidas Lamborghini o Rodolfo Walsh. O Ignacio Copani. Y es opinable si la òpera la cantan Madonna, Paloma San Basilio o Nacha Guevara. Un mito resiste: supera cualquier afán de alteración-sea a favor o en contra-, y es inviolable a la profanación gorila o a los contrastes de sus múltiples relatores. El peronismo es sin duda la materia que más chances tiene para construirlos. Es mito en su misma gestación. Hizo que un balcón y que la fuente lo fuesen.
Néstor Kirchner forma parte de él; actuó para no desmerecerlo. Y quizás la mitología todavía está probando y evaluando sus méritos para aceptar su ingreso a esa mitología. El contexto histórico lo ha puesto en camino. Porque el gran examinador es el tiempo. En verdad al mito lo diseñan, lo construyen y lo consagran los pueblos. Sobre una materia dada, auténtica, se agrega la legitimación artesanal de quienes lo esculpen sin pedirle permiso a la historia. La revisionan si eso fuese necesario, y casi siempre lo es, porque la historia suele tener propietarios muy conservadores y los pueblos para poder levantar sus mitos tienen que recobrarla a sus expropiadores.
Otro requisito que hay que tener en cuenta, es que no puede haber mitos amasados con materias chirles. Dudosas y tímidas. Ni con políticos dóciles a esa levedad inconsistente, sin sublevarse. A nadie se le ocurriría que de tantos presidentes y gobiernos que la Argentina ha tenido en el último siglo se puedan estar palpitando o diseñando mitos como los de Perón y Evita. Sobraron deseos y faltaron aspirantes. Hipólito Irigoyen que pudo serlo, no lo es. Hubo presidentes que ni siquiera debían haber sido presidentes. Todavía surgen algunos aunque cada vez con menos probabilidad de que el sucedáneo tenga éxito. Fernando de la Rúa fue un ruidoso ejemplo de este modelo groseramente “antimito”. En tanto, Cristina, es Cristina. En pleno ejercicio, la racionalidad es lo que a ella la sustenta. La racionalidad del poder político y el poder del pueblo. Lo que está en su naturaleza.
El mito surge o no surge. Y responde menos al pensamiento que al sentimiento. A los antiguos pensadores griegos como Platón les perturbaba que los mitos fueran consagrados por emociones y sentimientos postergando el saber y el intelecto. Tenían celos y con razón: reconocían que el mito no era la verdad pero que era verosímil. Ya hoy se sabe que nada se sabe sobre el mito, más que es insoslayable a la cultura y que fertiliza cada vez que esa cultura se sacude o se innova o reconstruye. Perón y Evita seguirán siendo sujetos de la mirada del arte. Centrípetos y centrífugos dejan al margen otros protagonismos carentes de ese sustrato carismático, mágico, simbólico que ellos detentan. No a solas sino con el pueblo. Cuando uno ve últimamente en los palcos y barricadas políticas a candidatos y jefes de distintos partidos opositores, y se desafía al juego intelectual de proyectarlos a mitos, se reconoce impotente. No hay caso. No se puede hacer fuego con agua. No se puede hacer historia con chismes. Uno no se imagina a De Narváez ni a Ricardo Alfonsín integrando la leyenda; a Duhalde menos. Y ni siquiera a Hermes Binner, el más nombrado últimamente. A éste le pasa como a esos actores que a medida que desde el margen se acercan al centro, más desacompasados van quedando. El margen amparaba a Binner del protagonismo. Y hoy cuanto más al palco se sube más terrestre y antilegendario desciende. Se lo vio en esa perspectiva de tamaño al lado de Cristina. Es que a partir del kirchnerismo es más difícil que antes. Entrar en competencia hoy luce, para los opositores, tan desigual que el voto se ha puesto monótono. La K cambió el abecedario. Hizo mito a una letra. Y está en trance de entrar en la leyenda el nombre del que la impuso en la política. La mediocridad no es fértil y lo que más abunda.
No es para todos la bota de presidente.
Mucho menos lo es la bota de siete leguas del mito.


