jueves, 7 de mayo de 2009

Mucho teatro y poca militancia.- Orlando Barone

¿Si Marcelo Tinelli fuera candidato político su éxito eleccionario estaría garantizado y sería proporcional al que obtiene como showman y empresario? La pregunta no es desmedida: la actualidad de los aspirantes que vienen del espectáculo o del arte la estimulan. El prejuicio de calificar de banal a una candidatura de este tipo se asienta en el criterio no menos banal de considerar a favor los presuntos valores de un referente del arte culto, respecto del de un arte menor o de entretenimiento. Según esta forma de juzgar, luce más y se presenta más merecido el que ejerce un arte serio que el que ejerce , digamos el desnudismo porno, como fue en Italia el caso de la bella Cicciolina. La duda es si en caso de ser elegidas/os estos candidatos extraños a la tradicional militancia, aportarán mucho, poco o nada al papel que les toque. Tampoco hay una única respuesta para esto. Para los norteamericanos el ex actor Ronald Reagan fue uno de los presidentes notables de su democracia.
Y de haber ganado los republicanos, podría haber sido vicepresidenta la ex reina de belleza de Alaska.
En la historia argentina Evita, actriz no famosa, significó en política una línea divisoria con la etapa en que la mujer solo podía aspirar a ser la consorte.

Sin comparar tendencias o ideologías, tanto Carlos Reutemann, Ramón Ortega y Daniel Scioli, por citar nombres que alcanzaron cargos ejecutivos, confirmaron la apuesta que se hizo con ellos fuera ya de sus roles deportivos y musicales específicos. En áreas legislativas Luis Brandoni e Irma Roy reafirmaron carreras largamente aprobadas. Con Andrea del Boca podría pasar o no pasar lo mismo. La práctica a veces parece desairar los prejuicios. Por supuesto que el pensamiento correcto sería que la política la practicara un sujeto político o militante y no un arribista inesperado empujado por la fama. Pero la política es más transgresora que los mismos políticos que la transgreden. Ahora se apela a la farándula; mañana se podría apelar a los chips o los floggers. Depende cómo seremos entonces los votantes. Por eso no sé si Marcelo Tinelli como candidato tendría o no los votos que le sobran a su rating. Pero lo que sí es cierto es que aunque no se involucre, estará incluido en los votos tácitamente. En la democracia todas las piezas que juegan, a priori valen igual: desde Abraham Lincoln a Arnold Schwarzenegger. Aquí nadie sabía, antes de que Evita fuera Evita, si iba a ser lo que sería. Claro que parece más lógica una candidatura militante que una desprovista de cultura política. Pero, hoy, teniendo en cuenta que los nombres pesan más que el curriculum, esa lógica puede estar quedando anacrónica.
Si el mercado de la política sigue creciendo la demanda de farándula, la aprobación y desaprobación, está en los consumidores.


Carta Abierta leída el 7 de Mayo en Radio Continental.

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