Por Orlando Barone . Para Agencia de Noticias Télam

6 comentarios:

  1. Al margen de lo que es política, hay algo interesante en los "K". Mientras Alfonsín no se mostraba con la mujer al lado (porque dicen que estaban separados y mantenían la apariencia), mientras El Turco echaba a Zulema de la quinta vergonzosamente, mientras El Tarado de la rúa tampoco se mostraba con su esposa sin tener consideración (seguramente ella, no querría mostrarse con semejante aparato), mientras El Cabezón mentiroso también escondía a su esposa y la mantenía alejada, mientras todo eso pasó y llegaron los "K", una de las mejores lecciones que vi en ellos es que se abrazaron frente a la gente que los seguía, se dijeron "te quiero" y "te amo" en público, se emocionaron tomados de la mano frente a cientos de miles, se besaron y se miraban a los ojos firmemente con convicción, y eso no tiene precio si no aprecio de todos nosotros que los vimos. Ellos se amaban de verdad, más allá de las complejas relaciones de cualquier pareja. Ellos nos enseñaron que mostrar cariño es de nobles personas y ellos abrieron una nueva puerta que te lleva a mostrar el amor propio y el amor hacia los demás.
    Serán mitos sin dudas, los dos. Ahora es Néstor, le tocó. Ella que espere mucho tiempo.

    Saludos.

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  2. Estimado Orlando: le agradezco que cada vez sea más certero en sus análisis y que sus palabras golpeen el núcleo duro de los urgidos tiempos que vivimos. A mi modesto entender, la oligarquía vernácula (entendiendo que ella es el único sector civilizado de la comunidad argentina), nunca ha dejado de estar en guerra contra el pueblo argentino y su “barbarie”. Barbarie cultural de la cual emanan sus “mitos”, entendiendo por tales a aquellos líderes populares que demuestran ser capaces de conducirlo hacia la plenitud de sus conquistas políticas y sociales (don Hipólito incluido, si fuésemos capaces de recuperarlo para nuestro panteón). Cuando el 27 de julio de 1972, Lanusse se mandó aquella famosa compadrada de que a Perón “no le daba el cuero” para regresar al país, también sostuvo: “Perón tiene que definirse. Ineludiblemente tendrá que hacerlo. O es una realidad política, o solamente será mito. No estoy en contra del mito: aunque no me resulte agradable, evidentemente no llegó a ser un mito, a los setenta y tantos años, porque sí nomás. Pero bajo ningún punto de vista se ha de admitir que pretenda ser las dos cosas: mito y realidad. Una u otra”. Dentro de las miles de definiciones posibles existentes para el concepto de “mito”, hay una del especialista norteamericano Joseph Campbell que a mí me parece que se acerca bastante al modo en que el mito funciona en casi todas las sociedades: “El mito -dice Campbell- es el sueño colectivo, y el sueño es el mito privado”. Del mismo modo en que nadie puede predecir lo que soñará cada noche, tampoco nadie puede “derogar” o (para usar las palabras de Leopoldo Marechal) “deponer” un sueño colectivo por el mero hecho de que, como a Lanusse, no le resulte “agradable”. Por otra parte, el mito se las arregla bastante bien para convivir con la realidad, del mismo modo en que el sueño privado lo hace con los elementos que le brinda, día a día, la cotidianeidad del existir. Por ello, las directivas castrenses no lo alcanzaron a Perón por más que las formulaba un general atormentado por la idea de que la cruda realidad, ¡por fin!, hiciera añicos la condición mítica del líder político al que él mismo había pretendido asesinar en 1951, durante la conspiración liderada por el general Menéndez. “¿Por qué -se preguntaba Lanusse con verdadera angustia- los argentinos parimos ese mito tan tremendo, tan castrador que ningún otro líder pudo crecer y consolidarse como solamente él lo había hecho?”. Para colmo de sus desvelos, una nueva generación fue receptiva del sueño colectivo peronista que era capaz de aunar “la realidad efectiva” con las aspiraciones de concluir aquella obra ya mítica de redención social que los convocaba, como antes lo había hecho con los “viejos peronistas”, aquellos descamisados hijos de Martín Fierro. Era -y afortunadamente es- una cosa de nunca acabar, y ahí reside el significado profundo de una memoria y de una identidad irreductible a la que Lanusse, al igual que todos sus antecesores y casi todos aquellos que lo sucedieron, no vacilaron en hacerle la guerra. En síntesis, la nunca demostrada -ni mucho menos ejercida- civilización de las élites, estaba y sigue en guerra contra la cultura de las grandes mayorías (que esas mismas minorías oligárquicas sólo veían y sólo siguen viendo como “barbarie”). Volviendo a nuestros días, con Néstor se reactualiza el “sueño colectivo”, y por eso una nueva camada de jóvenes se acerca a la política porque el mito, mal que les pese a las agencias de marketing, es parte de la cultura de los pueblos. Nosotros, simplotes populistas sudamericanos, tenemos mitos. Sepamos defenderlos de los sugestivos llamados a desmantelar nuestros mitos, a desecharlos para producir un quiebre histórico que deje inermes a las nuevas generaciones de argentinas y argentinos. Un agradecido abrazo, Carlos.

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  3. José O. debiera escribir mas seguido,su pluma es necesaria para sus seguidores.un gran abrazo desde Tucuman.

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  4. estoy agradecido por estas notas publicadas en el blog desde Uruguay te saluda Andrés Di Bartolomeo te sigo en 678

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  5. Perón y Evita fueron figuras emblemáticas que pasaron a la Historia grande de nuestro país y del mundo.Argentina tuvo la suerte de vivir ese peculiar momento que la catapultó a ser el país más respetado de América del Sud y la colocó entre los primeros del mundo.El,un estadista brillante con una oratoria formidable y una capacidad de análisis como hay pocos;ella,con un carácter indomable,una pasión irrefrenable puesta al servicio de su pueblo,a la que sólo la muerte podía poner freno.Cómo no iban a entrar en esa categoría “mitológica”?
    Ahora,después de tantos avatares,tantas vicisitudes,tantas idas y vueltas en nuestro pobre y saqueado país,estamos viviendo una primavera de la cual no todos son conscientes.Ya sea porque son demasiado jóvenes y no supieron de dictaduras o porque son demasiado egoístas y sólo se miran su propio ombligo.
    Yo no sé ni me importa demasiado si Néstor Kirchner pasará a la posteridad en calidad de mito.Fue,sin dudas,un hombre diferente,con ideales que puso en práctica desde que asumió la Presidencia y su partida temprana nos dejó a todos con una sensación de orfandad irreparable.Con su desaparición se abrió un interrogante de cuánto más podía haber hecho,de cuánto quedaba por hacer.
    Pero…quedaba ella.Y otra vez una mujer alzó la bandera de los humildes y desposeídos y decidió abogar por su causa.Y ahora estamos viviendo,como digo,este peculiar momento de nuestro país que tal vez,algún día,se viva como un ejemplo para todos los países del mundo.
    No sé,ni me importa,si ella va a ser un mito como lo es Evita.Pero sí sé que su mano diligente está orientada hacia los cuatro puntos cardinales de nuestro país y su ojo puesto en las prioridades de su gente.Es inteligente,es lúcida,es activa y muy valiente.Qué más podemos pedir?Por añadidura,dueña de un gran atractivo femenino y de una simpatía que muchos/as no perdonan.
    Los otros candidatos a su lado empalidecen,no existen.No tienen su convicción,su garra,su oratoria,su pensamiento,en definitiva.Son como la loza al lado de la porcelana.El vidrio al lado del cristal.Una bijou comparada al oro.Son comunes,anodinos.Y lo saben.

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  6. Estoy de acuerdo con vos, Orlando, en que estamos en presencia del nacimiento de un nuevo mito. Quizás te faltó enfatizar que si no transmite amor, ningún humano se puede transformar en mito. Y así como los griegos antiguos con Edipo nos mostraron hasta donde puede llegar el amor hacia la madre, y con Narciso, el amor a sí mismo; los K dejarán como legado nuevas formas de expresar este noble sentimiento.
    Por ejemplo: te dejo una lista de los nuevos piropos K que circulan entre la juventud.
    "Si te agarro te parto en 6,7,8"
    "Estás más buena que la ley de medios"
    "Yo quiero ser el padre de tu asignación por hijo"
    "Me gustaría levantarte como hicieron los K con la economía"
    "Quisiera ser Telecentro para darte PakaPaka"
    "Si te agarro te lleno la urna de votos como el FPV en las primarias"
    (No tomen en cuenta mi comentario ... solo intento hacer humor K)

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